Vecinos

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📌AU humanos.
📌 Aziraphale x Crowley.
📌 Aziraphale tiene 31 años.
📌 Crowley tiene 25 años.
🦔

Crowley estaba de vacaciones en casa de su madre, era verano y lo único que quería era relajarse un rato, traducción; no había salido en dos semanas de la casa y se la pasaba escuchando Queen en su habitación todo el día. Pero justo esa mañana la mujer estaba insiste e insiste en que fuese a entregar unos libros al vecino. A pesar de que el muchacho no tenía muchas ganas tuvo que ir, debía obedecer a su progenitora, esa mujer daba miedo.

— Llévale los libros que le pedí, y estas manzanas —le extendió la canasta haciendo a Crowley bufar.

— ¿Por qué las manzanas? —dudó, siendo empujado a la puerta.

— Para que te soporte cinco minutos, aveces eres insufrible.

— ¡Okay, le llevaré esto a tu aburrido vecino! ¿Estarás feliz?

— Si.

La mujer logró sacarlo del apartamento cerrando con llave la puerta para que no pudiese volver a entrar, por lo menos en una o dos horas estaría fuera. Crowley farfulló entre dientes un poco molesto, ¿qué de malo tenía pasarse sus vacaciones encerrado y sin socializar?

— Un aburrido bibliotecario, de seguro no sabe de qué hablar, o es un rarito de los libros, ¿qué de bueno va a tener? Seguro que huele raro.

Murmuraba hasta llegar a la puerta del vecino, tocó varias veces y cuando este abrió Crowley se quedó mirándolo boquiabierto. El hombre tenía los pantalones en el brazo y cargaba con un perro, andaba descalzo, en camisa y calzoncillos, no se veía nada mal, tenía unas sexys piernas y jugosos muslos, el joven mordió sus labios con disimulo.

Aziraphale le observó también de arriba a abajo, un muchacho de greñas largas con ropa negra al puro estilo gótico, aunque no tenía la cara toda pintada de blanco como otros. ¿Quién era y por qué estaba frente a su puerta? Él acababa de salir del baño, ni le dio tiempo a colocarse los pantalones, cargaba con su perro porque este tendía a escaparse, aveces era despistado

— Buenos días, soy Aziraphale, ¿en qué puedo ayudarte?

— Eh, soy Crowley, hijo de la señora de la casa treinta y dos, mi madre me envió aquí para entregarte estos libros, y unas manzanas —le echó otra ojeada, observando por sobre el hombro del vecino el interior de la casa—. Me preguntaba si tiene algún libro sobre astronomía ahí entre... esos estantes.

— Mmm, creo que tengo algo. Adelante, pasa.

En cuanto le dio la espalda Crowley soltó un silbido alzando su ceja, vaya, si que era interesante aquél raro bibliotecario. Aziraphale entró a la casa abriendo paso para el joven, quien cerró detrás de sí la puerta, observando como aquél sujeto dejaba los libros y el canasto de manzanas sobre una mesa, caminando hacia los estantes aún sin ponerse los pantalones.

Al chico quizás le comenzarían a interesar los libros y pasar tiempo en la casa de su vecino esas vacaciones. Había descubierto que aquél tenía más de lo que buscaba.

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Habían pasado unas dos semanas desde que la madre de Crowley veía a su hijo salir y volver tres o cuatro horas luego, ¿a dónde iba todas las mañanas? ¿Por qué estaba bañándose tanto? ¿Eso que olía era colonia? ¿Por qué su vecino bibliotecario llamaba a su casa a ciertas horas?

Muchas preguntas, no quería respuestas, simplemente no las deseaba.

Crowley se encontraba ese día en casa de Aziraphale, le había tomado gusto a estar allí, se estaban llevando bien a decir verdad, el joven pasaba horas conversando con su vecino. Veían películas, este leía para él, hacían galletas juntos, y aveces Crowley fumaba en la terraza, pasando a su lado Aziraphale tomando una calada del cigarro y siguiendo de largo mientras expulsaba el humo de una forma bastante erótica, o así lo veía Crowley.

One Shots Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora