Todo a mi alrededor comienza a girar en distintas direcciones, alguien grita que llamen a una ambulancia y no logro darme cuenta que he sido yo la que no deja de gritar hasta que André me levanta con fuerza del lado de mi madre.
El dolor en mi brazo me hace volver a gritar.
Me deshago del agarre para volver a caer al piso. Ella no reacciona y solo quiero estar a su lado hasta que la ambulancia llegue.
No veo a nadie más por todo el tiempo en el que estoy acariciando su frente en el piso. Si ella estuviera conciente estaría muy molesta de verme con un vestido corto en el suelo. Pero realmente lo preferiría, preferiría su enojo a esto.
Una mujer se acercó y comprobó sus signos vitales, pero eso no tranquiliza ni un poco mi pecho que se niega a dejar entrar más aire que el que me mantiene conciente.
- ¡Abran paso! - unos desconocidos gritan para tomar a mi mamá que yace inconciente.
- Ven, Soledad.
— No...
— Soledad nosotros iremos en auto.
Dejo que quien sea que me ayuda a ponerme de pie lo haga y realmente no logro identificar ningún rostro a mi alrededor. Todo gira y mi respiración no me deja escuchar nada.
Unas manos van a mi rostro y me obligan a centrarme sobre un par de ojos muy verdes demasiado serios.
- Soledad ella estará bien.
- ¿Como puedes saberlo?
Su expresión no me da ninguna seguridad pero lo sigo de todos modos. Las mismas personas que antes dificultaron mi paso ahora se abren para no chocar conmigo. Hay mucha conmoción en el ambiente y yo solo quiero que desaparezcan de mi vista.
Pero dentro del tumulto mis ojos la reconocen. Sus ojos azules siempre fueron muy singulares y ahora no ocultan el pánico al verme junto a André. Él va concentrado en sacarme de aquí y de seguro no la ha visto.
María asistió a la exposición y ha sido lo bastante inteligente para mantenerse apartada de nosotros todo el tiempo.
Al subirnos al taxi André me acuna para que pueda quedar justo sobre su pecho. Y quisiera sentirme mejor al tenerlo conmigo, pero no puedo. Mi corazón late desbocado y no hay otra cosa en mi cabeza que no sea la imagen de mi madre inconciente en el suelo.
- Esto es mi culpa André, se suponía que yo la ayudaría - musito recuperando mi espacio personal. Los sollozos se agolpan en mi pecho y siento que no me abandonarán jamás.
— ¡Pero si lo haces Soledad! Nada de esto es tu culpa — su voz llega muy cerca y compruebo que está igual de inclinado que yo.
Acaricia suavemente mi espalda hasta que ya siento que puedo volver a sentarme bien. Él me rodea por los hombros y dejo que mi cabeza descanse sobre su brazo. Y desde esta posición no hay otra cosa en mi campo visual que no sea su masculino rostro. Tiene la quijada tensa.
Sigo el camino de su mirada y ambos llegamos a mi mano herida. Tengo los nudillos morados y es obvio que no la podría abrir sin que se me salieran un par de lágrimas en el proceso.
— Recuerdame nunca hacerte enojar.
—Me he hecho más daño yo que a él.
—Lo heriste Soledad. Creeme.
— Pero el ganó.
—¿Por que dices eso? — me pregunta llevando su mano a mi rostro y me obliga a mirarlo. Su sonrisa es tan cálida como su tacto.
ESTÁS LEYENDO
Casi Te Olvido
RomanceDicen que el tiempo lo cura todo. Pero ¿Cuánto tiempo tarda en sanar un corazón roto? Han pasado tres años desde la última vez que se vieron y para Soledad ese tiempo no ha significado nada realmente. Su corazón sigue igual de herido que la última...