capítulo 15

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A mi lado, Blake aterrorizado mirando como la criatura horrible se acercaba a nosotros velozmente.

—No me digas que ahora tienes miedo.—Suspiré mirando a el vampiro venir a nosotros, con sus dos patas de gallina musculosas moviéndose a la par del viento ardiente.

—¿Prefieres que te mienta?—Respondió girando la cabeza a la tormenta roja, que ahora si que estaba empezando a arrancarme la piel, y la de él estaba todavía peor.

Quise empezar a correr, pero Blake me agarró del brazo rápidamente y ladeó la cabeza como si no fuera un plan coherente. Lo pensé un poco mejor y tal vez tenía razón, no había sentido alguno correr de un vampiro mucho más rápido, con visión en todos lados y treinta veces más grande.
Lo miré de reojo, su cabello negro se volaba por todos lados gracias a la tormenta, se había sacado el abrigo y ahora tenía una camiseta azul marino, que combinaba a la perfección con sus pantalones.—Jamás pensé que los vampiros tendrían buen gusto de la moda—.

Pero sobre todo, estaba concentrado; Como si estuviera pensando en todo sobre un mismo momento, mirando a Orkog acercarse cada vez más con sus ojos verdes entrecerrados. Puede que su plan pudiera ser tener una conversación tranquila con esa bestia de mil ojos.
Cuando el rey vampiro llegó a tan solo unos metros de nosotros, no podía contener mi terror, era algo inmenso, divino, terrible.
Blake vió mi reacción y me agarró de la mano, pero aunque pareciera irreal, todo el miedo se había aliviado. Estaba él, y confiaba en que todo saldría bien a su lado.

—Maldito seas, Blake Wade y mortal. Se atrevieron a despreciar a la corte vampírica, burlase de nosotros en nuestra propia presencia, ¿Y creen sobrevivir?—Apuntó Orkog casi rugiendo de la ira, en ese momento lo que solía ser un campo de trigo se había volado y ahora solo era un gran desierto rojo.

—Vamos Orkog, no tienes que obedecer cada orden que te indica Torrok. Pensé que éramos amigos.—Replicó Blake molesto.

—Tú ya no eres nada que yo conozca. Mentiste, y peor aún, me heriste. No mereces vivir.—Bramó la criatura inmensa, y cuando Blake ya rebalsó la gota de su paciencia, la bestia cerró uno de sus ojos y lanzó a Blake miles de metros para atrás.
Ahogué mi grito de horror y me escondí detrás de una roca que estaba cerca. Resé por que Blake siguiera con vida, aunque no lo creía después de ver cómo volaba por los aires al igual que una pluma.

—Dentro de tu alma, sabemos que solo eres un huérfano solitario que busca encajar en todos lados. ¿Pero los humanos? Que mala elección, sombritas.—Rugió Orkog dando pisotones.
Se apresuró a donde había disparado a Blake, y rápidamente empecé a recargar mi ballesta con flechas. Mis manos estaban temblorosas, y mi pulso era aún peor. Pero si tenía una cosa en clara; Era que aquel ojo por el que había tirado a Blake tenía que ser destruido ahora, antes de que ocurriera algo peor.
Salí de mi escondite y empecé a correr con mis pies torpes y mi ballesta a donde estaba Orkog, que se movía como una serpiente entre los campos desérticos de una tormenta roja.
Cuando llegué lo suficientemente cerca, coloqué mi ballesta en posición y tiré la flecha directamente a su ojo principal.
Al hacerlo, Orkog chilló de dolor tan agudamente, que hizo un ruido retumbante rompiendo cualquier vidrio que hubiera en la zona. Se dió vuelta rápidamente y su ojo que goteaba sangre por la flecha me miraba desquiciado.
Pero en algunos segundos, su ojo volvió a regenerarse igual a como estaba antes.

Inmortalidad, lo había olvidado.

—Tú..—Susurra y empieza a correr hacía mi, pero otra flecha salió disparada a otro ojo desde unos metros de donde me escondía, Blake seguía vivo.
Corrí en los arbustos y distinguí su cabello negro.

—¿Cómo mierda lo matamos?—Pregunté con la voz jadeante. Tal vez por la adrenalina de estar escapando de esa cosa o de que Blake siguiera vivo después de salir disparado como una bala de cañón al otro lado.

—Si tiene tantos ojos, deberíamos dejarlo ciego.—Señaló él con una mano en el mentón, aunque esta solo manchaba su cara con más sangre.

—No estoy para tus bromas, Blake.—Espeté lanzando un suspiro de agotamiento.

—Pero no es una broma.—Agregó y rápidamente sacó un frasco de su bolsillo, me lo dió y leí la pequeña etiqueta que tenía en su parte superior. "Sangre de dragón, aquel que lo vierte, no vuelve a salir. Se transforma en hielo, para matar todos los anhelos."

Blake me hizo señas para ir en una dirección, y antes de que pudiera decirle que me explique hablando porque no había entendido una mierda, salió corriendo a donde estaba Orkog regenerándose.

Empecé a entrar en pánico. ¿Qué debía hacer ahora? Pero esta vez, no me quería quedar viendo como casi mataban a Blake por segunda vez, y sin pensar en que era una idea estúpida, también corrí detrás de él.

—Esto se esta volviendo...Inoportuno.—Susurró la bestia desde lejos, pero un golpe me atestó por la espalda, atravesando todo mi estómago hasta la otra parte opuesta de mi cuerpo.

Orkog.

Caí en el suelo, y Blake salió volando a donde estaba. ¿Esto se sentía morir? No quería mirar mi estómago, porque sabía que había un agujero inmenso.

¿Este era mi final? ¿Por qué seguía viva?

Tuve el valor de mirar abajo, había un gran agujero con sangre, pero no sentía nada. Estaba volando por los aires mientras Blake me tomaba en sus brazos.

—No me lo esperaba.—Observé viendo mi herida, pero sin dolor.

Estábamos rodeando el cuerpo de Orkog, que empezaba a elevarse tanto como nosotros, entonces Blake me lanzó a la bestia y le tiré la sangre de dragón en su ojo frontal.

Después de eso, caí en picada al suelo y puedo jurar que escuché algunos huesos quebrarse, pero Orkog también cayó.
Era todavía más impresionante que verlo vivo, aquel frasco insignificante, había teñido de negro su cuerpo por completo haciéndolo ver como tan solo una silueta negra, que no se movía, congelado.
Hasta yo misma podía sentir el dolor de cada uno de sus ojos. Pero antes de que me acercara, Blake bajó del cielo, que ya estaba un poco más parecido a la noche y menos ardiente. Era un alivio.

—Muérete gallina puta.—Exclamó y en el segundo en el que Blake tocó con la mano el cuerpo de la bestia, esta se desintegró en miles de fragmentos hasta desaparecer en el mismo polvo gris que había sucedido cuando Blake 2.0 había muerto.

Corrí desesperadamente a Blake, y le di un fuerte abrazo por salvarme la vida.

—No puedo creer que.—Comencé a hablar pero inmediatamente caí de rodillas al suelo.

Mi estómago.

La adrenalina se esfumó, y todo ese gran agujero que me había dañado, volvía en el triple de dolor.

Me desmayé en sus brazos.

Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora