-Mutilar-

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Quiere ser libre, quiere que esa tortura por fin termine. Odia no ser dueño de su propio cuerpo, odia no tener control de el mismo y no ser capaz de establecer un límite o llenarse de valor y enfrentar a su miedo más grande.

- Aquino, Aquino, Aquinito. - escucha una voz tras de el, no quiere voltear, tiene miedo. - Es bueno ver que estas donde te deje, aprendes rápido. - rie un poco la voz grave, Aquino tiembla ligeramente. - Pero ese no es el punto, ¿No tienes hambre cariño? No has comido en un buen rato. - esas manos ásperas se pasean por todo el alrededor de su cuerpo. - Podemos comer juntos como antes... ¿Qué te parece? - Aquino asiente incómodo, Duxo entonces se aleja un poco y comienza a caminar hacia la salida. - Bien, entonces acompáñame...-

Aquino se levanta lentamente de la cama, sus piernas tiemblan y siente espasmos de dolor en diversas partes de su cuerpo, Duxo a sido muy cruel con el a la hora de usar su cuerpo cual muñeca sin vida. Camina lentamente hasta quedar tras de el, con la cabeza gacha y sus ojitos rojos e hinchados, se niega a verlo, a dirigirle la palabra, ya no quiere hablar, ya no quiere pelear, solo quiere dejar de pensar y largarse de ahí.

Un pitido le saca de su monotonia, curioso alza levemente la cabeza y se encuentra a Duxo viendo directamente la puerta. El timbre vuelve a sonar y Duxo un poco molesto decide ir y abrir la puerta.

- Hola Duxo...- escucha decir tímidamente al sujeto fuera de su campo de visión. - Hace mucho no los veíamos los chicos y yo, y bueno... decidí venir a visitarte para ver cómo se encontraban los dos. - dice refiriéndose también al castaño que decide acercarse tímido al híbrido que le saluda alegremente. - Hola Aquino, ya tenía un tiempo sin verte, ¿Cómo te a ido?-

- Bien Loco, bien. - responde por el, sabe que Aquino es muy imprudente a la hora de dar una respuesta. - Eh, bueno, ¿Por qué no tomas asiento? - le ofrece con amabilidad falsa, Locochon acepta y alegremente se sienta en el sofá. -Bien, ustedes hablen, yo iré a preparar el desayuno.- pasa detrás del ojimiel que nervioso tiembla al escuchar un susurro amenazante de Duxo. - Hablas de más y juro que te arranco una extremidad. - y se va, dejando al pobre castaño más asustado que antes.

- Este, ¿Por qué no te sientas? Hablemos de nuestras vidas. - Aquino asiente y toma asiento a su lado. - ¿Y qué has...- se queda callado al ver a esa frágil figura llena de marcas.- ¿Qué te pasó en la cara y en las manos? Estas muy golpeado. - Aquino intenta cubrir su cuerpo lo más que puede, no quiere hablar, ni siquiera respirar, está aterrado. - Dime Aquino, ¿Qué a pasado en estos meses en los que desaparecieron? - se acerca más al de ojos miel que comienza a jugar con sus manos temblorosas.

- Solo me caí... soy muy torpe al caminar y me caí de las escaleras, no es nada de que preocuparse.- ríe nervioso, Locochon lo mira fijamente no muy convencido de aquella respuesta.

- ¿Enserio? ¿Y de cuantas escaleras te caíste? Vives en un departamento y en el primer piso.- aquello provoca ansiedad en el más bajo que mueve frenéticamente sus piernas en un tick nervioso. - Dime la verdad Aquino, tal vez no hemos hablado mucho y tal vez no somos tan cercanos pero, quiero ayudarte, quiero saber que pasa.- apoya su mano en el hombro del castaño, sintiéndose asustado al sentir aquel delgaducho cuerpo tras la gran sudadera blanca.

- Yo...yo...- muerde su labio indeciso de si contarle o no. - No quiero, no quiero.- piensa en Duxo, en su castigo y en su destino, no quiere volver a cometer un error que le cueste todo lo que a intentado construir. - No puedo, simplemente no puedo...tengo que quedarme callado, tengo que obedecer.- dice estirando levemente su cabello, Locochon le da suaves caricias en su espalda, intentando reconfortarlo. - Me irá mal, me matará, no puedo hablar, tengo que callarme.- comienza a llorar más asustado que antes.

Violentometro | Anti-DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora