El rostro de todo el equipo de Flores me sonríe con amabilidad. No falta ningún integrante. Ni siquiera mi madre. Ella está en el centro y mira fijamente hacia quien quiera verla con los brazos cruzados.
Es una bella fotografía.
Y será la portada de la página web del restorán. Cristian no tardó demasiado en enviarme cientos de fotos para que pudiera escoger cuando se lo he pedido. Siempre que había que inmortalizar el momento era él quién lo hacía. Incluso me ha enviado fotografías mías de cuando era tan solo una niña.
Pero no he querido verlas, a diferencia de André. Quién ya ha traspasado prácticamente todas las que incluyeran mi cara a su teléfono.
— Tu cabello era mucho más rizado cuando eras pequeñas — comenta desde el sillón de la oficina. Debe estar analizando aún el material que ahora es de su propiedad —. Pero nunca tanto como el de Valentina. Por eso tu mamá odiaba peinarte.
— No odiaba peinarme. Solo que como me dolía mucho, ella lo dejaba así y me lo tomaba en un chongo alto. Ese era mi peinado cuando era chica.
— Ya veo. Bueno Tina no tiene esa suerte. Angelina me hizo tomar un curso para hacer peinados. Ahora puedo hacer lo que sea que ellas quieran.
Escucho lo que dice pero no por eso parecer menos inverosímil. André asistiendo a un curso de como peinar mujeres con cabello rizado para poder domar el de su pequeña.
Desde aquí lo veo deslizar las imágenes sin tener la más mínima idea de lo que han provocado sus palabras en mi. Y unas ganas para nada racionales amenzan con hacer que deje todo lo que estoy haciendo para acurrucarme a su lado y ver las fotografías junto a él.
Pero debo terminar lo que estoy haciendo en la computadora antes de irnos. Ya no queda nadie en el restorán.
Pero yo tenía que avanzar con la confección del perfil de Flores en todas las redes sociales.
Queremos hacer una especial de inauguración virtual y para eso eran las fotografías.
André no tardó en venir aquí y hacerme compañía, cuando su jornada laboral había terminado.
Se supone que hoy al ser viernes todo el equipo saldrá a festejar. Nosotros estamos invitados, pero no iremos.
Ya la semana pasada le tocó a Angelina quedarse en casa con la pequeña. Este viernes esa labor es de André. El no ha mencionado en ningún momento que le gustaría que yo lo acompañará y aún sigo esperando a que lo mencioné.
Pero desde que llegaron esas fotos a sus manos no ha hecho otra cosa que comentar lo adorable que me veo en todas ellas.
Si alguien me hubiera dicho que este sería el André que me encontraría al volver, creo que no habría vivido tanto tiempo en Viña del mar. Y lejos de desagradarme está nueva versión de el, me gusta. Me gusta demasiado.
Nunca diría que no era tierno conmigo o que no me dedicaba tiempo. Por qué si lo hacía, la diferencia es que siempre había algo que hacer en algún lugar y el no dudaba en dejarme en casa para salir.
Nunca quiso que lo acompañará, yo siempre me quedaba sola.
— ¿Por qué tienes esa cara?
Pestañeo un par de veces e intento parecer que no he sido sorprendida mirándolo fijamente. Pero ya es imposible.
— No puedo decírte.
— Si quieres tener secretos conmigo. Lo entenderé, pero no quiero verte triste.
Si supiera que es todo lo contrario y que a pesar de todo mi corazón se siente en calma cuando el está conmigo.
— No quiero más secretos André.
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Casi Te Olvido
RomanceDicen que el tiempo lo cura todo. Pero ¿Cuánto tiempo tarda en sanar un corazón roto? Han pasado tres años desde la última vez que se vieron y para Soledad ese tiempo no ha significado nada realmente. Su corazón sigue igual de herido que la última...