Capitulo 58

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POV. André.

Ya he olvidado las veces que me he propuesto dejar de fumar, han sido tantas que ya no me acuerdo cuando fue la última. Pero de algo estoy seguro, esta no será una de esas veces. Prendo el cigarrillo con el mismo que acabo de terminar. Es lo único que puedo manejar en estos momentos. No he querido hablar con nadie. Solo quiero estar solo. No quiero ver en la forma que todos me ven. Suficientemente mal me siento con solo ser yo mismo en estos momentos.

Un inútil.

Esa es la palabra con la que me definiría yo mismo. No pude salvarla. No pude salvarlas a ninguna de las dos. No estuve para Valentina cuando me necesito, ni tampoco para Soledad, que ahora esta conectada a muchas maquinas para mantenerla con vida.

La bala perforo órganos importantes y si no hubiera tenido la atención oportuna ahora ni siquiera estaría en este mundo.

Su pronostico es muy oscuro y no lo soporto.

No me he movido del hospital mas que para cambiarme de ropa, aunque a veces no lo necesito, Angelina va por ella al departamento y me la trae. Valentina viene con ella cada vez que lo hace y es el único momento en el que me permito pensar en otra cosa que no sea Soledad.

Va casi una semana de que todo paso y he tenido tiempo suficiente para conocer todo el lugar. Es la clínica más cara de Santiago y es más parecido a un hotel que a un hospital que atiende enfermos.

Su madre ha estado con ella en todo momento y cuando se entero de lo sucedido olvido por completo su propia enfermedad, no tuvo miramientos cuando me dijo en pocas palabras que debía alejarme de Soledad. Que si ella despertaba en algún momento no permitiría que me acercara a su hija nunca mas.

La entiendo.

Pero no por eso puedo hacerlo. No puedo cuando existe la mínima posibilidad de ver sus ojos miel mirándome como solo ella lo puede hacer. Debí fotografiarla. Debí hacer más por ella. Tener citas, salir a algún lugar. Cualquier cosa para tener más recuerdos con ella. Pero no tuve tiempo suficiente para eso.

El paisaje del estacionamiento se nubla y debo quitar las lagrimas que no dejan de salir. Odio llorar. Nunca siento que es correcto hacerlo. Pero ahora no lo puedo controlar, he llorado demasiadas veces esta semana. Desde el secuestro. Desde el disparo. Desde que sus ojos se cerraron. Mis ojos no se controlan y yo tampoco.

No se que debo hacer.

Antes podía extrañarla en paz, por que sabia que ella estaba en algún lugar. Rehaciendo su vida, conociendo a alguien más, viviendo lo que yo no podía darle. Pero viva. Donde sea que estuviera ella estaba viva. Ahora esa certeza podría ser arrebatada en un segundo y yo solo soy un inútil que no puede ayudar en nada. Ni siquiera soy capaz de aportar algo al costo de la clínica. Ni Cristian ni la chef Flor lo han permitido.

Él a diferencia de su madre me mira con lastima y me ha pedido que no pierda la fe. Que Soledad despertara, que ella es fuerte y va a luchar hasta el final. Lo se. Se lo fuerte que es. Pero aun sabiéndolo no entiendo como quedo metida en esto. Ella no tendría por que haber subido sola y no entiendo por qué lo hizo. Tampoco creo que me lo diga si se lo pregunto en algún momento.

La conozco.

-Se apago tu cigarrillo ¿sabias?

La persona que menos quiero ver en estos momentos siente la necesidad de hacerme compañía.

El pálido sujeto jamás me agradara, lo sé.

Pero he tenido que verlo tanto como he estado en la clínica, él ha demostrado su lealtad con Soledad al no moverse de este lugar sabiendo que tampoco es santo de la devoción de su madre.

Casi Te OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora