Quiero ser tu amiga

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📌AU omegaverse.
📌 Beelz y Gabriel tienen 5 años.
📌 Aziraphale y Crowley son los padres de Gabriel y Muriel.
📌Hastur y Ligur son los padres de Beelz.
📌 Muriel tiene tres años.

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Aziraphale y Crowley tenían dos cachorros, Gabriel de cinco años y Muriel de tres, eran una bonita familia, muy querida en el vecindario. Crowley tenía un par de amigos, Hastur y Ligur, una pareja que tenían también un cachorro de la misma edad que Gabriel, su nombre era Beelz.

A Crowley y Aziraphale les pareció buena idea que su hijo asistiera al mismo kinder que la hija de sus amigos, pensaban que tal vez así los pequeños se harían amigos, aunque Beelz tenía fama de no ser muy amigable.

El primer día de kinder los padres llevaron a los pequeños, Beelz llevaba un overall mezclilla, con un pulóver rojo a rayas negras por debajo, usaba zapatillas y no duraba cinco segundos peinada, corría detrás de otros niños, jugando y siendo bastante activa, era todo un remolino. Gabriel en cambio vestía unos bermudas grises, tenía una camisa de mangas cortas con tirantes, medias hasta las rodillas y zapatos cerrados, se mantenía sentado en su lugar, miraba a los otros niños, se acercaba a algunos para preguntarles sus nombres, eran muy diferentes uno del otro, y a Beelz le gustó la tranquilidad de Gabriel.

A la hora de salir al patio de juegos Beelz estaba muy emocionada, tanto que al correr tropezó con sus cordones cayendo de bruces al suelo, Gabriel que estaba cerca decidió ayudar tomando su mano y levantando a esta del suelo.

— Ten más cuidado, podrías haberte lastimado.

Gabe le sacudió el polvo de la ropa amarrando luego sus cordones, pero en lugar de recibir un gracias Beelz le empujó, sonrojada.

— ¡No seas tonto, podía hacerlo yo! —le gritó, corriendo lejos de él.

Gabriel quedó impresionado ante la respuesta de la otra, pero hizo caso omiso, quizás no estaba teniendo un buen día. Un rato después, cuando el niño se encontraba sentado en un banco, Beelz se le acercó a Gabriel palmeando su hombro haciendo al otro asustarse.

— ¿Por qué me pegas? —preguntó sorprendido por la brusquedad de la niña.

— ¡Mira, es un lagarto! —dijo mientras le mostraba el animalito en su mano, esperando a que el niño se espantara, igual que los otros—. Va a morderte.

— He visto un lagarto antes —dijo, para nada sorprendido, y se encogió de hombros—. No, no lo hará, ellos no muerden. ¿Quieres sentarte conmigo?

Beelz soltó al animalito y apretó el puño con fuerza, un poco frustrada por la reacción del otro, ¿por qué no le tenía miedo? Si le tuviese miedo al lagarto entonces podría consolarlo diciendo que no le haría nada, y quedaría como el héroe, pero ya que eso no funcionaba otras cosas si lo harían, así lo podría consolar.

— Bueno, el lagarto no muerde, pero yo sí —y sin más, tomó el brazo de Gabriel pegándole una mordidota.

Gabriel la empujó comenzando a llorar tras aquella haberle pegado los colmillos en su bracito, los otros niños observaban la escena mientras llamaban a la profesora, Beelz se asustó al ver la sangre deslizarse por el brazo del otro, no quería hacerle tanto daño, y en lugar de consolarlo corrió lejos de allí sintiéndose algo culpable.

Aquello fue solo el inicio de lo que sería un intento de llamar su atención por varios meses, un infierno para Gabriel. Beelz aprovechaba cada oportunidad para empujarlo, lanzarle papeles, hasta irse a los puños con él, todo para intentar consolarlo después, pero lo menos que él quería era tenerla cerca.

One Shots Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora