Capítulo 18

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Llegué a la habitación y estaba desordenada por todos lados, sin señales de Blake en ninguna parte.
Empecé a preocuparme pero en ese instante me di cuenta, extendí la cortina de la ventana y ahí estaba él, escondido mirando a la Luna llena de la noche.

—Puedes dormir en la cama, no creo que yo vaya a cerrar los ojos.—Admitió observando a el pequeño pueblo.

—Yo tampoco creo que vaya a dormir igualmente, después de todo lo que pasó con Orkog...—Apunté con honestidad, y me senté junto a él en el marco de la ventana.

Hubo un rato de silencio, en donde aunque él no decía ni una palabra, era como si me estuviera confesando todo lo que había vivido en silencio absoluto.

—Tu amiga, Nina, me preguntó si me gustabas por cómo te veía cuando cantabas en el escenario.—Confesé con normalidad después de tanto silencio, pero Blake se giró a mirarme entrecerrando los ojos con una sonrisa pícara.

—¿Y qué respondiste?—Preguntó con curiosidad.

—Que te atropellaría con un camión más de mil veces.—Contesté con ironía, y él empezó a reír.

Y en ese momento, mientras lo veía reírse por mis estupideces, sonrisa radiante con hoyuelos y esos ojos verdes color manzana, me daba una calidez inexplicable al corazón, era como un montón de murciélagos comiéndome el estómago...O tal vez mariposas.

—Eres el tipo más raro que vi, Blake. Vives solo en la noche plena y oscura, pero jamás vi alguien que represente la luz del día más que tú.

—Y tú eres la persona más aterradora, perversa, maniática y oscura que vi en mi vida. De verdad, te tengo mucho miedo.—Observó mientras los dos reíamos por los delirios que decíamos.

—Me gustas. ¡DIGO ME GUSTA! ¡COMO SUENA!—Exclamé con nerviosismo y los murciélagos ya estaban siendo demasiado intrusivos con mi estómago. Blake empezó a sonrojarse, pero en vez de decir algo estúpido al respecto, se le borró la sonrisa, dió la vuelta y se largó con pasos nerviosos.
Observé hasta donde se iba y se sentó en la silla que estaba en frente de la cama, mirando a la pared que no tenía absolutamente nada interesante que ver.

—¿Estás bien?—Pregunté preocupada, a veces era muy extraño. Asomé la cabeza para observar la pared que él veía, pero no había nada.

—No.—Respondió girando la cabeza un poco para verme de reojo, y después volver a esa gran obra maestra: La pared.

—¿Por qué?—Volví a preguntar acercándome a él y tomando asiento en la cama frente a la silla.

—Porque no puedo seguir viendo tu cara, tengo demasiadas ganas de besarte.—Confesó como si fuera la peor enfermedad mortal que le podría haber tocado. Se frotó la frente con sus manos muy preocupado.

—¿Qué?—Cuestioné con sarcasmo.

—Nada.

—Ya te escuché antes.

—Mierda.

Nuestras miradas se cruzaron en ese momento, sus ojos verdes parpadeando lentamente, como el tiempo detenido, su delicado y suave rostro cada vez más cerca del mío. Él corrió hacía atrás un mechón de mi cabello rubio platinado que tenía en mi rostro, y sus comisuras se elevaron cuando lo hizo.

—Esto no era parte del plan...—Mascullé a centímetros de su rostro.

—A la mierda el plan.—Agregó con la voz átona.

Y después de los días de tensión, nuestros labios finalmente se juntaron en un beso apasionado, que los dos esperábamos pero nadie se atrevía a decirlo... —Bueno, en cierta forma Blake si lo había dicho—.
Apoyé mis manos sobre su rostro, y aunque esperaba que estuviera congelado como la nieve, en realidad sus mejillas estaban sorprendentemente abrasadoras, mientras me daba besos sutiles pero intensos cada vez que respirábamos.
Sus manos también bajaron hasta rodear mi cintura, que estaba un poco inclinada por tener la rodilla sobre la silla y la otra pierna sobre el suelo para mantener estabilidad.
—Es realmente un buen besador.—Pensaba con mis ojos cerrados, y es que, su rostro suave, las manos delicadas, personalidad divertida, cabello oscuro y despeinado, labios pomposos, todo de él era magnífico. ¿Cómo podía ser tan perfecto? ¿Cómo mierda lo amaba tanto?

Tic-tic-tic

—¿No te parece extraño que intentáramos asesinarnos uno al otro y ahora... estamos literalmente besándonos?—Murmuré silenciosamente cerca de él, mientras oía su respiración entrecortada a la par de su pecho subiendo y bajando rápidamente.

Tic-tic-tic

—No me quejo del cambio.—Contestó con una voz agradable y baja. Su boca se curvó en una sonrisa, y volvió a cerrar los ojos para seguir conmigo, pero justo cuando iba apagar mi mirada, la desvié un poco a la ventana y noté una silueta negra observándonos.

Lancé un grito agudo y agarré mi daga escondida entre mi pierna a la velocidad de un rayo. Blake también entró en pánico y giró a ver de qué se trataba.

Ahora entendía de donde provenía el tintineo tan molesto que escuchaba cada vez que hablaba, porque esa criatura extendía su dedo índice y tocaba reiteradas veces la ventana hasta que le prestáramos atención.
—¿Estuvo ahí todo este tiempo viendo como nos agarrábamos a besos?—Me pregunté a mi misma frunciendo el ceño con disgusto. Blake se acercó a la ventana y la analizó detenidamente para ver de qué se trataba.

Estaba muy molesta con esa criatura por haber terminado mi único momento feliz de esta estúpida escapada de supervivencia. Pero todo el miedo lo reemplazó cuando Blake decidió abrir la ventana y dejarlo pasar como si fuera un mosquito indefenso.

Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora