Los papás de Muriel

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📌AU humanos.
📌 Crowley y Aziraphale son papás de Muriel.
📌 Crowley y Aziraphale están casados.
📌Muriel tiene cinco años.

Crowley y Aziraphale habían tenido un bebé, una linda niña al que llamaron Muriel y a la cual criaron con muchísimo amor. Muriel actualmente tenía cinco años, amaba jugar a la hora del té, aveces jugaba con su primo Jim, otras con sus padres y aveces sola.

Sus padres le daban mucho afecto haciendo todo lo posible por estar siempre en los momentos especiales de su hija, sus primeros pasos, sus primeras palabras, el primer diente que se le cayó, su primer cumpleaños, el día que fue al kindergarten, el primer triciclo que le regalaron. Estaban muy presentes en su vida y esto se reflejaba en la actitud de la pequeña y como era con otros niños.

Era un hermoso día, los rayos del Sol salpicaban contra la ventana de la habitación de Muriel, la pequeña se levantó feliz dispuesta a cepillar sus dientes, Crowley la bañó y cambió de ropa mientras Aziraphale preparaba el desayuno. Como era sábado decidieron ir de compras al supermercado, Muriel miraba los estantes de la juguetería junto con Crowley, ambos fascinados por tantos juguetes bonitos, en lo que Aziraphale hacía las compras.

Muriel jaló de la camisa a su papá Crowley, señalándole un juego de té.

— ¿No es muy bonito papá? —preguntó con una tierna expresión en su carita—. Me recuerda al vestido azul de princesas que me compraste.

— Si, es muy lindo —le palmeó la cabecita—. Muriel, mira allí a tu papi Aziraphale, ¿podrías ir con él y comprar una caja de té?

— Si, ya voy —asintió con la cabeza corriendo hacia Azira—. Papi Aziraphale, papá dice que compremos una caja de té.

— ¿Té? Está bien, vayamos a por ello —tomó la manito de la niña encaminándose hacia el pasillo donde se encontraba el té.

Crowley tomó el estuche que contenía el juego de tazas de té y fue a la caja para que lo envolvieran comprando así el juguete para Muriel. Más tarde fueron a tomar helado en un parque y volvieron a casa para almorzar.

Muriel estaba en el cuarto de juegos organizando sus peluches sentando a estos a la pequeña mesa, estaba preparándose, según ella, para dibujar con estos.

Crowley llamó a su esposo mostrándole lo que había comprado para la niña, Aziraphale le insistió en dárselo y ambos se acercaron al cuarto de juegos donde ella estaba. Tenía puesto un tutú amarillo encima de su ropa, pulsas y collares de bolitas, una tiara de princesa y algunos ganchos en su pelo, habían algunas hojas coloreadas en la mesita y los peluches tenían frente a ellos platitos con comida de juguete.

— Muriel cariño, ¿a qué juegas? —preguntó Aziraphale.

— Estoy jugando a la hora de la merienda, ¿juegan conmigo? —preguntó haciendo un puchero y moviendo su piecito.

— Claro que sí hija, mira, tu papi Aziraphale y yo te compramos esto —le extendió el paquete envuelto en papel regalo—. Ábrelo.

— ¡Gracias! —dio saltitos y fue a la mesa abriendo con cuidado el envoltorio, saltando de alegría cuando vio qué había allí—. ¡Es el juego de té! Rápido, tomen asiento, ¡vamos a tomar té juntos!

Los padres se miraron con una sonrisa cómplice y entraron al cuarto de juegos tomando asiento donde Muriel les decía. La pequeña sacó los juguetes de la caja colocándolos cuidadosamente en la mesita, corrió hacia el armario de juguete tomando una corona y una sombrero pirata, el velo de un vestido, un babero, unas pulsas, un tutú azul, una falda violeta y un collar, volviendo con sus papás para vestirlos.

— Papá Crowley usará la corona, papi Azi el sombrero del pirata —repartía las prendas—. Las pulsas para papi Azi, y papá tú tendrás el babero, papi Azi ponte tú el tutú, y tú la falda.

— Ah, gracias supongo —rió Crowley colocándose aquella falda que casi no le entraba—. ¿Y el velo?

— El velo es para tí y el collar para papi Aziraphale —dijo terminando de vestirlos y dándole las tazas de té con sus respectivos platillos—. ¡Qué lindos se ven! ¿Más té?

— Gracias querida, tú también te ves muy hermosa —le sonrió besando su cabecita y extendiendo la taza para obtener "más té"—. Mmm~ muy rico.

— Papá, ¿tu también quieres más té? —le extendió la tetera vacía y Crowley asintió—. Me encanta jugar con ustedes.

Aziraphale y Crowley se miraron sonriendo felices, no importaba que tan ridículos se vieran vestidos de princesas o de cualquier otra cosa que a Muriel se le ocurriera, ellos eran felices haciendo feliz a su pequeña hija, y ella siempre estaba contenta de pasar tiempo con sus papás.

One Shots Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora