Capítulo 30 La sangre gotea desde el alma

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Keelan

Otra pesadilla atormenta mis sueños y me despierto inquieto, sudado, tembloroso. Todavía puedo sentir el calor del fuego en mi piel. La casa siendo quemada hasta los cimientos.

Ya no logro dormir bien después de haber probado dormir enredado entre los cabellos de Agatha.

Como extraño su piel, su olor... ahora estoy arruinado.

Maldecido por el amor...

Y pensar que pasé años arrancando de él para que me pillara durmiendo en el mismo techo.

Diablos, vi como corría por la mansión siendo solo una niña.

Debo estar enfermo para estar enamorado de esa mocosa.

Después de dejarla en el Black Palace y verla marchar con mis hombres de vuelta a aquí, a la mansión, me fui directo al Crow y me encerré ahí hasta ver los primeros rayos del sol. Cansado de dar tantas vueltas dentro de mi mente, maneje hasta la mansión y caí rendido en mi cama, donde pasé todo el día tirado, mirando los rayos del sol a través de las cortinas, esperando que el sueño al menos se llevara algo de mi rabia y dolor.

Pero no fue así... las pesadillas nunca se irán.

Con un agotamiento que antes no había sentido en el cuerpo, apenas me levanto de la cama y me dirijo a la ducha para lograr despertar del todo. El agua fría aclara mis ideas, calma mis demonios por unos momentos, pero no tranquiliza mi corazón...

Algo ha pasado, lo siento en mis venas como si estuviera sufriendo una tortura; lo siento en el aire, cargado de una energía maligna que me eriza los vellos del cuerpo.

Noto un dolor en el pecho que jamás había experimentado, como si me estuvieran apretando el corazón y apuñalándome el alma.

Estoy intranquilo esta noche.

El sonido de mi teléfono sonando sobre la mesita de noche llama mi atención desde el baño, pero decido ignorarlo mientras cepillo mis dientes. La llamada se corta y no pasa ni un segundo antes de que vuelva a sonar.

¿Quién mierda molesta tanto?

Hastiado me acerco y veo el nombre de Vincer iluminarse en la pantalla. No le contesto. Suficiente tuve anoche con la conversación que tuvimos como para que me siga hinchando las pelotas ahora cuando recién estoy despertando.

Mientras me visto, escucho como el teléfono no para de sonar y comienzo a inquietarme. No insistiría tanto si no fuera urgente.

—¿¡Qué!? —le grito a través del parlante.

—¿¡Lo has sentido!? ¡Dime que no lo has sentido! —grita él histérico. Nunca lo había escuchado estar fuera de sus casillas, ni en sus peores momentos Vincer pierde la calma.

—¿¡Dónde está!? —Escucho a la reina Ishtar gritar también por el parlante.

—¿Qué mierda...? —trato de preguntar qué carajos hace Vincer con ella, pero vuelve a interrumpirme.

—¿¡DIME SI LO HAS SENTIDO!?

—¿Sentir qué? —le gruño de vuelta. No entiendo nada.

—Ese... tirón en el pecho... —gime Vincer. De fondo escucho como la reina llora desconsoladamente.

El dolor...

—¿Qué significa ese dolor?

—No puede ser... esto no puede estar pasando... ¿Dónde está Agatha? ¿Dónde la viste por última vez? —pregunta rápidamente, atropellándose en sus propias palabras.

La agonía del Sol (Los ciclos del Sol I) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora