El sol se asoma por la ventana de su habitación, indicando el inicio de un nuevo día o más bien, una nueva pesadilla. Se levanta con dificultad de la cama y escucha su estómago rugir, tiene hambre más sin embargo no debe descuidarse.
Se siente incómodo por alguna razón, aunque su soledad le da más calma de lo normal. Duxo había estado insistiendo con más regularidad el tener relaciones, pedido que era constantemente negado por el más bajo con un intento de pararlo.
Sale de su hogar y emprende el camino a su única salvación del día. La universidad quedaba a tan solo unas cuadras de distancia. Se le hace tan abrumador no tener a alguien con quien hablar o con quien compartir momentos.
Iba por los pasillos de la universidad, eran las tres de la tarde, había decidido ir de turno vespertino para no toparse con sus amigos quienes posiblemente lo agobiarían con preguntas de las cuales Aquino no tenía la respuesta de ninguna.
Los pensamientos hacen que su mente de un vuelco, sobrepensar lo hace ser alguien débil, alguien que no puede soportar ni sobrellevar las múltiples amenazas de su pareja. ¿Terminar con Duxo sería buena idea? No, no lo es, Duxo cumple su palabra y lo hará desaparecer.
Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, se trenzó un poco por el miedo. Le temía, tenía un temor horrible hacia quien se suponía debía amar. Y ese era el problema, no sabía lo que sentía por Duxo, ¿Amor? ¿Odio? No lo sabe con exactitud, su mente ya no sabe procesar sus sentimientos por la inestabilidad de la misma.
¿Duxo lo amaba? La pregunta siempre se repetía por la mente del castaño ya arto de incluso pensar, su cabeza dolía de una manera que no lo dejaba concentrarse al hacer sus tareas o planear su futuro, ¿Llamar a la policía sería buena opción? El castaño sacudió la cabeza ante tal idea, sería imposible que solucionaran su problema, ambos eran hombres y ambos tenían la misma fuerza física fácilmente se podría defender.
Pero Aquino era más pequeño y débil que Duxo.
No tenían la misma fuerza física.
¿Entonces?
Sin darse cuenta llegó a la puerta de su salón, ¿Tan difícil es simplemente huir? Si, si lo es. No puede simplemente darse la vuelta e irse como un cobarde, como un monstruo, no puede abandonar a quien le a dado todo de sí mismo por esos largos ocho meses. Aunque aveces se sentía desechado, desplazado, siente que no es más que un inútil muñeco inanimado.
Aquino esta y siempre estará cegado de amor, un amor incondicional y obsesivo hacia el azabache quien no se quedaba atrás con el cariño enfermizo y el amor repleto de veneno que sentía por el castaño.
Ambos eran culpables e inestables.
Aquino tomó asiento en los últimos lugares al fondo del aula que se encontraba casi vacía, era normal que no hubiese gente tan tarde, la mayoría prefería estar en el turno matutino, Aquino soltó aire a modo de suspiro, ¿Cuanto tiempo más tendría que aguantar esos tratos? No podía separarse del ojilila y tampoco quería, estaba seguro que su corazón no sobreviviría al estar tan lejos de él.
El castaño no presto atención a ninguna de las clases que se les impartió ese día, no tenía cabeza como para poner atención o pensar. Las horas pasaron rápido y la hora de salida por fin llegó, se levantó para recoger sus cosas e irse de una vez, quería dormir, soñar con un mundo perfecto donde no exista el dolor y jamás despertar, soñaba con que su vida acabase de una vez por todas, ¿Tendria el suficiente valor como para dispararse? Una sonrisa adornó la cara del castaño ante la idea de un suicidio, pero rápidamente borro ese pensamiento, ¿De verdad estaba pensando en matarse teniendo a gente que lo ama? Pensó decepcionado de sí mismo, tenía a su madre, a Mictia, a Soaring y Natalan y por supuesto no faltaría Duxo.
Duxo...
Mi Duxo...
¿Donde estará? Pensó el castaño al llegar al departamento y no encontrarlo por ningún lado, pero decidió ignorarlo, el menor fue en dirección a la habitación y se tumbó en la cama aún sin siquiera cambiarse a una ropa más cómoda, venía agotado, cansado de vivir y no se perdería la oportunidad de descansar solo por una obligación que de igual forma terminará cumpliendo.
El castaño durmió tranquilo como un bebé, en ese momento no era consiente de sus problemas, de sus obligaciones y de que alguien estaba apunto de llegar.
¿Alguien?
Duxo entraba al departamento cansado de trabajar, estaba arto de los imbeciles que tenía por compañeros. Decidió pasarse por la cocina para beber aunque sea algo de agua, de verdad que estaba hambriento y con sed, justo al entrar se dio cuenta de algo, no había comida preparada ni sartenes sucios, ¿Donde estará Aquino? Pensó el azabache, ¿No se supone que ya debería haber llegado? El azabache estaba que explotaba de rabia, ¿Otra vez voy a tener que amenazarte?
-¡Aquino!- pero nadie respondió al llamado.-¡¿Donde estas Aquino?!- pensó en buscar por la casa y así lo hizo, encontrando fácilmente al chico que tanto quería ver, dormido cómodamente en la cama que ambos compartían.-¿Acá estabas?- soltó una pequeña risa ya calmando, lo inspecciono de pies a cabeza dándose cuenta que ni siquiera se había molestado en cambiarse de ropa.-¿Me quieres provocar acaso?- sonrío de una manera lasciva al darse cuenta que la sudadera del chico estaba algo levantaba dejándole ver la suave piel del castaño que aún dormía despreocupado.
El azabache se mordió los labios con clara excitación, ¿Aquino lo hizo a propósito? Si, lo hizo, ¿Estaría mal aprovechaste aunque sea un poco del chico que aún estaba dormido? Nah, eran novios después de todo, pensó el azabache mientras se subía encima del castaño quien ni se inmutó gracias al gran cansancio que guardaba desde hace días. Duxo comenzó a tocar por debajo de la sudadera de Aquino su abdomen el cual masajeaba sin descaro alguno, el chico más bajo solo se removía entre sueños ante el tacto frío de Duxo quien al notar un hueco en el cuello del abrigo del menor no dudó en acercarse a su cuello de una manera lenta y provocadora.
Lamía el cuello del castaño el cual apretaba los párpados sin aún despertarse, dejaba chupetones y lamidas por toda la piel visible del más bajo asta que llegó un punto en el que no se podía seguir conteniendo dejando una mordida dolorosamente profunda que probablemente dejaría una marca en en la bonita piel del ojimiel el cual se levantó ante el dolor que provocó la mordida.
-¡¿Duxo?!- dijo exaltado el chico que se acababa de levantar percatándose de la mordida dolorosamente marcada sobre su hombro.-¡¿Que mierda Duxo?! ¡Se puede infectar!- lloriqueo el más bajo mientras apretaba con su mano la herida punzante.-¿Porque Duxo?..- hablo con un tono triste.-¿Ya no puedo dormir en paz? Siempre que quiero descansar me haces los mismo, me hacer querer desaparecer...-
-Tu tienes la culpa, sabiendo lo caliente que me pones no guardas compostura, ¿Sabes algo? Si no te hubieses despertado ya te estuviera follando ¡Y deja de lloriquea mierda! Mejor ver a desinfectar la mordida.- comenzó a estresarse al verlo sollozar.-¿Acaso quieres volver a pelear sobre esto Aquinito?- el mencionado negó y Duxo revolvió los cabellos del castaño quien derramaba lágrimas de pura frustración e ira.- Entonces vete ya...- al no ver reacción alguna por parte del contrario volvió a gritar.- ¡Ya!- le grito y soltó una risita al verlo correr asustado hacia el baño.
-Hay Aquinito, algún día no voy a controlarme...- rio el azabache mientras se levantaba para cambiarse de ropa.
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