Capítulo X

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Aquellas tres palabras golpearon a Axel y cayeron sobre él como un jarro de agua fría.

-¿Qué?

-Que quién es Kyla.- La expresión confusa de la chica comenzó a cambiar, ganando confianza, y adoptó una postura amenazadora que Axel no supo cómo interpretar.

El chico no podía creer lo que estaba oyendo. Comenzó a enfadarse.

-¿Cómo que quién es Kyla? ¡¿Se puede saber qué te pasa?! Te aseguro que ahora mismo no estoy para tonterías. ¡¿Te haces una idea de lo que ha sido estar todo este tiempo encerrado, sin saber nada de ti?! ¡Y ahora llegas y actúas como si…!

-No me hables así, rebelde.- Su tono se había vuelto más defensivo, menos valiente. Incluso podía jurar que le había temblado un poco la voz. Se arrepintió de haberle gritado.

-¿Reb…?- Se interrumpió a sí mismo, negando con la cabeza. Aquello no era lo importante en ese momento. -Mira, no sé qué te pasa, pero lo solucionaremos, ¿vale? Antes tenemos que salir de aquí.- Dijo, obviando el hecho de que tenía un guardia a cada lado y estaba desarmado. Notó que la chica no había respondido, sino que le miraba fijamente con expresión extraña.-¿Kyla?

Ella lo fulminó con la mirada.

-Es Menesre, idiota.

El muchacho apenas tuvo tiempo de reacción al ver el puño de la chica acercándose a su cara. Impactó con fuerza en su mejilla, pero Axel supo que lo había lanzado mal. Cogió la mano con la que le había pegado para examinarla.

-¿Estás bien? Kyla, te dije que siempre que dieses un puñetazo sacaras el dedo o te lo romperás, y tienes que corregir la posición de…

Un rodillazo impactó en su estómago, interrumpiéndole a media frase.

-Eso es por todos vuestros engaños y por el secuestro. Por no mencionar al mercader que maté por vuestra culpa.- Declaró, con odio destilando de su voz.

El chico no entendía nada. Aquella no era Kyla, estaba seguro; ella nunca le habría hablado así. Algo ocurría, pero no conseguía descifrar el qué exactamente. Y si estaba implicada Melaneia…

Entonces Axel recordó aquel libro que, tiempo atrás, Kyla había cogido de la biblioteca de Eradsi. Un libro de magia antigua que había encontrado por casualidad, y cuyo ejemplar gemelo, único en el mundo, se encontraba en posesión de la familia real. Miró los ojos de la chica, en esos momentos alterados por la situación, pero…algo andaba mal. Se percibía una nube de conflicto en ellos, como si en su mente se estuviese librando una batalla interior. Con un libro como ese, tan lleno de hechizos… No podía descartarse la posibilidad de que hubieran empleado alguno en ella.

Un pensamiento todavía más horrible que ese cruzó su mente. Permaneció mudo unos segundos, pensando a toda velocidad.

-¿Sabes quién soy?

-Un rebelde. Un manipulador. Y un asesino y secuestrador también. ¿Qué más necesito saber? 

Los oídos de Axel pitaban con fuerza. Notaba la desesperación comenzando a apropiarse de su organismo al no ser capaz de pensar en soluciones para la desastrosa situación. Decidió centrarse primero en los guardias, y agradeció sinceramente que fueran sólo dos los que estaban con ellos en la sala. Con una llave simple pero efectiva, logró tumbar a uno en apenas unos segundos, y quitándole la espada, golpeó en la cabeza al otro con el mango de esta. 

Luego se acercó corriendo a la chica, y cubriéndole la boca con una mano para evitar que hiciese ruido, la tiró al suelo con un simple movimiento, no demasiado suave, todavía con la mano en su boca. Ella se retorció furiosamente, sus ojos atravesándolo cual cuchillos afilados.

Arcanum: la princesa cautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora