Ya llevaban un mes de noviazgo y solo los amigos cercanos de Aquino eran los únicos que sabían sobre su relación con el chico de ojos lilas.
Aunque todo era felicidad, Duxo aveces llegaba a decirle cosas demasiado hirientes que incluso lo hacían llorar, pero al fin y al cabo solo eran bromas, bromas inofensivas que no tienen un significado más allá de solo ser graciosas.
Aquino se encontraba cenando en la casa de aquel azabache quien lo había invitado a comer. Algo que todos los que eran cercanos a Aquino sabían, es que a él castaño le encantaba comer y más las cosas dulces, así que este se le podía ver comer y comer pedazos de un pastel que su madre le preparó para que pueda comer con su nuevo "amigo" que lo había invitado a cenar, repentinamente sintió una mirada clavada sobre el así que dirigió la vista hacia arriba y ahí se encontró con esos ojos que tanto le gustaba, Duxo lo miraba con esos orbes lilas tan brillantes como una estrella entre la oscuridad.
-Deja de comer que vas a engordar, ¿No vez lo gordo que estas y sigues comiendo como un animal?- Hablo con un tono serio y monótono, asustando al castaño que sintió como su piel se erizo. El castaño soltó aquel tenedor con el que se encontraba comiendo su pastel y bajo su mirada hacia su abdomen, ¿De verdad estaba tan gordo? Hizo a un lado el plato que aún tenía unas rebanas y agachó su cabeza mientras algunas lágrimas salían sin poder controlarlas, de verdad le había dolido ese comentario que incluso sintió una punzada en su pecho.
Y entonces lo escucho, Duxo se estaba riendo a carcajadas, Aquino confundido, limpio sus lágrimas aún con su cabeza gacha.
-Tranquilo Aquinito, solo era una broma.- dijo una vez que se calmó de aquel ataque de risa y entonces el castaño aún con lágrimas en sus ojos río un poco, ¿Como había sido tan tonto como para pensar que se lo dijo enserio? Duxo lo ama y es incapaz de decir algo así con la intención de lastimarlo pero entonces, ¿Por que ya no volvió a tocar aquel plato con el pastel que tanto le gustaba?
Aquino se sentía cada vez más inseguro de sí mismo al punto que dejó de comer y esto les preocupó a sus amigos, no era normal ver a Aquino apenas y tocar su comida, algo andaba mal y aunque el ojimiel no se los dijera lo averiguarían.
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