Sara despertó en una camilla de hospital. Extrañada, miró a su alrededor. No recordaba haber sido ingresada ni tener ningún problema de salud que requiriese...
Los recuerdos de todo lo que había pasado en Arcanum esas últimas semanas vinieron a ella como si de un mal sueño se tratara. ¿Cuánto tiempo llevaba sin despertar en la Tierra? Había perdido la cuenta de los días que había pasado en aquella oscura y fría prisión.
Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había ocurrido hacía unas pocas horas. Maldijo para sus adentros. No podía creer lo mal que había salido todo. Y Kyla estaría allí, atrapada en el castillo exactamente como lo había estado ella. Se estremeció sólo de pensarlo.
Debía avisar a Alicia. Apartó la manta y desconectó todos los cables que la unían a diferentes máquinas, además de arrancar la aguja intravenosa de su brazo, que suponía sería para alimentarla.
Se dispuso a levantarse de la cama, pero un médico entró apresuradamente en la sala. Se hizo la distraída.
-¿Qué ha pasado?- Inquirió con el tono más inocente que pudo fingir.
-No lo sabemos exactamente. Ha estado usted inconsciente alrededor de un mes y medio. No teníamos muy claro si despertaría.
Estuvieron toda la mañana haciéndole diversas pruebas para comprobar que todo en ella estaba bien. Sara aguantó a regañadientes cada una de ellas, sabiendo que no encontrarían explicación alguna, puesto que su letargo lo había producido la magia que la había mantenido permanentemente en Arcanum durante esas semanas.
En cuanto le permitieron irse, impaciente, no se demoró en acompañar a la señora Brookwood, directora del orfanato, fuera del hospital. Tenía que ir a hablar con la madre de María urgentemente.
Se sentía débil; le costaba mantenerse en pie, sufría mareos, y había perdido gran parte del músculo que solía tener, debido a que sus horas diarias de entrenamiento se habían visto interrumpidas, y su alimentación en ese último mes y medio había empeorado considerablemente.
Entró en el coche de la directora, jadeando, y permaneció en silencio durante todo el camino hasta el orfanato. Le sorprendió que la señora Brookwood no hubiese entablado conversación, a decir verdad. Era de esas personas que sentían la necesidad de llenar los silencios.
Nada más poner un pie fuera del coche, se encontró con Eric, Elena y Alan, que comenzaron a preguntarle sobre su estado y lo que le habían dicho los médicos. Después de tranquilizarlos y decirles que no era nada grave, Elena se acercó para estrecharla fuertemente en un abrazo.
En cuanto los brazos de la chica la rodearon, Sara sintió una punzada de dolor en la piel que estaba en contacto con su amiga. Observó con horror cómo la sangre brotaba de uno de sus brazos cuando Elena se separó.
Pensó en lo que había leído del Sanguinem Lignum, que había sido el instrumento de tortura favorito de Melaneia en esos días. Sus ataques solían dejar secuelas. Maldijo de nuevo para sus adentros mientras se excusaba para ir al baño a limpiarse la sangre.
Era comprensible que, después de haber sido atacada varias veces al día por ese árbol durante semanas, su piel fuese ahora extremadamente sensible. ¿Cuánta sangre había sido expulsada y luego introducida a la fuerza a través de ella? Un roce algo más fuerte de lo normal, y su piel se abriría para ponerse a sangrar como en esos momentos.
Ya en el baño, comenzó a parar la hemorragia. Nada más quitarse la sangre con un poco de agua, descubrió un corte que se había abierto justo donde Elena había presionado. Lo lavó con cuidado y aguantó un trozo de papel sobre el mismo hasta que dejó de sangrar.
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Arcanum: la princesa cautiva
FantasyLIBRO DOS (📚 saga Arcanum) Tras el trato que hizo Kyla con la reina Melaneia, la situación de la chica cambia radicalmente: vestidos, joyas, guardias y una constante actuación para esconder su miedo se convierten en su inevitable rutina mientras, e...