Caleb
Sentía la ansiedad en la punta de los dedos, como si fuera electricidad.
La disfrutaba, la saboreaba, me consumía en ella. Era mi droga, una que ya estaba preparado para reemplazarla por la mujer que tenía ahora cautiva.
Aunque dudaba que fuera fácil, llevaba años con esta ansiedad en el cuerpo, se había vuelto una vieja amiga desde que tengo uso de razón.
El niño que fui, que caminaba descalzo con Helena por las calles lodosas de la antigua Grecia, tenía la necesidad de volver a sentir el aroma de mi diosa, aquella que llevaba venerando por años y que ahora podría moldear y hacer mía.
La ambición de poder era mi motor.
Y no solo poder, eso es para mortales, sino la eternidad.
La ambición de ser un dios.
Y Agatha me lo daría. Ella me haría un dios más... como ella.
El medio para conseguirlo me parecía de lo más hermoso, sublime, casi como el canto de los ángeles y no me traía remordimiento alguno.
Era el fin, el propósito, el final lo que me excitaba a tal nivel que hasta sentía que podía tener un orgasmo de solo imaginarme dicho momento.
Era mi deber, el que ella me impuso hace siglos atrás. Esa es la gran la relevancia que tiene mi vida en su destino.
Ella aún no estaba lista. Ahora comenzaría su transición hacia la perfección.
—Señor, la sala ya se ha calentado como lo pidió —escucho la chillona voz de uno de mis subordinados.
Por fin...
Ha llegado la hora.
Miro los ojos negros del subordinado devolverme la mirada atentamente, aquellos ojos que alguna vez albergaron vida, esperando alguna orden.
Observo la habitación atestada de hombres que esperan de alguna manera poder participar de lo que ocurrirá en la sala donde está ese vampiro adulto y Agatha.
Llevan años esperando, así como yo, que nuestra reina surja de la muerte y nos lleve hacia el futuro que nos fue prometido a la nueva raza.
La ansiedad que cargo se comparte en la sangre de todos los hombres presentes.
Por años había estado creando este ejército para ella. Por y para ella.
Cientos de hombres se habían unido a la causa solo con escuchar las promesas que ella tenía para con su pueblo. La fe nos impulsaba, era nuestro combustible.
Debo admitir que muchos no tuvieron mucha más opción que unirse, incluso aunque no quisieran. La otra alternativa era la muerte.
Muchos hubiesen preferido la muerte después de experimentar el proceso de transformación con la sustancia negra.
Y ahora, en las etapas del destino, era hora que Agatha viviera lo mismo que sus hombres habían atravesado.
Agatha
El cuerpo putrefacto que colgaba de las cadenas dentro de la habitación acompañaba la soledad de nuestro encierro. La poca sangre que quedaba en su cuerpo goteaba hasta el piso, provocando un sonido constante que con las horas ya casi no escuchaba.
El olor de la habitación se concentraba cada vez más debido a que no habían ventanas donde pudiera entrar una mínima cantidad de aire fresco.
Además, la luz roja no se había apagado hace un buen rato.
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La agonía del Sol (Los ciclos del Sol I) [Terminada]
VampireEl destino de Agatha estuvo forjado desde su nacimiento. Nacida en cuna de oro, alta realeza y heredera de la corona, su vida ya está zanjada cuando los deseos de su corazón se interponen en contra de los deseos de su familia, las exigencias de su p...