34. Sorpresas

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Adeline Harlow

Han pasado dos días desde que mi ex fue asesinado por Kael, he recibido mil llamadas de su familia.

— Adeline.

— Dime.

— Deja de pensar ya en eso, Dios mío, hasta yo me estoy estresando de solo verte la cara llena de frustración.

— ¿Cómo esperas que esté tranquila con todo lo que hiciste?

— No hice nada malo, si no lo hacía, quien sabe dónde estarías.

— Por el amor de Dios, Kael, eres un cínico.

— Pensé que eso ya lo sabías — dice y yo apenas y puedo mirarlo, hasta me da vergüenza con el hospital entero.

Me levanto de la camilla y me dirijo al baño para ver si puedo despejar mi mente de tanto, pero no lo logro y menos cuando empiezan a oírse gritos en la habitación. Al salir, veo a mi suegra y los abuelos de Kael discutiendo con él por la misma razón que yo lo hacía.

— Es que no entiendo, ¿Por qué hiciste algo así? — pregunta su madre ya muy alterada.

— Mamá, por favor, ya te lo explique, si no lo hacía, Adeline no estaría viva.

— Elijah. — lo llama su abuelo sosteniendo la cadera de su ex esposa y con la otra su bastón, ella lo mira con odio cada vez que la acerca más a él, pero se le salen varias sonrisitas.

— ¿Qué?

— Tu madre tiene razón, no debiste exponerte así, no sabemos los contactos de esa gente, porque es obvio que no pudieron surgir de la pobreza y llegar a ser de clase alta de la noche a la mañana.

— ¿Y qué importan esos malditos contactos? Los mato a todos si se meten con ustedes o con Adeline, no voy a permitir que esto vuelva a suceder.

— Cariño... — lo llamo, él me mira y me tiende su mano, la tomo y me acuesto junto a él. — Debes escucharlos, por favor, créeme, a mí me afecta y bastante, porque no solo tuve que dar explicaciones al hospital y pedir que Rocco trajera más gente, ahora la familia me está llamando porque saben que somos pareja, saben de ti.

— Pues los mato también y listo.

— Kael, hijito mío, debes escuchar a Adeline, el mundo no se maneja colocándoles un arma en la sien.

— De hecho... — empieza su abuelo, pero su hija no lo deja terminar con la mirada punzante que le da.

— Por favor, recapacita. Tú no eres así, tú piensas y luego actúas, no eres impulsivo.

— Lo sé, mamá, pero no me podía quedar con los brazos cruzados viendo cómo lastimaba a mi novia, ¡A mi mujer! ¿No entienden o se los explico con plastilina?

Me levanto de su pecho y lo miro.

— Kael, no les hables así, ellos no están haciendo nada malo, solo quieren que uses la cabeza y no el corazón, ¿Si? Por una vez desde que estamos juntos, hazlo.

— ¿Saben qué? Larguense de aquí, no los quiero ver y tú también Adeline, vete.

— Cariño...

— Largo, dije. — asiento y salgo con el resto.

Kael Benedetti

Joder, las cosas se ponen peor con Adeline cada vez que esto intenta avanzar y si esto sigue así, la sorpresa que le tengo para fin de mes, no saldrá a la luz, nunca.

Con amor, el diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora