Capítulo 8

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Todo aquel día, había sido sumamente estresante para Wesley; fue llegar desde Los Ángeles, hacer algunas diligencias pendientes, y luego encerrarse a hacer maletas, porque a primera hora del día siguiente, ya tenía que estar en el aeropuerto. Pero, aun cuando la noche había caído, sabía que su día no había acabado, porque había quedado de verse con Derek para poder hablar, para poder contarle más detalladamente todo lo que había pasado en esos días.

Por un momento, antes de que su amigo llegara, se detuvo a beber una copa de vino. También necesitaba algo de fuerza para poder ver cara a cara a Derek, después de haber aceptado, en voz alta, que realmente tenia sentimientos fuertes hacia él. Sí, no se lo había dicho justo a él, pero eso no lo hacía más fácil.

Cuando sonó el timbre, sintió una pequeña prensión en el pecho, pero rápidamente se tomó lo poco que quedaba en su copa y poniéndose de pie, suspiró.

—Vamos a hacerle frente, como cada día. –Pasó su mano por su cabello y se dirigió a abrir. Una sonrisa se dibujó automáticamente al ver la más que encantadora sonrisa del joven frente a él. - ¡Hey! –Trató de mantenerse firme, pero cuando le abrazó, se desarmó. –

—Ya extrañaba ver esa cara en vivo y en directo. –Le tomó de la mejilla, uniendo levemente su frente a la de Wes. – Con tantas cosas que te han estado pasando, de verdad tenía la necesidad de hablar contigo. –Se adentró al departamento, momento que Wes aprovechó para suspirar. – He estado días, con el pendiente. –Dejó su bolso sobre uno de los muebles. - ¿Cómo estás? –Alzó la caja que tenía en sus manos. –Te traje los canollis que te gustan. – Wes no pudo evitar reírse. –

—Gracias, eso muy dulce… En general. –Tomó la caja de las manos de Darren, y volvió hacia el sofá, en donde estaba sentado antes. - ¿Sabías que, en gran parte, tus llamadas me mantenían un poco más sereno entre tanta agonía? –Decía mientras Darren se sentaba junto a él. –

—Me encanta escuchar eso, porque en gran parte, eran para eso. También para que supieras que estaba ahí para ti… -Hizo una pausa, sonriendo de lado. – Que estoy aquí para ti. –Le tocó el hombro sutilmente. – Entonces ¿Sobre qué quieres hablar? ¿Quieres contarme cómo te sientes con respecto a lo que ocurrió con Renzo? ¿Sobre lo emocionado que estás por el viaje que emprendes mañana? O ¿Quieres contarme sobre Adam? –Esto último lo preguntó como quien no quiere la cosa. – Estoy aquí para escucharte.

—Ambos sabemos que el tema a tratar es todo el asunto de Andy. –Darren movió la cabeza de un lado, poniéndose de pie y tomando la copa que estaba sobre la mesita, para servir un poco más de vino. Igualmente le hizo el ofrecimiento a Wes, pero este lo rechazó ya que anteriormente había bebido una copa. Solo abrió la cajita de cannolis, tomando uno, mientras Darren volvía a sentarse junto a él. –

—Entonces ¿Cómo llevamos este asunto? Entiendo que esto le da un giro total a tu vida, que lo estás manejando, pero… ¿Cómo te sientes con ello?  -Wes suspiró y echó su cabeza para atrás. –

—Es una locura, es algo que jamás creí vivir. Como te dije por teléfono, solo estoy intentando llevar todo lo más rápido posible para sanar con celeridad. Pero siento que la cabeza me va a explotar. Es una historia tan extraña, tan dura… Una historia que imagino quieres escuchar completa. –Darren asintió, dándole un sorbo a su copa, a la vez que tomaba un cannoli. –


Aquella charla se había extendido pasada la media noche. Fue bastante intensa, bastante profunda. Fue inevitable para Wesley, llorar en el proceso. Estaba soltado todo lo que llevaba sobre sus hombros durante los últimos días. Aunque estaba trabajando en hacer las paces, y lo estaba logrando, no dejaba de ser un golpe duro.

Sí, había tenido todo el apoyo de su familia; se había sentido arropado por ellos. Pero esta vez, sentir todo ese apoyo por parte de Darren, que no estaba ligado a su círculo consanguíneo, pero que a la vez era una de las personas más importantes en su vida, fue liberador, en un sentido que no sabía explicar. Incluso el mostrar las fotografías que Adam le había cedido, se sintió diferente, fue una emoción desbordante, no tanto melancólica.

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