Los dos siguientes días le resultaron eternos a Menesre. No sólo estaba preocupada por Tylen, a quien le quedaba un día de plazo para aparecer antes de que le diesen por muerto, sino que además se encontraba sola, rodeada de rebeldes, mientras que Leinen estaba situado al otro lado del claro, atendido continuamente por algunos que le daban hierbas para masticar, o lavaban sus heridas cuando estas sangraban, siempre con una mueca de desprecio. Ella lo observaba todo desde su árbol, del que no se movía excepto en momentos puntuales en los que la desataban para que pudiese comer, lavarse y demás.
Escuchó el quinto ataque de tos de Leinen en las últimas dos horas. Era frustrante; todos oían al príncipe quedándose sin aire, pero nadie podía hacer nada. ⪻Tampoco es que fuesen a actuar en caso de que pudieran⪼, pensó para sus adentros.
En ocasiones, se le acercaba gente a hablar. Menesre no recordaba el nombre de la mitad de ellos, y siempre adoptaba una postura defensiva y precavida, aunque lo cierto era que sí había sido capaz de mantener conversaciones civilizadas con unos pocos rebeldes, Axel entre ellos.
Se encontraba mordiéndose las uñas, inquieta por su amigo el guardia, cuando pasó Axel cerca de donde estaba.
–¡Axel! –le llamó, a lo que él no tardó en darse la vuelta, sorprendido de que fuese ella quien le hubiese convocado y no él quien había venido a hablarle.
–¿Sí, princesa?
–Por favor, déjame ver a mi hermano. –El rostro del chico se ensombreció, pero ella no cambió su tono desesperado. –Por favor, ¿no le escuchas toser? Me gustaría... –Tragó saliva para tratar de bajar el nudo en su pecho. –Me gustaría verle al menos unos minutos. No sé cuánto tiempo le queda.
–No más de una semana, por lo que dice Olgar. –masculló el rebelde, a lo que Menesre abrió los ojos como platos. Ahogó un grito de desesperación. –Tendrás tiempo de verle antes de su inminente muerte, princesa. –Añadió, encogiéndose de hombros. –No te preocupes.
–¡¿Qué?! ¡Axel, por favor! –gritó al ver que el aludido comenzaba a alejarse. –No sé si he perdido a mi mejor amigo, ¡¿y ahora quieres separarme también de mi hermano en sus últimos momentos de vida?! –Él se detuvo, sus manos apretadas en puños. –Ya veo. –Masculló, con todo su odio. –Sólo eres otro estúpido rebelde sin compasión.
Cerró los ojos, rendida, pero apenas habían pasado cinco segundos cuando notó que unas toscas manos deshacían las cuerdas de sus muñecas. Vio el rostro enfurecido de Axel frente a ella. El muchacho deshizo los agarres y le hizo incorporarse, para luego guiarla hasta su hermanastro. Ella se dejó llevar, trastabillando a causa de todos esos días sin apenas moverse.
Una vez allí, hizo señas a los dos rebeldes apostados a ambos lados de la camilla del muchacho, que se retiraron, y se quedó a unos cuantos metros, de brazos cruzados.
–Tienes exactamente diez minutos, princesa. Y no quiero oír ni una palabra más sobre tu estúpido hermanastro.
Ella le fulminó con la mirada ante aquello último, pero luego asintió con la cabeza y murmuró un agradecimiento.
Se acercó a Leinen, cuyo aspecto había mejorado un poco. Seguía teniendo manchas rojizas en la piel, y no habían cesado los temblores ni las respiraciones entrecortadas, por no hablar del aspecto de su rostro, todavía pálido, ojeroso y demacrado. Por lo menos, ya no sangraba y era capaz de mantenerse consciente por ratos más largos, lo cual era un avance, pero Menesre sabía que, sin la medicina, no había nada que hacer. Se arrodilló junto a la improvisada camilla en la que lo habían colocado, saludándolo con su mejor sonrisa.
La conversación fue bastante tensa; Menesre trataba de contenerse para que no le saltaran las lágrimas ante la inminente muerte de su hermanastro, y él se esforzaba por aparentar naturalidad bajo esa máscara de orgullo que le caracterizaba, a pesar de su mirada perdida e inquieta, que delataba un millón de emociones que él no era capaz de verbalizar.
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Arcanum: la princesa cautiva
FantasyLIBRO DOS (📚 saga Arcanum) Tras el trato que hizo Kyla con la reina Melaneia, la situación de la chica cambia radicalmente: vestidos, joyas, guardias y una constante actuación para esconder su miedo se convierten en su inevitable rutina mientras, e...