El terminal de buses de la capital es realmente enorme y mi limitada estatura no ayuda en nada a la hora de recorrer la misma distancia que antes hiciera con Benjamín. Me molesto conmigo misma por no ser más rápida o más alta. El lugar está lleno de personas yendo y viniendo con sus respectivos equipajes que debo esquivar como si estuviera en una pista de atletismo.
Si bien captó la atención de una que otra persona, no se detienen demasiado en mi y eso es bueno, no quisiera pasar por una carterista o algo y que me detuvieran sin razón. Menos ahora. Necesito salir de aquí y llegar al edificio lo antes posible. André me necesita.
El frío de la noche santiaguina me envuelve y la capa de sudor que había cubierto mi piel me hace conciente que mi cuerpo no está acostumbrado ni por lejos a este tipo de trato. Pero yo soy lo último que importa en estos momentos.
Busco un taxista para hacer contacto visual y largarme de este lugar de una buena vez pero no alcanzo a levantar el brazo cuando un Benjamin con cara de pocos amigos me lo sujeta sin ningún tipo de cuidado.
—¡Que!
Él me mira desconcertado y parece no reconocerme pues niega antes de decidir hablar conmigo. Pero antes me suelta y yo lo reto a que si tiene que decirme algo debe ser pronto.
— ¿Sabes si quiera dónde vas?
Pestañeo un par de veces intentando que mi mente me ayude. El pregunto sobre la policía y yo corrí. No hubo más. Se que André es un adulto y puede resolver sus problemas sin mi. Lo sé, pero nos prometimos no dejarnos otra vez hace muy poco y además el llamo al teléfono de Benja, solo por qué yo no tenía el mío.
Malditos aparatos.
— Iré al edificio.
— Ellos no están ahí. Mira — busco los ojos de Benjamin y en ellos no hay rastro de broma o ironía, solo por eso acepto el teléfono en vez de ir corriendo hacia cualquier auto que pueda llevarme dónde quiero ir.
Pero al enfocar la pantalla rectangular no entiendo nada. Es la captura de una conversación. De André con un número desconocido.
André: ¿?
Desconocido: ¿La quieres de vuelta?
André: Audio de 30 seg.
André: ¡HIJO DE PUTA!
André: ¡Dime dónde está! ¡maldito enfermo!
Desconocido: Estaremos esperando por ti en el edificio de la costa. Tu sabes dónde está y ella también.
André: ¿Ella?
Desconocido: Soledad.
Desconocido: Los esperamos.
André: Necesito verla.
Desconocido: Foto.Mis lágrimas no me dejan verla otro segundo y creo que si no la vuelvo a ver en mi vida tendré esta imagen grabada en mis párpados por siempre. La pequeña tiene su pequeño conejito rosa y los ojos llorosos. Cómo si hubiera estado llorando hace muy poco. Tiene las mejillas sonrosadas y el cabello un poco desordenado.
La piel de todo mi cuerpo se eriza y la sangre se evapora de mis venas. Mi corazón late demasiado fuerte dentro de mis oídos y no soy capaz de hacer otra cosa que afirmarme de Benjamin.
¿Quien podría hacer algo así? Robar un niño es un pecado y más una tan pequeñita como lo es Valentina. Ella no podría volver a casa sola, menos defenderse de alguien si intentan hacele daño.
Mierda. Mi estómago se aprieta al punto de hacerme vomitar. Todos los músculos de mi cuerpo se tensan y me tardo un minuto demasiado largo en volver a ponerme de pie. El ácido quema en mi garganta y mi pecho a penas si deja pasar el aire.
— Soledad — La voz de Benja se escucha muy lejos, pero vuelve a decir mi nombre con una maldición, así logro enfocarlo mejor —. Debemos ir ¿Tu sabes dónde es?
Asiento y dejo que me condusca al primer taxi que nos indica que está desocupado. Me arrinconó todo lo que puedo y le indico la dirección al chófer. Benjamin va en silencio y desde el rabillo del ojo lo veo leer nuevamente la captura.
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Casi Te Olvido
RomanceDicen que el tiempo lo cura todo. Pero ¿Cuánto tiempo tarda en sanar un corazón roto? Han pasado tres años desde la última vez que se vieron y para Soledad ese tiempo no ha significado nada realmente. Su corazón sigue igual de herido que la última...