La vida nunca lo a tratado bien, lo hacen ver como un objeto de apoyo que después de un tiempo dejarán botado como si no significase nada, pero él no cree que Duxo puedo abandonarlo de esa forma tan cruel después de haberle dicho en la cara cuento lo amaba.
No puede evitar enojarse, frustrarse y sentirse incomprendido al sentir como sus amigos o su madre le repetían lo mismo, cuando le repetían lo que ciegamente negaba para encerrarse en su burbuja y jamás querer volver a salir.
Esas palabras, oh, cuanto lo lastimaban, "esa relación no te llevará a algo bueno" pero Aquino no escuchaba, se negaba a dejar lo único de lo cual puede sostenerse ahora, el amaba con todo su ser y alma a Duxo y sabia con anticipación que él, lo amaba de la misma manera, solo que no sabe como demostrárselo correctamente.
La campana sonó indicando que las clases habían terminado, el castaño se levantó de su asiento y guardó sus cosas rápidamente, queriendo evitar desperdiciar tiempo en algo tan inútil como lo es guardar unos simples cuadernos. Salió del salón y camino por los pasillos en dirección a la puerta de salida donde esperaría a Mictia y Soaring quienes lo habían convencido de ir al menos juntos por esa ocasión.
-¡Aquinito!- no tuvo tiempo de reaccionar cuando ya sentía los brazos de su mejor amigo fondeándolo.-¡Si quisiste! Hace tiempo no nos podemos ir juntos gracias a ya sabes...- dijo el otro castaño mientras jugaba con la manga de su sudadera.
Ambos esperaban a la castaña mientras charlaban, Aquino estaba nervioso y asustado por la tardanza de la más baja pues unos minutos más de retraso significaban horas de intensos gritos y jalones. Gracias a las plegarias de Aquino, Mictia apareció tras la puerta, asustando a Soaring por su tan repentina aparición, haciéndolo soltar un grito y provocar unas carcajadas por parte de los otros dos. Aquino tomó aire intentando estabilizarse de la risa y sonrió sin filtro, cuanto extrañaba ser feliz junto a sus amigos.
Los tres salieron del edificio y se dirigieron como primera parada a la casa de Soaring quien al llegar, se despidió alegremente de ambos y entró de forma torpe al no saber cual era la llave de la cerradura. La segunda parada fue la casa de Mictia, ambos castaños al llegar se sentaron sobre los escalones de la entrada y Mictia abrió su mochila, sacando una bonita fotografía que le hizo revivir buenos recuerdos al ojimiel.
En la fotografía se veía a tres pequeños niños sonrientes en el parque mientras jugaban en un columpio gigante para ellas gracias a su estatura en esos tiempos. Aquino sonrió al recordar ese momento, ahí fue cuando conocieron a Soaring quien se había caído jugando a la pelota y corriendo tras de ella, recuerda que él y Mictia fueron a ver si se encontraba bien y lo invitaron a jugar a las escondidas.
Guardó la fotografía en su mochila y llegó a su hogar, había caminado mucho ya que Mictia había llevado su auto al taller el anterior día y esa fue la razón del porqué se fueron a pie.
Entro al departamento y no vio a Duxo, a esa hora él tendría que estar por llegar así que se apresuró a darse un baño y comer lo que sea que ya esté preparado, quería ir a dormirse ya aunque apenas fueran las ocho de la noche.
Mientras terminaba de comer escucho la puerta abrirse y fue ahí cuando vio a Duxo asomarse hacia la cocina, lo saludó amablemente y el pelinegro se acercó lentamente hacia el castaño quien lo observaba expectante.
-¿Como te fue? ¿Acabas de llegar?- pregunto el azabache.-No es muy tarde, si quieres podemos tener un momento de pareja y ver una película...- Aquino abrió los ojos ante tal pedido pero luego sonrió.
-llegue hace como una media hora y me encantaría ver una película contigo.- Aquino le hablo cariñosamente mientras se paraba para ir a lavar los platos que había utilizado.-Tu la eliges si quieres.-
Y ese momento fue uno de los pocos en los que Duxo demostraba que lo amaba y él castaño agradecía internamente por estar de esa manera con su pareja.
-Oye Aquinito, ¿No tienes un lápiz? Necesito hacer algo rápido y yo.- hablo despacio y Aquino le indico que en su mochila en la bolsa de adelante se encontraban sus lápices.
Duxo camino lentamente hacia el lugar donde la mochila del castaño, empezó a buscar y en ese momento vio una pequeña fotografía la cual vio detalladamente.
-Aquino...- hablo en un tono espeluznante y el castaño volteó dudoso.-Volviste a verte con ellos, ¿Verdad?..- le enseñó la fotografía y el ojimiel se quedó quieto por la acción del mayor. -¿Te la dio ella verdad? Por eso tiene su nombre en una esquina.- apunto el nombre escrito con una tinta de color morado.-Yo te dije claramente que te alejarás de ellos y si estas en la misma universidad solo debías ignorarlos, ¿Porqué nunca me haces caso Aquino?- El castaño no decía nada debido al miedo ante semejante tranquilidad en la que hablaba Duxo.- Dime que tengo que hacer para que me obedezcas...-
-Duxo...- soltó con un hilo de voz.-No es lo que piensas, fue un regalo de mi madre, te lo prometo...- el azabache no pareció creerle.-Si tiene el nombre de Mictia es porque la madre de ella fue quien tomó la foto y Mictia la guardó...-
Duxo seguía sin creerle y camino en dirección a Aquino quien se quedó quieto esperando alguna otra acción por parte del azabache.
-¿Te gusta la foto? Dime Aquino, ¿Le guardas cariño a esta cosa?- El nombrado asintió y el mayor sonrío.- Pues que bueno, para que aprendas que a mi me obedeces.- Y rompió la foto en pedazos en la cara del menor quien tenía la vista nublada y los puños cerrados. Duxo tiro al suelo lo que quedaba de la fotografía y miro a él castaño con una cara monótona. -Limpia eso y apaga la televisión, por tu culpa ya no quiero ver nada.- Paso al costado del castaño quien seguía quieto sin decir nada.
El ojimiel se agachó poco a poco hasta que sus rodillas tocaron el suelo que se encontraba frío. Tomó los pedazos de la foto y entonces se echó a llorar en silencio, ¿Por qué a él? ¿Qué había echo para merecer tal trato?
Lloraba desconsoladamente con los pedacitos de aquella bonita foto entre sus manos. Aquino tenía fe en que todo cambiaría para bien y que después de tanto sufrimiento, por fin Duxo dejaría de ser tan cruel, odiaba con toda su alma las burlas y las acciones tan poco prudentes por parte del azabache.
Se levantó del piso y camino hacia el bote de basura donde tiro lo que quedaba de la fotografía que su gran amiga le había regalado. Se sentó en el sofá y apago la televisión tal y como Duxo se lo había indicado. Ese día el castaño dormiría en el sofá por el miedo al estar junto al ojilila quien obviamente seguía enojado.
Después de un tiempo el ojimiel por fin logró quedarse dormido, no era muy tarde pero de igual manera debía descansar después de todo al día siguiente debía ir a la universidad.
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