Capítulo 20

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Cuando el sol dio su último rayo, Blake y yo ya estábamos listos para ir a la fiesta.
Nina me había prestado uno de sus vestidos más normales posibles, ya que todos tenían cadenas o picos de metal. Me miré al espejo satisfecha, y un tanto feliz de haberme cambiado mi ropa tan sucia que llevaba hace casi una semana. Aunque aún así, era lo único que conservaba de mi familia, por lo que la agarré ignorando su olor y la metí en mi bolso.

Blake estaba tardando un hora en el baño, y a este punto ya estaba empezando a preocuparme de que lo hubieran asesinado allí mismo. Me quedé un rato más sentada en la cama, observando cada detalle que pudiera servirnos en el libro conspirativo.

Y finalmente, después de unos largos minutos Blake abrió la puerta, haciendo un chirrido estruendoso. Se veía demasiado bien con el traje negro, tal vez porque ya estaba demasiado acostumbrada a verlo con unos pantalones grandes y su remera holgada llena de tierra, pero me sorprendí tanto que me quedé boquiabierta.

—¿Tan bien me veo?—Preguntó él mirándose al espejo y sonriendo ampliamente.

—No, es que tienes un nudo terrible como corbata.—Respondí entre risas, aunque estaba segura de que él ya sabía que se veía genial.

Se acercó a la cama y se sentó junto a mi, lanzando un largo suspiro de cansancio que lo llevó hacia atrás con las manos en su frente. Parecía cansado, y nunca lo había visto así.
Me acosté junto a él lanzando el mismo suspiro agotador, y tiré de lo que tenía como "corbata" para que se diera vuelta. Después lo ayudé a entrelazarla correctamente y él sonrió muy contento.

—¿Cómo sabes..?

—A todas las oraciones teníamos que ir formales, y Edwin no sabía hacer algo tan simple como una corbata.—Admití con tristeza, pero una sonrisa me arrebató el comentario, aparentemente, ese recuerdo atesorado no me causaba tristeza, si no que disfrutaba pensar en esos momentos donde Edwin seguía vivo.

Blake se revolvió incómodo cuando hablé de Edwin, y pude jurar ver su cara a nada de llorar. ¿Había visto a Blake llorar otra cosa que no fuera ese líquido negro endemoniado? ¿Los vampiros eran capaces de sentir tristeza?

—Hm...Me gustaba más como me quedaba antes.—Atajó con intención de reírnos, pero los dos estábamos demasiado agotados para hacerlo en ese momento.

Miramos el techo por un rato, pero Blake se levantó de golpe y sacó su droga-teletransportadora para esparcirla en las palmas de sus manos, también me dió un pequeño frasco del tamaño de un dedo "Por si las cosas se ponen duras".

—Ah, una cosa antes. Arkik no es del todo inmortal. Cuando se vuelve humana, es igual de vulnerable que ustedes, entonces debes encontrar un momento en donde no estén sus servidores y puedas matarla sin que vuelva a su forma original.—Explicó con detalle para que no me perdiera de nada.

—Entonces será rapidito.—Agregué con seguridad.

—Sí tú lo dices...

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Todo se volvió negro otra vez.

Y aparecimos en una gran ciudad. Tenía rascacielos gigantes que reflejaban el cielo negro, grandes aviones que volaban con destellos rojos, puentes extensos, tiendas modernas, gente en la calle pidiendo algo de comer, otras en un taxi observando desde la ventana con ignorancia, y hasta algunos pateando cestos de basura mientras rugían como animales.

—Nunca había visto algo así.—Confesé mirando mis alrededores con los ojos abiertos y comparándolo con el pueblo en el que había crecido, mientras caminábamos un poco apurados de la mano, por si alguno de nosotros se le ocurría salir corriendo.

Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora