Ya habían pasado tres mese desde que se hicieron formalmente novios, pero algo andaba mal, Duxo lo ignoraba cada vez que le hablaba e incluso lo evitaba desde hace ya, una semana y no sabía el motivo de tal actitud.
¿Había echo algo mal? Se preguntaba el castaño quien se torturaba mentalmente co pensamientos negativos hacia sí mismo. Tal vez podría preguntarle el motivo de su actitud y quien sabe, tal vez se reconcilien.
Ese día Aquino tenía una una salida con una de sus mejores amigas, Mictia, una chica castaña que siempre llevaba un abrigo morado. Mictia le había pedido acompañarla al centro comercial, al parecer tenía una cita y necesitaba comprar ropa nueva.
No perdió más tiempo y rápidamente se cambió para salir con su amiga y valla sorpresa se llevó al ver a Duxo sentado en el sofá, hace tiempo Aquino pasa más tiempo en la casa del azabache, casi parece que ambos viven juntos, incluso la mayoría de las pertenencias del castaño ahora se encuentran acomodadas por todo el departamento del más alto.
-¿Duxo?- Pregunto Aquino pero no hubo respuesta por parte del azabache.- Duxo...¿Porqué me ignoras? ¿Qué hice mal? Por favor dime y lo podemos solucionar...- Suplicaba el ojimiel pero el ojilila solo se levantó del sofá y fue en dirección a la habitación.
El castaño se sentía culpable de mil maneras, por su culpa Duxo ya no le hablaba y se sentía cada vez más solo, aveces el azabache no llegaba a dormir y lo hacía sentir como un remplazo o como un juguete al cual desecharían cuando ya no le sirviera más.
Aquino sacudió su cabeza para sacar esos malos pensamientos de su mente, ese día tenía que estar de buen humor para poder ayudar a Mictia con su cita. No le dio más vueltas al asunto y se dirigió a la puerta principal.
Salió de la casa y no camino mucho hasta llegar a una cafetería donde se supondría estaría la castaña y efectivamente ahí se encontraba tomando un chocolate caliente.
-Hola Mictia- Saludó el castaño felizmente a su amiga. -¿Quien fue el valiente que te pidió salir?- jugó el castaño quien río al igual que su compañera.
-Mira que payaso andas Aquino, la otra vez fui al circo de acá cercas y te vi actuar ahí.- Bromeó la de abrigo morado y ambos castaños rieron. -La verdad yo fui quien le pidió salir...ese chico me gustaba desde hace ya unos meses y...Quien no arriesga no gana como dicen por ahí.- Se sonrojo y Aquino sonrió con una ceja levantada. -¡No me mires así imbecil!- dijo en un tono alto la menor de estatura mientras se ponía más roja que una cereza. -Mejor vámonos ya, deja pago esto y ya nos vamos de compras .- La más bajita se levantó y se dirigió al mostrador.
Mientras tanto Aquino pensaba en maneras de poder hacer que su novio le volviese a dirigir la palabra, debatía mentalmente cuando repentinamente sintió que alguien le revolvía el cabello, al parecer Mictia había vuelto y ya podían ir a donde ella pedia.
-Anda Aquinito, vamos ya a comprar lo que necesito que mi cita es mañana.- sonrío de manera confortante a el castaño, para Mictia, Aquino era como un hermano mayor, siempre estuvo para ella desde que eran niños, los dos crecieron juntos e incluso siempre hicieron lo posible por ir en la misma escuela que el otro. Mictia le tenía un cariño especial a Aquino.
-Pues vámonos ya, que necesito hacer algo en la noche y conociéndote, se que te vas a tardar todo el día.- Los dos castaños se dirigían al auto de la más baja sin saber que un azabache pasaba por ahí y los vio subir juntos al auto.
—Maldita perra.—
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