Adeline Harlow.
Cuando Kael nos deja a Lyra y a mí en mi departamento, ambas hablamos un rato más con la veterinaria que Kael contrató para que cuidara a Salem mientras yo estuviera afuera.
— ¡Adeline! Me traes algo de comer, por favor. — Grita Lyra desde mi habitación, tomo algo más de fruta, la pongo en el vol y me dirijo a la habitación con mis chumis en el cabello y con una bata de seda y pantuflas.
— Termina rápidooo, necesito arreglarme también. — Digo hastiada de ver qué tarda mil años con su maquillaje, se lo retoca cada cinco minutos y dura veinte.
— Ya voy, debo estar presentable, los desgraciados de los socios de Kael siempre buscan algo en mi apariencia para burlarse. —
— ¿Kael sabe? — Pregunto mientras me siento en la cama.
— No, y espero que no se lo diga, sus socios son demasiado importantes. — Dice y vuelve a mirarse al espejo, se levanta y yo me siento y me empieza a ayudar con el maquillaje.
— Creo que debería saberlo. —
— No, y no salgas a decirle, porque tenemos problemas tú y yo. — Dice mirándome por el reflejo del espejo amenazándome con la brocha y luego de que se cerciora de que la he escuchado, sigue aplicandome el rubor.
— Tranquila, no lo haré si tú no quieres. — Digo y me sigo peinando las cejas.
Al cabo de cuarenta y cinco minutos exactos, hemos terminado, tanto con el maquillaje como con el peinado de ambas, así que ambas nos ponemos los vestidos que hemos escogido para esta noche y nuestros respectivos accesorios, zapatos y cuando ya vemos que es hora de salir para que Rocco nos recoja, tomamos nuestros bolsos y nos despedimos de Salem y su veterinaria. Cuando estamos bajando las escaleras, mi celular suena indicando una llamada, la tomo y enseguida escucho a Rocco.
— Señorita, estoy abajo esperándolas, ¿Quiere que suba?
— No, ya vamos bajando, no te preocupes, gracias.
— Ok, le avisaré al jefe entonces.
— ¿Vino contigo?
— No señorita, lo llamaré.
— Ok, gracias.
— No hay de que.
Es lo último que digo antes de cortar la llamada y seguir bajando junto a Lyra, cuando pasamos el lobby y salimos a la calle lúgubre, Lyra y yo sentimos un pequeño escalofrío, así que caminamos rápidamente a la camioneta donde Rocco está, cuando estamos cerca, nos abre la puerta trasera y ambas subimos agradeciendo la rapidez de este.
— Ambas se ven increíbles. — Dice Rocco mirándonos por el retrovisor.
— Gracias. — Digo.
— No le agradezcas, le dice eso a todas. — Reprocha Lyra.
— Solo se lo he dicho a una persona fuera de la familia, no seas resentida. — Dice Rocco y arranca de una vez por todas el auto.
— Si, si, claro.
— ¿Por qué dices eso?
— Porque es la verdad, él siempre le está diciendo cosas lindas a las mujeres, lo único bueno de él, es que es completamente fiel. — Dice ella.
ESTÁS LEYENDO
Con amor, el diablo.
RomanceÉl era un cliente, lo apodaban el diablo, mi jefe, mis compañeros de trabajo, todos a mi alrededor lo conocían, menos yo, jamás lo había visto, jamás debí acercarme a él...o tal vez, si. Cuando lo hice, no me trató como un cero a la izquierda, no me...