Llevo cerca de una hora intentando dormir. Pero mi cerebro se niega a hacerlo. No importa lo agotada que este ni el cansancio mental que sienta. El sueño no llega.
Desde que me recluí en mi habitación no he logrado pensar en otra cosa que no sea en el mensaje de André. No es que yo haya hecho algo como eso, o planeara dormir con Benjamín después de todo lo que ha pasado. Es el hecho de sentir que esto no está bien.
No me cuesta imaginar las cosas que deben estar pasando por su cabeza. Y me duele no poder remediarlo.
Busco mi teléfono y son cerca de las dos de la mañana. Me debato en enviarle un mensaje. Pero me miento a mi misma diciendo que mejor no, por qué puede estar durmiendo.
No lo está. Estoy segura de eso.
El frío de la madrugada se cuela por mi balcón hasta mi cuerpo, haciendo que me abrace a mi misma, y en vez de darme razones para dormir me despierta aún más. Pero solo pretendo estar aquí el tiempo que termine mi cigarrillo. Es un hábito que he ido dejando de a poco.
Pero hay situaciones en las que no podría reemplazarlo por otra cosa.
El tráfico es casi nulo a esta hora y el silencio reinante permite que mi mente viaje en una sola dirección y esa es al encuentro de esos ojos que hacen que mi corazón salte con solo imaginarlos.
Mi habitación se ilumina tras de mi y es mi teléfono que ha recibido una llamada. Dejo mi cigarrillo a medio terminar y vuelo hacia mi cama. Tan solo leer su nombre me hace sonreír como una niña pequeña.
— Aló — contesto antes de que lo pueda hacer él.
— Estás despierta — lo afirma, noto la cadencia en su voz. El no estaba durmiendo, acerté en eso.
— Sí, no podía dormir.
Lo escucho botar el aire de sus pulmones, y quiero creer que me cree. Pero no puedo ser tan optimista sabiendo que cualquiera con sentido común dudaría de mi y lo que ha pasado en mi departamento en las últimas horas.
—¿Podrías salir?
—¡¿Ahora?!
—Si.
—Em... — analizó la situación y no estoy vestida. Ni siquiera llevo un pijama decente. Me he puesto el que ocupo cuando estoy en mi periodo. Es afelpado y rosa. No creo poder salir así. Además está el asunto de que Benjamín duerme en la sala.
— Solo será un momento, sal tal y cómo estas.
—Pero no estoy vestida.
—¡Que! — debo alejar el teléfono de mi oído ya que su voz se eleva en un segundo y un suave sonido llega desde afuera de mi departamento.
¡Demonios ya no hay tiempo!
—Quiero decir que no estoy vestida para salir. Estoy en pijamas.
—Ah, bueno eso no... no me asustes asi— es increíble como puedo imaginar su rostro solo escuchando su voz. Ahora se que debe estar desordenado sus rizos al sentirse avergonzado. Siempre lo hace —. Eso no es problema. No saldremos del edificio.
— Ok. Espérame un segundo.
Corro al momento que corto la llamada y voy al baño a cepillarme los dientes. No quisiera tener ese sabor sabiendo que podría querer besarme. En la sala está todo en absoluta oscuridad. Al menos no tendré que dar explicaciones de por qué salgo a estas horas.
La luz del pasillo me hace quedar ciega ya que también estaba a oscuras en mi habitación. Me tardo un poco en adecuarme a la luminosidad. Y a medida que ya puedo ver, mi corazón comienza a acelerar. Me basta mirarlo para sentirme avergonzada.
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Casi Te Olvido
RomanceDicen que el tiempo lo cura todo. Pero ¿Cuánto tiempo tarda en sanar un corazón roto? Han pasado tres años desde la última vez que se vieron y para Soledad ese tiempo no ha significado nada realmente. Su corazón sigue igual de herido que la última...