𝗗𝗔𝗬𝗟𝗜𝗚𝗛𝗧 ━━ 𝖬𝖮𝖭𝖪𝖤𝖸 𝖣. 𝖫𝖴𝖥𝖥𝖸 ✓

Ϟ 16. 𝗮 𝗳𝗹𝗼𝗮𝘁𝗶𝗻𝗴 𝗳𝗶𝘀𝗵

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16 : : CAPÍTULO DIECISÉIS

i. UN PEZ FLOTANTE

❝ ¡oh sí! ¡sombreros de paja uno!
¡marina cero! ❞

                ENOLA MOJÓ EL TRAPO EN EL CUENCO DEL AGUA con cuidado colocó este sobre el pecho del ruloso dónde se podían ver tres rasguños, rojizos y sucios por la sangré seca. Limpió con cuidado hasta estar satisfecha. En todo momento Luffy no le había quitado la mirada de encima, le parecía curiosa la situación que le recordaba a otra.

—ésto me recuerda a la vez en que te cosi la herida de tu brazo.— comento él, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá.— ¿lo recuerdas?

—lo recuerdo, también recuerdo que tus dedos temblaban como gelatina.— le sonríe.— y terminé.

—gracias.— levantó la cabeza del sofá y se encontró con los ojos de la chica.

—no hay de que.— le sonrió nuevamente y hecho todo lo que uso a la basura.

La chica volvió a lado del ruloso y se sento cerca suyo, Luffy le pasó un brazo por los hombros y a la atrajo a el, la cabeza de ella descansa sobre su pecho y uno de sus dedos traza figuras sin forma sobre la piel del ruloso.

En el otro sitio de la cocina estaba Zoro descansando un poco luego de una noche tan agitada. Por el ruido que ellos hacían despertó.

—ni se les ocurra hacer algo indebido.— los acusa el peliverde.— que no estoy dispuesto a cuidar de un mocoso.

—no les arruines el momento.— lo regaña Levi al aparecer por la puerta.— en fin, entonces ¿ya son pareja?— pregunto a la pareja de enamorados.

—no/si.— respondieron al mismo tiempo. Dejando confundida a la rubia.

—¿es un si o un no?

—es un si/no.— volvieron a sincronizarse.

—lo tomaré como un "todavía no sabemos".— Levi subió a la encimera de la cocina.— deja de estar viéndome la nuca.— reprende al peliverde al sentir su mirada sobre ella.

—no te estaba viendo.— mintió.

—claro que lo hacías.

A pesar de la discusión que los dos mantenían la pareja seguía estando sumergida en su propia burbuja.

Enola podía escuchar el latir del corazón del ruloso. Una melodía suave y tranquila, la calidez que le transmite llenan a su corazón de alegría y paz.

La tranquilidad acabo cuando Ussop entró por la puerta de la cocina con una tela de color negro.

La tela llamo la atención del capitán que se acomodó sobre el sillón, sin soltar a la pelirroja.

—¿que traes ahí Ussop?— preguntó Enola al moreno.

—¡que bueno que me lo preguntas cerecita!— exclamo y le guiñó sin borrar esa sonrisa que lleva.