-Humillar en público-

1K 71 57
                                    


Después de semanas por fin el castaño iba a conocer a los amigos de el azabache, aunque ya llevaran meses de relación, el pelinegro nunca le presentó ni a sus amigos y mucho menos a su familia.

Aquino pensó que esto se debía a un problema familiar o a algún desacuerdo que quiere mantener en privado y Aquino no iba a molestarlo con el tema, es decisión de Duxo al final del día.

Era medio día y Duxo le había llamado para avisarle que en aproximadamente una hora estaría en casa para recogerlo e ir a un restaurante para conocer a sus amigos. Aquino no se negó y rápidamente se vistió con su típica sudadera blanca con una "A" gravada en un costado y unos pantalones sueltos de color negro.

Duxo cumplió esta vez su palabra y llegó justo a tiempo para irse al lugar donde los invitaron. Aquino no mentiría, de verdad se encontraba nervioso, tanto que le sudaban las manos, quería dar una buena impresión ya que se trataban de los mejores amigos de su novio.

No tardaron en llegara a aquel lugar, era bonito, era un lugar grande y parecía un castillo de color rosa. Duxo tomo de la mano a Aquino y ambos se adentraron a aquel bonito palacio.

Al entrar el azabache guió al castaño por el lugar hasta llegar a una mesa donde estaban tres chicos sentados. Aquino trago duro mientras sonreía nervioso.

-¡Duxo!- Saludó el chico más alto. -Que bueno que llegan, si se tardaron eh, ya casi nos corrían por no haber ordenado nada en una hora.- regañó al azabache.- Y hola a ti también, perdón por darles esa bienvenida, mi nombre es Tomy, un gusto conocerte.- extendió la mano hacia al más bajo.

-Hola Tomy, mi nombre es Aquino, el gusto es mío...- Tomo la mano del más alto, sacándole una sonrisa amistosa.

Los otros dos chicos se presentaron como Cejo y Locochon. Ambos chicos muy amigables ante los ojos de Aquino. Al momento de pedir la comida, Aquino pidió un filete con papitas y se dispuso a comer, aunque sentía como Duxo lo fulminaba con la mirada, incómodo se removió en su silla, tragando saliva nervioso.

-Comes como un cerdo Aquino.- El comentario del azabache hizo que todos se quedaran estáticos incluido el mismo castaño. -¿Acaso quieres volver a engordar? Come otra cosa que no sea eso.- dijo con asco el de abrigo de paloma, abrió levemente la boca para continuar hablando, siendo interrumpido por uno de sus amigos.

-Ya para Duxo, déjalo comer tranquilo y que disfrute.- Hablo el de máscara de pez.

-No te metas Cejo, esto es entre Aquino y yo.- Hablo amenazante.- Tu no sabes lo que tuve que aguantar al tener a este como novio y aparte estando gordo.- Aquino sintió como su corazón se oprimía por cada palabra dicha por la persona que se suponía lo quería como tal y como era.

-Duxo...yo no estaba tan gordo, ¿No se supone que me amas tal y como soy?- hablo el castaño. Cejo estaba por decir algo pero Duxo lo interrumpió gracias a lo estupido que le pareció el pensamiento de Aquino.

-Claro que te amo, pero también debes aprender a cuidarte, sácate ideas erróneas de la cabeza y mejor deja de comer tanta grasa.- Termino de decir el azabache. Después de Duxo nadie más hablo y solo comieron en silencio y en uno incómodo.

Después de esa cena que evidentemente fue arruinada por los comentarios del azabache, los cinco chicos se separaron para volver a sus hogares a excepción del castaño quien iba incómodo en el asiento del copiloto alado de quien se suponía era quien lo amaba.

-Perdóname Aquino, no quise decir todo eso, solo fue un error, ¿Si?-Hablo dulcemente el mayor y tomó la mano del castaño para acariciarla. Aquino se quedó debatiendo un momento si debía perdonarlo o no, pero finalmente acepto gracias a que él pelinegro le afirmó que lo amaba incondicionalmente.

-Yo soy consciente de que cometemos errores pero...- sintió la mirada lila clavando sobre el, no se atrevió a voltear la mirada y enfrentarse directamente con esos orbes de color peculiar.- No te preocupes Duxo, yo podré perdonarte si es que verdaderamente te arrepientes...— Sonrío aquel chico de ojos color miel y dio un beso en la mejilla del azabache.

Ambos al regresa, fueron directamente a cambiarse de ropa y seguir con sus actividades diarias, Aquino vistió su pijama y se recostó sobre la cama, pensando en cómo su apariencia lo había estado dejando más frente a Duxo.

-Tal vez deba dejar de comer...-

.


.


.


.


.

Hola, quería dar un pequeño aviso.

No actualízate durante unos tres días ya que ahorita me ando sintiendo mal de la cabeza y no puedo concentrarme al escribir y no tengo ideas para algunos capítulos.

Eso era lo que quería decir y espero lo entiendan.

Bye :)


-791 palabras


Violentometro | Anti-DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora