El tiempo pasa tan lento que le duele pensar que solo lleva tres días ahí dentro y el siente que han pasado semanas. Duxo a veces se queda de pie frente a la puerta que desde ese día a permanecido cerrada, Aquino lo sabe gracias a que durante la noche, la luz y la sombra de Duxo se cuelan por debajo de la puerta.
Aquino a sufrido de varios ataques de pánico durante esas tres frías y torturosas noches por culpa de la hostil oscuridad que decora toda la habitación donde a sido encerrado bajo llave. Aquino tiene miedo y guarda un gran deseo por salir de ese maldito lugar que antes le traía buenos recuerdos, ahora esos recuerdos se han transformado en viles y crueles pesadillas que lo llevan atormentado desde hace tantos meses.
El invierno hace de las suyas y Aquino comienza a temblar de frío y miedo, el sol apenas y comienza a salir y la poca luz lo logra calmar levemente. Sus huesos se congelan por debajo de su piel y solo así voltea por fin a ver la suave y cómoda cama frente a el. Esta solo, no hay ni una triste y miserable alma aparte de la suya en ese lugar, Duxo posiblemente a salido a trabajar y no hay nadie más en casa, ¿Que tal si aprovecha y se cubre con las cobijas tibias de la cama? Duxo no esta ahí y duda mucho que llegue pronto.
No importa cuanto valor deba o no tener para desobedecer a Duxo, su cuerpo ahora actúa por si solo en búsqueda de calor y un poco de consuelo en las sabanas, Aquino gatea cuidadosamente hasta la cama, intenta guardar silencio y evita respira con normalidad por miedo a ser descubierto. El ojimiel se esconde bajo las sabanas, el colchón y el edredón se sienten tan suaves, como una nube. Es tanta la sensación de calidez que se siente extrañamente irreal.
-¿Cómodo?- una risa y Aquino siente tanta impotencia. -¿No te había dicho algo? Muy mal Aquinito, tal parece que no entiendes...- Los pasos resuenan y el eco los hace escuchar aterradores, Aquino cierra sus ojos miedoso, desea tanto que todo aquello no sea más que una vil pesadilla de la que pronto despertara. -¿No me escuchas? ¿Ahora eres sordo? Inútil pedazo de mierda.- Los insultos se clavan sobre su corazón, quiere llorar, quiere gritar. - Creo que necesitas una lección para aprender a respetarme.-
- ¡No, Duxo!- su cuerpo por fin reacciona por el miedo y terror que le tiene al ojilila. Aquino se levanta de la cama, quedando sentado y con ambas manos frente a su propio torso intentando protegerse de algo. - Perdoname, ¿Si? Solo estaba un poco cansado y tenía frío y... -
-¡Deja de balbucear y quítate de acá!- el castaño obedeció y rápidamente quedo de pie junto a la cama con su mirada gacha. -¿Tienes hambre?- pregunta tranquilamente mientras ve con vanidad sus uñas, Aquino asiente levemente mientras juega nerviosamente con sus manos. -Eso es bueno, ¿Quieres estar más tiempo aquí?- un sutil "no" salió de la boca del castaño. La cara de Duxo se deformo en una aterradora sonrisa. -Que mal...Aquí te vas a quedar hasta que yo lo decida, ¿Entendido?-
-S-si...- quiere gritar y derrumbarse en suelo, ¿Por qué a él? ¿Por qué tiene que vivir tanta miseria? es como si la vida lo odiada. Aquino se niega quedarse más en ese lugar, sabe que Duxo es capaz de encerrarlo incluso en una cajita de cristal.
- Bueno, si quieres comer ve al rincón de nuevo, mereces algo de comida después de obedecerme tan rápido, ¡Bravo! Por fin me escuchas a mi y no a tu tonta cabecita. - lo vio salir del cuarto y cerrar la puerta nuevamente con llave.
Parecía un perro, un animal moribundo esperando que le den de comer y beber. Esta tan cansado pero hambriento, espera impaciente a que el ojilila le llevase la más mínima migaja, vivía de malos tratos y solamente pequeños granitos de arena que eran el "cariño" que recibirá de Duxo.
Aquino suspira con tristeza, esta tan mal, tan roto, tan miserable y moribundo. Se hace bolita en su lugar mientras intenta retener las lágrimas que luchan por salir.
-Ten, comételo todo o no te vuelvo a traer nada.- como si se tratase de un perro dejó el plato en el piso al igual que un vaso con agua, la suficiente como para quitarse la sed. -Tienes que completar con eso que no me voy a gastar más minutos de mi vida dándote de comer.- la mirada asqueda de Duxo lo lleno de una profunda tristeza. Duxo pareció notarlo y con una sonrisa lo vio directamente. - Era bromita, pero de verdad solo te daré eso, ¿Entendiste?- no recibió respuesta, solo una mirada llena de miedo y un asentimiento de cabeza. -Oh, que lindo, ya sabes que debes de obedecerme. Bueno ya me voy a ya sabes donde, a mi jefe no le gusta para nada que llegue tarde, ¿Quieres que llegue tarde? ¿No verdad? Bien, adiós Aquisi. -acaricio su cabeza como si fuera un animal, levantándose tranquila y despreocupadamente dirigiéndose a la puerta y cerrándola nuevamente con llave.
Aquino espero unos minutos antes de soltarse a llorar. Las brillantes lágrimas se deslizan por sus mejillas ya no tan regordetas y caen finalmente al suelo. Aquino quiere golpear la pared, quiere gritar, quiere romper todo lo que está en esa habitación. Aquino quiere ser libre.
El castaño toma el basó con agua y lo bebe lentamente, sintiendo el ardor en su garganta gracias a la resequedad y asco por culpa del reflujo que fue causado por la falta de alimento.
Come con lentitud en sus movimientos y al terminar deja los platos sucios a su lado. Mira el techo y piensa en cuanto odia a la vida por tratarlo de esa manera tan cruel y asquerosa, tan despiadada y sin remordimiento.
Se hizo ovillo en aquella misma esquina e intenta buscar calor entre sus mismos brazos. Dormir era lo único que lo mantenía ocupado, no tenía nada más que hacer, solo duerme y duerme hasta que esta cansado incluso de dormir. No tenía su celular, Duxo se lo había quitado en una de sus tantas peleas. Solo y sin comunicación, poco a poco se estaba volviendo loco.
Si tan solo su vida mejorara.
Estupideces.
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