—¡No me toques! —dijo asustada alejándose cuando sintió la mano sobre su brazo.
—Soy yo —era Robert. La observa y se dio cuenta de que Wendy tenía la nariz roja por el frío—. Por lo menos debiste traer un abrigo.
Tuvo que quitarse la suya para ponérsela a ella.
—¿Qué haces aquí? —trataba de no mirarlo a los ojos—... no quise gritarte, perdóname.
—Olvídate de eso. Ahora, vamos —le pidió. L chica lo sigue cuando encaminó hacia su coche.
—Pudiste no haber venido, ¿por qué estás aquí? —cuestionó, cuando él estaba a punto de abrir la puerta.
—Ya es tarde. Una mujer no debe andar sola por la calle —se recarga contra su coche, con las manos en los bolsillos de su pantalón.
—¿Y que más da si me sucede algo? No seré la primera, ni la última.
—Pero no eres cualquiera. Eres mi mujer.
Wendy queda sorprendida pero no quiso demostrarlo, esas palabras se escucharon tan lindos viniendo de Robert.
Se pone un poco nerviosa.
—¿Por qué de repente dices eso? Mañana amanecerás diciendo otra cosa.
—Lo que dije es verdad. Eres mi mujer, ¿no es así?
—Lo soy. —sonríe, tímidamente.
—Ahora sube. Debemos irnos de aquí, hace frío, te vas a enfermar.
Robert le dedica media sonrisa antes de abrirle la puerta de su coche para que ella pudiera subir.
Más tarde llegaron a la mansión sin discutir. Ambos subieron a la recámara para dormir pero antes la pelinegra decidió darse un baño para dormir cómodamente.
Estaba disfrutando del agua hasta que sintió una presencia detrás de su espalda. Se dio la vuelta para mirar y sus ojos se encontraron con los de Robert. Él solo sonrió para después agarrarla de la nuca con una mano y poco a poco unió sus labios con ella; sus labios se rozaban lentamente, subió la otra mano pasando por el torso y los senos de Wendy para llegar a la mandíbula de ésta, buscaba mayor contacto de labios.
Ella sólo correspondía de la misma manera hasta que tuvo que detenerlo aunque él quería seguir.
—Estoy asustada —confesó con su rostro cerca con la de aquel.
—¿Que te asusta?
—Te amo, Robert —afirmó. Lo miró a los ojos—. Me enamoré de ti, perdóname.
Robert no quiso separarse sino por el contrario algo lo impulso para que le diera un abrazo a aquella chica que se le confesó. Aunque es alguien que no demuestra sus sentimientos, en ese instante sintió una pequeña emoción al momento de escucharla. No quería cortar el abrazo pero tuvo que hacerlo para mirarla a los ojos, le dedicó una sonrisa leve.
—No debes amarme, lo sabes —le recordó.
—No te preocupes... te amaré hasta que él contrato termine.
Ella sabía que enamorarse no fue lo mejor que pudo hacer y tampoco era lindo ya que sabía las consecuencias así que sí o sí tendrá que matar ese amor cuando el contrato termine sin importarte si lo quiere o no porque deberá hacerlo obligatoriamente.
***
Los cuatro amigos abordaron un avión para ir rumbo a la playa como lo habían dicho hace algunos días. La más feliz sin duda era la pelinegra porque será su primera vez en subir a una avión; se tomó varias fotos con su amiga mientras los hombre subieron rápidamente dejándolas solas, por supuesto que a ellas no les importó ya que siguieron tomándose varias fotos.
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Adiós tristeza y hola felicidad
RomanceEl feliz matrimonio de Robert y Britney uno de las parejas más queridas de la cuidad se verá obligada a terminar cuando la mujer descubre que padece de una terrible enfermedad que no tiene cura. Ante la desesperación de saber que no tenía muchos día...