Lunes 8 de noviembre 2010 - 1 semana y 2 días en Rabat.
A Lauren se le entregó un libro en inglés para aprender sobre la cultura musulmana, dentro de las hojas encontró lo que era el famoso Ramadán.
Esta celebración musulmana varia la fecha exacta cada año. Durante el mes del ramadán los musulmanes tenían el deber de hacer ayuno: no comer, ni beber, ni fumar, ni mantener relaciones sexuales, desde el amanecer hasta el ocaso. A partir de ese momento, el ayuno finaliza y todo lo prohibido vuelve a estar permitido. El ayuno tiene casi el mismo sentido que la limosna, desprenderse de los bienes de este mundo por la privación y para la purificación.
Ahora tenía otra duda que no podía ser fácilmente aclarada. ¿Había sido "pecado" ver por accidente a una de las hijas de Musalem bailar la danza del vientre en la privacidad de su habitación?
A duras penas y con una hora de retraso, la ojiverde llegó al municipio donde Rashid ejercía su trabajo como alcalde. Se sacó el casco de la moto dejando al aire libre su particular cabello, negro y brillante, aunque luego sacó un velo para colocarlo en su cabello, Rashid se lo había recomendado, no le estaba imponiendo nada, pero así se evitaría problemas innecesarios y atención que no quería.
Los guardias del estacionamiento estaban advertidos de su llegada.
—¿Nombre tuyo? —el guardía le preguntó en ingles.
Lauren enarcó una ceja al darse cuenta que al menos no era la única que no hablaba bien un idioma ajeno.
—Lauren Michelle Jauregui Morgado —le entregó una tarjeta que Rashid le había facilitado, con eso nadie iba a dudar de sus intenciones y habría evidencia de que el alcalde la quería ver. Estacionó la moto en un lugar especial mientras entraba con el casco en mano. Las personas la observaban curiosas por su forma rebelde de caminar, llevaba unas gafas oscuras pero iba particularmente vestida con ropa semi formal—. Disculpe, ¿se encuentra el Sr. Musalem aquí? —la recepcionista la miró extrañada porque no sabía hablar inglés.
—¿Qué dijo? Disculpe, no le entendí —contestó en árabe mientras otra secretaria se acercó con una sonrisa radiante.
—Discúlpela, no sabe hablar inglés, el señor Musalem la está esperando en su oficina, es por aquí señorita —No iba a perder la oportunidad de dirigirla a su destino, pocas veces veía en vivo y en directo a una extranjera tan peculiar, tenía unos ojos verdes preciosos, no era que le gustara, eso sería pecado, simplemente se encontraba admirada por su belleza, y bueno no debía darle explicaciones a nadie.
—¡Lauren! No me digas que te perdiste.
—Lo siento por la demora. ¿Por qué hay sectores con las calles tan estrechas? —Bebió el café que le habían ofrecido mientras dejaba su casco en el suelo.
—Está bien, muchacha, te cité para que hablemos sobre tus estudios —entrelazó sus manos y trató de buscar las palabras exactas. A Lauren le costaría bastante adaptarse a las escuelas de este país, ¿qué tan diferentes eran?— Verás, la enseñanza secundaria tiene una duración de tres años, se imparte en los liceos y en ella cursan sus estudios los alumnos que han superado el 9.º curso de la Enseñanza Fundamental. En este tramo los estudiantes tienen de 15 a 19 años —esperó un gesto de Jauregui para proseguir—. Esta fase educativa conduce a la obtención del título de Baccalauréat, que es la llave de acceso a la enseñanza superior —se apoyó en el escritorio—. Pero es diferente con los alumnos de intercambio, dime una cosa, ¿piensas quedarte en Marruecos para vivir en un futuro?
—¡No! —Puso cara de espanto—. No puedo cuando tengo a mi hermano viviendo en Estados Unidos y no puedo sacarlo del país debido a que no soy su tutora legal. Mi vida está en ese país, aunque haya vivido en la miseria los primeros años.
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『 Harām 』─ {Camren}
Fiksi Penggemar"Uno no elige a su familia, su país o costumbre. Antes de llegar a este mundo ya tenemos asignado un lugar." Por más que las personas le dijeran eso, ella seguía odiando su origen. ¿Acaso debía agradecerle a Dios por tener a sus padres narcotrafican...