capítulo 8

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Abrí la puerta rápidamente, pero todavía fui más veloz cuando la cerré. Lo último que necesitaba era que llegara Blake endemoniado y se metiera a mi casa con toda mi familia dentro.

Caí de rodillas, y en ese momento toda la adrenalina de mi magnífico escape anti-vampiro-loco se esfumó en segundos, pero todo el dolor —Sobre todo, ese pedazo de hombro que me faltaba—Vino a mi como un rayo, cayendo desmayada sin poder aguantarlo más.

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Desperté en mi cama, con mi madre y mi tía sentadas en una silla frente a mi.
Giré la cabeza para ver mi hombro y estaba vendado con remeras viejas de mi hermano empapadas de sangre, pero mis piernas tenían algodones con cinta de papel que tal vez fue lo más acertado a qué tendrían que haber hecho.

—La ambulancia llegará pronto por tu...hombro.—Explicó mi madre con los brazos cruzados.

—Nos gustaría saber qué te pasó, Shanna.—Estableció la tía Mary con la misma expresión de preocupación con una pizca de enojo como si supiera que era mi culpa —Cuando claramente no lo era.—Yo gruñí con cansancio y me removí entre las mantas para soltar una explicación coherente.

—Bueno... Un vampiro muy loco me atacó y me sacó el hombro. ¿Qué más quieren que les diga?—Revelé con angustia, a este punto solo deseaba que viniera la ambulancia y volviera a dormir, pero parece que ellas no se conformaron con mi vaga respuesta.

—No, queremos saber, por qué te separaste de tu tío.—Replicaron.

—Me di vuelta y ya no estaba. Bueno, ¿Me dejarían dormir? ¿Por favor?—Supliqué a los policías que parecían hacerme un interrogatorio del crimen. Rezé por que me escucharan, pero mi comentario pareció sordo a sus oídos de señoras chismosas.

—La abuela nos contó que, te vió con una silueta negra en la copa de un árbol, muy cerca entre ustedes. Shanna, si quieres contarnos algo puedes...

—¡Por Dios mamá! ¡No me voy a cojer a un vampiro!—Grité con enojo, y las dos dispararon las cejas hacía arriba como si yo fuera la que preguntaba cosas extrañas. Cerré los ojos con fuerza intentando relajarme, pero era imposible con ellas enfrente.

—¡Bueno hija! Solo queríamos decirte que no debes confiar en esos seres. ¡Son el diablo en la tierra! Que tu hombro ya no tan hombro, sirva de lección de que no debes juntarte con ellos. Nunca. Bajo ninguna circunstancia.—Advirtió mi madre como si me estuviera recitando el mejor poema de la historia.

Me dió igual y asentí con la cabeza como si estuviera en lo correcto, ella sonrió ampliamente cuando supo que tenía la razón. —Cuando me importaba un bledo lo que dijera—y las dos se retiraron del cuarto finalmente, dejándome dormir en paz.

Más tarde, llegaron los médicos de emergencia que me hicieron una operación para unir lo que quedaba abierto de mi hombro, y en los últimos días visité el hospital para que me dieran una prótesis de esa parte que faltaba. En cuanto a mis cortes, no pude hacer nada al respecto, solo desear que el dolor se fuera ya.

Pero además del dolor, necesitaba hablar con Blake.

No había venido a la escuela en los últimos días después de el accidente, y me aterrorizaba que tal vez se hubiera muerto o vuelto esa bestia por el resto de su vida. Entonces apenas cayó en sol en el horizonte, busqué mi ballesta y me adentré al bosque, en aquel árbol en el cuál habíamos estado ese día. Cuando llegué, no había ningún ser maligno-asesino vagando, entonces saqué mi teléfono para hablar con él.

 Cuando llegué, no había ningún ser maligno-asesino vagando, entonces saqué mi teléfono para hablar con él

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Ya había pasado una hora, y Blake no respondía aunque lo viera.

Así que enojada, recogí mi ballesta, la mochila y mi sudadera, volviendo con pasos largos y fuertes por la ira a mi casa de regreso.
Cuando caminaba por las hojas y los árboles, me sentía libre.
Desde pequeña había sentido una conexión con aquel bosque, en especial cuando estaba sola. Todos esos árboles, ramas, tierra, vida, misterio, eran cosas que me fascinaban.
Tanta era mi obsesión que, no me molestaba en absoluto caminar sola por la noche en él. De alguna manera le tenía confianza al bosque.
Cerré los ojos y respiré el aire frío del viento helado por la noche, que removía y cabello rubio en todas las direcciones, era una sensación cautivadora. Estaba caminando muy relajada, hasta que en el último tramo restante para llegar a la cabaña, escuché unos silbidos que me rompieron el tímpano.

Rápidamente me tapé los oídos con mis manos frunciendo en ceño, ¿Qué era eso? Si fuera un vampiro, no sería posible. Ni Blake se escuchaba tan fuerte. Analicé en donde me encontraba y todo parecía normal, solo que los silbidos eran tan potentes que me causaban una molestia enorme.

Se estaban acercando.

Entré en pánico, ¿Qué podía hacer? ¿De dónde provenía el sonido? Todavía faltaba un gran camino para llegar a mi casa, así que correr no era una opción, entonces entre mi desesperación por no saber de donde venía aquel espantoso sonido, corrí a la derecha y me metí a una cueva que usaría de refugio por la criatura que estaba a punto de devorarme.

Lancé un suspiro de alivio y relajé los músculos, pero el silbido no cesó.

Se hizo más fuerte, y sobre todo detrás mío.

Me di la vuelta congelada del horror y me tapé la boca con las manos para ahogar el grito más ruidoso de la historia que hubiera podido dar. Mis ojos nunca habían estado tan abiertos y mis pelos estaban de punta como si hubiese recibido una descarga eléctrica.

Estaba paralizada, casi muerta.

De todo el miedo que había vivido, esto lo superaba a todo.

Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora