18. Cena de negocios.

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Adeline Harlow.

Cuando Kael nos deja a Lyra y a mí en mi departamento, ambas hablamos un rato más con la veterinaria que Kael contrató para que cuidara a Salem mientras yo estuviera afuera.

— ¡Adeline! Me traes algo de comer, por favor. — Grita Lyra desde mi habitación, tomo algo más de fruta, la pongo en el vol y me dirijo a la habitación con mis chumis en el cabello y con una bata de seda y pantuflas.

— Termina rápidooo, necesito arreglarme también. — Digo hastiada de ver qué tarda mil años con su maquillaje, se lo retoca cada cinco minutos y dura veinte.

— Ya voy, debo estar presentable, los desgraciados de los socios de Kael siempre buscan algo en mi apariencia para burlarse. —

— ¿Kael sabe? — Pregunto mientras me siento en la cama.

— No, y espero que no se lo diga, sus socios son demasiado importantes. — Dice y vuelve a mirarse al espejo, se levanta y yo me siento y me empieza a ayudar con el maquillaje.

— Creo que debería saberlo. —

— No, y no salgas a decirle, porque tenemos problemas tú y yo. — Dice mirándome por el reflejo del espejo amenazándome con la brocha y luego de que se cerciora de que la he escuchado, sigue aplicandome el rubor.

— Tranquila, no lo haré si tú no quieres. — Digo y me sigo peinando las cejas.

Al cabo de cuarenta y cinco minutos exactos, hemos terminado, tanto con el maquillaje como con el peinado de ambas, así que ambas nos ponemos los vestidos que hemos escogido para esta noche y nuestros respectivos accesorios, zapatos y cuando ya vemos que es hora de salir para que Rocco nos recoja, tomamos nuestros bolsos y nos despedimos de Salem y su veterinaria. Cuando estamos bajando las escaleras, mi celular suena indicando una llamada, la tomo y enseguida escucho a Rocco.

— Señorita, estoy abajo esperándolas, ¿Quiere que suba?

— No, ya vamos bajando, no te preocupes, gracias.

— Ok, le avisaré al jefe entonces.

— ¿Vino contigo?

— No señorita, lo llamaré.

— Ok, gracias.

— No hay de que.

Es lo último que digo antes de cortar la llamada y seguir bajando junto a Lyra, cuando pasamos el lobby y salimos a la calle lúgubre, Lyra y yo sentimos un pequeño escalofrío, así que caminamos rápidamente a la camioneta donde Rocco está, cuando estamos cerca, nos abre la puerta trasera y ambas subimos agradeciendo la rapidez de este.

— Ambas se ven increíbles. — Dice Rocco mirándonos por el retrovisor.

— Gracias. — Digo.

— No le agradezcas, le dice eso a todas. — Reprocha Lyra.

— Solo se lo he dicho a una persona fuera de la familia, no seas resentida. — Dice Rocco y arranca de una vez por todas el auto.

— Si, si, claro.

— ¿Por qué dices eso?

— Porque es la verdad, él siempre le está diciendo cosas lindas a las mujeres, lo único bueno de él, es que es completamente fiel. — Dice ella.

Con amor, el diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora