𝐗𝐈𝐈𝐈. 𝐁𝐄𝐀𝐔𝐗𝐁𝐀𝐓𝐎𝐍𝐒 𝐘 𝐃𝐔𝐑𝐌𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆.

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Cuando bajó a desayunar la mañana del 30 de octubre, descubrió que durante la noche habían engalanado el Gran Comedor. De los muros colgaban unos enormes estandartes de seda que representaban las diferentes casas de Hogwarts: rojos con un león dorado, los de Gryffindor, azules con un águila de color bronce, los de Ravenclaw, amarillos con un tejón negro los de Hufflepuff, y verdes con una serpiente plateada los de Slytherin.

Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme hache.

Ellis no se encontraba tan animada, hoy era un día muy significativo para ella y la verdad era que preferiría irse a encerrar a su habitación todo el día, pero eso no sería posible. Notó a lo lejos a Cedric mirándola desde la mesa de Hufflepuff, haciéndose a un lado en señal de hacerle un espacio para que se sentara con él y con Emily, la cual se encontraba a su otro lado. Ellis llevaba varios días evitando a Cedric, excusándose de estar muy ocupada con los deberes y no era porque ya no quisiera estar cerca de él, lo contrario, se sentía tan mal sin su mejor amigo y lo extrañaba tanto, nunca pensó que echara tanto de menos a una persona como lo hace con Cedric. Pero, había algo que no dejaba a Ellis acercarse a Cedric y era que cuando lo miraba se sentía extraña, era un sentimiento de melancolía que no lograba explicar el porqué. Sentía un mal presentimiento acerca del Torneo de los tres magos, que la mantenía ansiosa y preocupa, y más sabiendo que Cedric quería participar en él.

Ellis quiso darse la vuelta para volver al vestíbulo y alejarse lo más que pueda, pero en el momento que vio la mirada suplicante de Cedric no tuvo el valor de hacerlo y menos cuando Emily volteo hacia la dirección donde Cedric miraba y sonrió al notarla para luego hacerle señas de que fuera y se sentará con ellos. Simplemente, no tenía corazón ni cabeza para ser grosera y menos con esas dos personas.

—Hola, Jamie —saludó Cedric con una leve Sonrisa.

—Hola, cariño —saludó Emily con una dulce sonrisa.

Ellis miró su plato como si fuera lo más interesante del mundo.

—Hola, chicos.

Cedric no tardó en borrar su sonrisa y en dejar salir un suspirar.

—¿Podemos hablar un momento? —su voz sonó suplicante.

—No… digo, no sé… —dije Ellis insegura.

—Jamie, por favor…

Ellis miró a Cedric por unos segundos notando la mirada implorante que tenía, rendida, Ellis soltó un suspiro y asintió de acuerdo. Ambos se levantaron de sus asientos y con un leve movimiento de manos se despidieron de Emily, quien los veía a ambos bastante preocupada, pero sabiendo que era necesario que esos dos tuvieran una conversación después de andar días en los cuales ni siquiera se topaban.

𝗢'𝗕𝗿𝗶𝗲𝗻¹: 𝗘𝗹 𝗰𝗼𝗺𝗶𝗲𝗻𝘇𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora