Connie es una adolescente de quince años que está buscando ordenar su vida tras una ruptura amorosa. Con su fiel compañero, un reproductor de mp3, ella comprenderá que el poder de las canciones es singular.
Una canción puede recordarte a alguien o t...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dylan soltó un gran suspiro después de leer el mensaje que llegó a su celular, mientras él dormía; «Voy al trabajo. Matt se fue en la madrugada. Nos vemos más tarde. Atte.: Jake». Miró a la chica acostada a su lado y una sonrisa se le escapó. Parecía un ángel.
¿A dónde habrá ido Matt?, se preguntó de pronto. De seguro estaba con esas amistades que a él tanto le desagradaban.
Connie emitió un leve quejido al despertar. Sonrió al ver que no estaba sola. Recibió un vaso con agua de parte de Dylan y lo bebió inmediatamente.
Permanecieron en silencio por un tiempo largo, ambos sintiéndose a gusto, aunque con diferentes preocupaciones punzándoles el cerebro.
—No volveré a mi casa —afirmó ella y se miraron—. Necesito un lugar donde quedarme.
—Mis padres están cuidando a mi tía. Llegarán el lunes. Si quieres te puedes quedar acá hasta entonces.
—Gracias, pero... ¿Crees que Jake acepte alojarme en su casa?
—¿Quieres vivir con Jake? —Arqueó una ceja.
—Tiene una habitación disponible, ¿verdad?
—¿Y Emily? Su casa es más grande y es tu amiga. Estarás mejor allá.
—Allá es exactamente adonde irán a buscarme y no quiero que me encuentren. Nunca.
El silencio los invadió nuevamente. Dylan analizó la idea. Concluyó que no era una tan descabellada y así se lo hizo saber a ella.
—Gracias —mencionó Connie con dulzura después de otro rato de absoluto silencio. Observó al chico a los ojos y esperó que él hiciera lo mismo para continuar—: Por quedarte.
Dylan le sonrió. Un ruido proveniente del primer piso lo alertó en ese momento; alguien había llegado. Se levantó aprisa, ilusionado de que se tratara de Matt. Confiado en que la chica estaría bien sola, bajó hasta el primer piso. Su rostro se entristeció al darse cuenta de que fue el bajista de su banda quien ingresó a la casa.
—¿Qué ocurre? —preguntó Jake en la sala después de obtener tan frío recibimiento.
—Matt no ha llegado —informó Dylan con pesar.
—¿Crees que anda donde ese tal...? ¿Cuál era su nombre? El de la cicatriz en el brazo...
—Adam. Y sí, estoy seguro de que está allá.
—¿Quieres que vayamos a bus...?
—No —lo interrumpió con fastidio. Era una terrible idea salir en búsqueda de Matt porque sólo conseguirían pasar un mal rato.
Jake escuchó bulla desde el piso de arriba, seguido luego por el ruido de la ducha.
—¿Connie? —preguntó él, a lo que Dylan asintió como respuesta—. ¿Supiste qué le pasó?