A Rashid Musalem ya le habían comunicado que la chica extranjera había llegado a Rabat. Sabía que no era una chica cualquiera, en el mundo había mujeres nacidas con un miembro masculino, eran mujeres intersexuales, tratadas con el debido respeto que merecían, aunque a veces no sabía como manejar ciertas líneas que diferenciaban a los hombres de las mujeres. Al menos ese o sería un motivo para negarle la entrada a su hogar.
Los guardias que custodiaban la entrada vieron que el "jefe" era quien manejaba el auto y permitieron su entrada. La cosa era bastante simple, por ser alcalde de la capital del país debía cuidarse más, además, su casa era lo bastante grande y ostentosa para despertar la envidia y atracción entre los "malhechores".
Comenzó a reír al ver a Halima, su esposa, persiguiendo con unas hierbas en la mano a su hijo menor de 6 años y a su otra hija de 10 que una vez más se encontraban peleando. No iba a mentir, pero al chiquilín le gustaba provocar de mala forma a sus hermanas aunque, para la mayor era su tesoro y muchas veces fomentaba sus caprichos por ser el más pequeño.
—Yo no crie dos hijos, al parecer crie a dos camellos —dijo Halima, pero se detuvo al verlo en la entrada— Habib(cariño), ¿deseas que te preparé un agua de hierbas?
—Mejor reúne a los chicos, tengo que hablar con ellos —Rashid se sentó en un cómodo sofá traído de Turquía, mientras una de las sirvientas le servía una pequeña porción de licor. De fondo escuchaba el sonido de unas monedas y pulseras que provenían de la escalera de mármol. Sonrió abiertamente al ver a su hija con el caderín más hermoso que pudo encontrar en Marruecos para ella—. ¿Has empezado a ensayar?
—Abi! (papá) —lo abrazó—. Desde ya quiero ensayar para la noche de bodas, no quiero que Azhaar piense que su esposa es una mala elección —su padre le acarició sus ondulados cabellos, tan castaños y perfectos como los de Halima.
—Sería un estúpido si lo pensara, cuando eres considerada la mejor bailarina en danzas árabes en este país —cuan orgulloso lo hacía sentir su hija mayor. Sus conductas eran las que todo padre desea para una mujer. Era recatada, apegada a las costumbres que ellos le han impartido y fiel a la religión del Islam.
El resto de sus hijos entraron a la habitación y lo saludaron con cariño.
—Mis hijos, ¿ustedes recuerdan que hace unos días les comenté que era posible la llegada de otra persona a este hogar? —todos asintieron—. Bueno, en unas horas es probable que llegue, es una adolescente de Estados Unidos, no entiende nada de nuestro árabe y es probable que se sienta un poco perdida. Ella es una chica intersexual, así que a todos les pido que mantengan su distancia cuando llegue, especialmente a mis hijas, no sabemos su forma de vida y prefiero cuidarlas.
{--Lauren POV--}
Sentía que estaba sumergiéndome en un mundo desconocido, encerrada en un reloj de arena, introduciéndome en el mundo de Alí baba y los 40 ladrones o en la película de aladín. Cosas que poco y nada alcancé a leer en mi infancia y el internado J.Polk.
Gustavo, el sirviente de un tal Sr.Musalem, me hablaba de las cosas que veíamos en el camino. Estaba muy preocupada, se me venían grandes tareas por delante. Debía aprender a hablar y escribir árabe. Nunca fui una gran alumna y creo que nunca lo seré. Nadie me alentó para ser alguien con metas en la vida, yo no veía nada más allá después que terminase mi último año, lo único que sigo teniendo firme en la mente es sacar a Christopher de Villa alegre y darle algo mejor.
Habían pasado 3 horas desde que llegué a Rabat y poco a poco mi inseguridad iba en aumento, pero seguía esforzándome para no mostrar debilidad y ser alguien fría. Íbamos en un auto bastante costoso hasta parar frente a una muralla, una entrada grande y con una forma muy linda. Gustavo habló con los hombres que custodiaban todo y me hicieron bajar del automóvil. Su ceño se les frunció de inmediato y cual policías se dedicaron a analizarme. Era increíble que en otro país mi mala fama no cambiase, ¿A caso mi aspecto daba a entender que era una delincuente? Tal vez.
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『 Harām 』─ {Camren}
Fanfic"Uno no elige a su familia, su país o costumbre. Antes de llegar a este mundo ya tenemos asignado un lugar." Por más que las personas le dijeran eso, ella seguía odiando su origen. ¿Acaso debía agradecerle a Dios por tener a sus padres narcotrafican...