Miércoles 3 de noviembre 1998.
Miraba por la ventana con una tristeza impregnada en sus ojos increíblemente verdes. Muchos niños jugaban a la pelota en una cancha de fútbol bastante precaria pero que a ellos les entregaba un sin fin de entretenimiento. ¿Por qué no podía estar allí? En realidad, era inútil pensar en algo que no ocurriría, sería una pérdida de tiempo pedirles a esos niños que la dejaran jugar o le prestaran la pelota. Tras de sí sintió unos ruidos y rodó sus ojos acompañada de un suspiro frustrado. Ya se le hacía común que distintos hombres entraran a la casa, especialmente al cuarto de su madre. Con su mente infantil de 6 años, no podía imaginar con claridad el motivo exacto de las decenas de hombres que cada día que tocaban la puerta y preguntaban por los servicios de Clara. ¿Qué tipo de servicios? ¿Acaso ella cocinaba "cosas ricas" y las vendía? Lauren pensaba que de seguro era aquello porque no iba a negar que su mamá cocinaba increíble.
Los ruidos eran cada vez más fuertes en la habitación de al lado y que la casa fuera sencilla, de madera y cartón, casi precaria, no ayudaba en nada a esconder "secretos". La curiosidad la embargaba cada vez más, pues esto se empezó a hacer común desde hace...Curiosa contó con los dedos de su mano, 6 meses exactos en los cuales su padre salía a "trabajar" y a la hora después comenzaban a llegar los hombres desconocidos.
Tomó su robot de plástico y con cuidado abrió la puerta. Asomó su rostro por el pasillo y comenzó una caminata hacia al lado. Era de estatura más pequeña que los niños de su edad y eso muchas veces le jugó en contra. Su mano temblorosa se apoyó en el picaporte de la puerta que le llegaba a la altura del cuello. Tan lento como su cuerpo le daba a vasto, abrió la entrada de la habitación de sus padres. Esta vez no rechinó la madera, pero de inmediato un olor a alcohol y tabaco le llegó de lleno al rostro. Había mucho humo y hacia uso de sus fuerzas para no toser y ser delatada. Alzó la vista a la cama de sus padres y su inocencia infantil fue quebrada como un vidrio.
Su madre estaba casi en posición como esos perritos sin hogar de la calle que tanto le gustaba acariciar a la niña. Un hombre con barba y sonrisa malvada la penetraba mientras ella gritaba. Quiso vomitar porque no entendía lo que era aquel acto.
Ella muchas veces vio a su madre sin ropa, eso no le preocupaba, pero le asqueaba ver que otro hombre de pellejo seco la manoseara a su vista y paciencia. Con un susurro casi inentendible, le colocó un rollo de dinero entre los senos, se ajustó la ropa interior, la cremallera del pantalón y se comenzó a ir. Pero la astucia de la niña no pudo con la de los adultos, fue descubierta debajo de la cama porque sus zapatos sobresalían, no había tenido tiempo de meterse entera bajo ella. El desconocido miró a Lauren con desprecio y continuó su camino mientras su madre la miraba casi con una sonrisa avergonzada.
—Ven pequeña, ven... —con los ojitos al borde de un llanto infantil la pequeña la miró y se le acercó— toma, aquí tienes esta vez el doble —la culpabilidad maternal la calmaba dándole un dólar cada día de lo que recibía por todos los clientes—, o si quieres 2 billetes más, ¿te gustan? —apenas asintió mientras ella temblando le pegaba palmaditas en el pantalón— anda a jugar con los hijos de las viejas chismosas.
Lo único que necesitaba era eso, salir de esa casa. ¿Acaso su papá sabría que su "mami" hacía esas cosas mientras él salía a trabajar? Claro que no. Se metió los 4 dólares al bolsillo y aspirando fuertemente el aire de la tarde llegó a esa cancha de fútbol. Niños y niñas se dieron cuenta de su presencia y se miraron unos con otros.
—Aquí no se te deja entrar a ti —era un niño de aspecto rellenito y de rostro sucio.
—¿Por qué no? Quiero jugar al fútbol.
—Nuestras mamás nos dicen que nos alejemos de ti, eres una mala "influencia" —con su panza la empujó y la botó a un charco lleno de lodo.
—¡Sii! ¡Tu mamá es una puta! —Le gritó una niña rubia. Con apenas 6 años ya manejaban ese tipo de palabras. Y es que el ambiente donde vivían era una de las poblaciones más humildes de San Diego, bastante alejado de las mansiones y lujos que posee la ciudad.
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『 Harām 』─ {Camren}
Fiksi Penggemar"Uno no elige a su familia, su país o costumbre. Antes de llegar a este mundo ya tenemos asignado un lugar." Por más que las personas le dijeran eso, ella seguía odiando su origen. ¿Acaso debía agradecerle a Dios por tener a sus padres narcotrafican...