Capítulo 6

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Tal vez si en un futuro más lejano Robert hubiera conocido a Wendy, sería otra historia; tal vez nunca hubieran cruzado palabra.

Era difícil para él tener que estar con alguien y hacer una nueva historia. Los recuerdos se apoderan de él prohibiendo que siga su vida. Los recuerdos no desaparecen porque se aferra a ellos, precisamente eso era el miedo que Britney tenía antes de irse por lo que decidió contratar a Wendy para que cambiara eso pero nada estaba resultando bien. Aunque Wendy lo intentaba no resulta como lo desea.

—Podrá cancelar el contrato pero será después de un año, esa es la única manera, no hay otra más que esa —le informó el abogado cuando le pidió que cancelara el contrato.

—¡¿Por qué?! —se molesta— entonces todo lo que me dijo era verdad, la empresa de Britney pasará a mano de sus padres si yo cancelo ese contrato.

—Exactamente. Además si se cancela ese contrato la señorita Wendy puede ser encarcelada por incumplimiento de contrato —le informó—, es una chica muy buena y hermosa. Usted debería tratar de ser feliz, mi señora así lo hubiera querido además me contó que usted le prometió que sería feliz cuando ella ya no estuviera.

—Trato, pero sin ella es imposible.

—En verdad lo siento, pero debe intentarlo no debe estar triste todos los días, sólo déjese llevar por la chica, ella podrá hacer que se sienta bien tiene energía de sobra y mucha felicidad que dar —aseguró el abogado.

Hay veces en la que nos aferramos a una persona que ya no está con nosotros y es la causa por la que los recuerdos al igual que la mente no pueden estar en paz, esa era la misma situación de Robert, en todas horas la sonrisa y todo los momentos que vivió con su esposa lo seguían a todas partes; la recordaba al pasar los días, cada instante, aunque intentaba no hacerlo: el sentimiento era más fuerte que él y se apoderaba de su mente.

La tarde llegó rápidamente y Wendy recién salía de la escuela caminando hacia la banqueta donde se detuvo para esperar un taxi. Mientras estaba ahí veía a todas sus compañeras caminando juntas  hasta subir a un taxi pero lo que ella pensaba era por qué no quisieron invitarla a unirse si estaban en el mismo salón e incluso han hablado algunas veces aun así decidieron invitar a alguien más que no era de su salón, eso la pone triste hasta que llegó un compañero y una chica a su lado que iban a hablar con ella.

—¿Te llamas Wendy, verdad? —preguntó la chica; Wendy asiente con la cabeza— estamos en el mismo equipo, ¿ya sabes que tienes que investigar?

—Claro que sí, haremos buen trabajo —aseguró. De repente ve al abogado en un auto estacionado cerca de la escuela—. Me tengo que ir, nos vemos mañana —se despide después se va caminando a toda prisa.

Miraba por todos lados para ver si nadie la observaba mientras se dirigía al auto del abogado, no quería que nadie supiera de su contrato y por eso subió rápidamente. El abogado sonríe y arrancó para luego irse con la pelinegra.

Wendy trataba de ocultar su rostro para que ninguno de sus compañeros la vieran porque todavía estaban saliendo varios en la puerta principal y justo ahí es donde pasó el auto. El abogado y ella se dirigieron hasta la mansión pero se estacionaron unos kilómetros antes.

—¿Para qué fue a recogerme? ¿Hice algo malo? —preguntó, asustada.

—Recuerda que no debes tener contacto con nadie. Me alegra que te hayas alejado de Giselle, sé que no la has visto… pero, ¿quiénes eran esos chicos?

—Ellos solamente querían preguntarme algo sobre nuestra clase, nada más.

—Muy bien. Que no se vuelva a repetir. En las reglas dice que no puedes estar cerca de nadie, ni siquiera de una mujer.

Adiós tristeza y hola felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora