Capítulo 11

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Lucy se dio cuenta casi de inmediato de que Wendy estaba mintiendo al decir que no sabía cuando regresaba Robert. Pero supuso que por alguna razón la pelinegra no quería decírselo y tampoco tenía ningún problema con eso.

—Entiendo. Envíale un saldo de mi parte —le pidió con mucha amabilidad.

—Lo haré —la pelinegra le sonríe como despedida antes de cerrar la puerta.

Regresó adentro y de nuevo sintió esa soledad que ahora la acompañaba a todos lados. Estar sin él era como estar un día encerrada en una habitación donde sólo habita el silencio.

Esa fue la única vez que la invitó a la mansión y por supuesto que siguieron en contacto, se reunían algunas veces en lugares para hablar; se llevaban bien, reían juntas pero la pelinegra no disfrutaba tanto estar con ella como lo hace con Giselle y Alice: estos días sus amigas estuvieron pegadas a su lado, lo que menos querían era que estuviera desanimada.

No ayudaba mucho pero la llevaba de compras aseguran que eso la haría sentir mejor aunque ni ellas sabían de que forma pero estaban seguras.

—Este seguro te queda perfecto, se ve increíble. Pruébatelo —la chica del pelo corto no le importaba si quería o no, ella le ordenaba que se probará todo los vestidos del lugar.

—Yo prefiero el azul que seguramente le quedará mejor con el color de sus ojos —la otra estaba segura de eso.

Ambas seguían buscando más vestidos para su amiga mientras aquella estaba sentada en un pequeño sillón deseando desaparecer y aparecer en la mansión. No por el hecho de que no le agrade estar con sus amigas sino que estaba tan desanimada que no quería hacer nada.

—Se nota que Robert es el primer hombre en tu vida —comentó la del pelo corto.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —la pelinegra la miró de inmediato en cuando mencionó el nombre de ese hombre.

—¿Ya ves? Al solo oír su nombre te pones así. Sé que no has tenido nadie y déjame decirte que mientras más actúes así, el podrá hacer lo que quiera contigo porque sabe que mueres por él —niega con la cabeza—. La vida sigue y debes estar feliz, tampoco es como que se vaya morir en el viaje.

—Estoy de acuerdo con ella, tiene mucha razón —Giselle apoyaba a la otra.

—Me siento así porque apenas se fue pero estaré mejor al pasar unos días —aseguró la chica aunque no sabía muy bien si podrá cumplir con su palabra.

***

Los días siguieron pasando y sorprendentemente la chica pudo cumplir sus palabras aunque al principio no estaba segura de poder hacerlo, lo pudo lograr gracias a que estuvo ocupada estudiando para los exámenes de la escuela, no le daba tiempo siquiera de pensar, solamente estudiaba todos los días para poder sacar buenas calificaciones ya que nadie la detenía está vez como le solía pasar hace algunas semanas antes.

Cada día que asistía a la escuela no iba sola porque varios guardaespaldas iban en una camioneta detrás de ella siguiéndola para protegerla por órdenes de Robert para que ya nada le suceda.

Saludaba a todos antes de ir a la escuela, tenía un gran corazón que incluso les preparaba algo en la mañana para que no pasaran hambre mientras la esperaban. Todo salía muy bien, nadie sospechaba que Wendy tenía novio y nunca le han hecho ninguna pregunta sobre él o sobre los guardaespaldas que se detienen a varios kilómetros de distancia.

La semana siguiente fue sólo de exámenes y la maestra por primera vez no siguió molestándola con los estudios, se veía más callada que nunca. Los resultados de los exámenes que Wendy recibió la tercera semana fueron increíbles que ella misma quedó sorprendida. Por primera vez estaba feliz pero claro que no debía bajar la guardia porque sin darse cuenta puede bajar nuevamente de calificación.

Adiós tristeza y hola felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora