DLMLU [Minlix]

12

Sus cuerpos enredados giraban por aquel colchón de un lugar a otro. Sus labios no se despegaban más que para respirar, se movían con gentileza pero necesidad contra los del otro. Felix se sentía cada vez más necesitado de seguir y Minho ponía todo su esfuerzo en no hacerlo, en no fallar y en no defraudarse a él ni al pequeño omega.

—P-por favor, solo avanza.— Pidió Felix.

Minho fingió no haber escuchado tal cosa, se centraba en no perderse en el aroma y atractivo del menor para así no perder la cordura -Al menos no toda-. Su índice y pulgar delineaban la pequeña figura de Lee, quien se removía intentando hacer desaparecer las prendas de su cuerpo.

Toda la ropa de Minho que estaba en la cama, de pronto tocó el suelo dejando el espacio libre para aquellos dos lobos en busca de unirse por completo. Felix mordió el labio inferior tironeando de éste en forma de jugueteo, el castaño jadeó al sentir el bulto de su entrepierna apretarse en el incómodo y elegante pantalón. El pelinegro notó instantáneamente la situación como si de un radar activo se tratara, sus manos sedeslizaron por el abdomen del mayor hasta llegar a la pelvis; su muñeca fue tomada antes de que lograra tocar más allá.

Minho atrapó ambas manos del menor encima de su cabeza cuando se posicionó arriba de él. Lo miró unos segundos, se tomó el tiempo de mirar y admirar su visual. Las mejillas estaban rojas, una leve capa de sudor cubría su rostro y sus labios estaban hinchados y también con un tono más colorado que antes. Se veía lindo y caliente. Su pecho subía y bajaba con dificultad, se notaba la agitación en los pequeños suspiros que soltaba al intentar regular su respiración.

—Alfa...

—No.— Respondió tajante.

Felix sintió a su lobo bajar las orejas, él sintió una presión en su pecho ante tal respuesta firme, se estaba desesperando.

—Por favor, sé que lo quieres.—  Mordisqueó sus labios con nerviosismo intentando soltarse de aquel agarre, fue inútil, su fuerza no era ni la mitad de la del alfa.

—No puedo, no puedo hacerte ésto, no puedo hacernos ésto.— Miraba sus ojos, sus palabras eran directas y sinceras, Minho estaba asustado, sí, quizá un poco.

—¿Qué te detiene?— Insistió, el calor recorría su cuerpo con tanta rapidez que ni siquiera podía mirar otra cosa que no fuesen los labios del mayor.

Quería que esos labios hicieran tantas cosas en él que le aterraba pensar en algo así.

En algo tan poco puro.

Hizo un mínimo esfuerzo y así terminó mirando los ojos de Minho, insistiendo con aquella pregunta.

—Nuestro trato.— Dijo Minho nuevamente con firmeza. —Tenemos un trato.— Aún así sus palabras no iban acorde a sus acciones.

Mantuvo las manos Felix atrapadas con una sola mientras que con la libre acariciaba su abdomen incluso levantando la tela que lo cubría. Se atrevería a ir más lejos y lo sabía, por eso necesitaba parar.