Tenía miedo. Se sentía como una niña asustada entre los gritos y el horrendo baño de sangre, pudo divisar entre los cadáveres a sus amigos con quienes hace unos minutos estaba jugando hasta que apareció un lobo dorado destrozando todo.
-¡Catra!- grita un hombre peliblanco bañado en sangre -¡Hija!
-¡Papa!- reacciona la pequeña corriendo al cazadora quien la abraza con fuerza -¡Papa!
Hordiano deja un pequeño beso en la frente de la niña tal y como lo hace cada noche cuando Catra siente que los monstruos saldrán de bajo de su cama, la toma entre sus brazos y corre a través de los cuerpos, de los lobos, buscando llegar a casa donde su esposa lo espera, donde ella está segura.
Catra por su parte mira con terror los cuerpos, los gritos, el olor potente del hierro, es como esa vieja pintura colgada en el salón de su hogar, la pintura de nombre raro "Lo que ellos son". Tiene tanto miedo que se aferra a la chaqueta húmeda de su padre, pero entre tanto caos puede ver como una chica trata de detener a los lobos pero es ignorada. Como si nada pudiera parar la ira de esas horribles bestias.
Al llegar a casa la pequeña castaña corre hasta estar en los brazos de su madre quien besa su mejilla con cariño y revisa con cansancio su integridad buscando que no tenga alguna herida. Hordiano les sonríe, besa a su esposa antes de salir y ayudar a los habitantes del pueblo.
Unos minutos después se escucha como la puerta cae al suelo y un lobo dorado entra en la casa destruyendo todo, Cyra se interpone para que no ataque a Catra y termina siendo asesinada brutalmente por el lobo quien mira a Catra con odio puro en sus ojos.
-¡Aléjate de ella!- grita Hordak un joven pelinegro desde el marco de la puerta -¡Es solo una niña!
El grito provoca que el lobo se lance encima de chico quien suelta un alarido de dolor al sentir los colmillos de la bestia clavarse en su hombro hasta romper el hueso de golpe. Entre los gritos, el llanto de Catra se escucha un cañón, un disparo libre perfora el cráneo del lobo quien cae al suelo.
(...)
-Entonces supongo que nos casaremos- exclama una joven Scorpia besando el hombro desnudo de Catra -¿Estás de acuerdo con esto?
-La verdad no me importa- confiesa la castaña con la mirada fija en la ventana –Mientras estés de acuerdo en largarnos de este pueblo está bien.
-¿Por qué quieres irte?- cuestiona la albina acariciando el hermoso cabello castaño.
-Estoy cansada de vivir tan cerca de esos monstruos- asegura con dolor escondido entre sus palabras –Cada mañana miro la frontera y recuerdo como entraron aquí, como mataron a todos, la tortura que le hicieron pasar a Hordak jamás podría perdonarlos.
-Hordak fue muy valiente hasta el final, ¿Lo extrañas?- Scorpia mira la foto sobre la mesa de noche de Catra.
-Era como mi hermano, claro que era valiente, soporto la transformación hasta que se volvió demente- recuerda la cazadora mirando las marcas en el marco de su puerta.
Scorpia mira con preocupación las pequeñas lágrima que corren por las mejillas de Catra quien la abraza con fuerza buscando un consuelo. Como si los brazos de Scorpia fueran el único lugar seguro en todo el mundo pero aun así no era suficiente.
(...)
Un peliverde se lanza al lago como si nada le importara en el mundo o tal vez solo quiere darse un disparo y fingir que murió por una caída seria menos doloroso para los demás o más fácil de aceptar.
-Si quieres morir solo disparate- bromea Catra desde la orilla –Es más efectivo.
-Entonces tu consejo es que me dé un tiro- bromea el chico con una sonrisa de lado –Porque me agrada la idea más de lo que crees.
Catra rueda los ojos y se lanza con al agua, ambos se miran con esos ojos de adolescente enamorados, sintiendo fuegos artificiales al sentir sus manos chocar, Catra se permite enamorarse tontamente de un chico de ciudad que solo vacaciona.
-¿Qué quieres hacer con tu vida?- cuestiona Roy con diversión.
-Cualquier cosa que me permita largarme de este lugar- confiesa ella quitando el cabello mojado de la frente del chico.
-Entonces ven a la ciudad, búscame y déjame hacer tus expectativas de la vida más grandes que la vida misma- asegura el chico con una radiante sonrisa –Yo destruiré tus inseguridades Catra y prometo hacerte amar el simple hecho de respirar.
(...)
Adora parece no haber dormido durante días, está sentada en el sillón de la habitación mirando a Catra con culpa, temiendo por la condición de la castaña, deseando desesperadamente que despierte o algún milagro sea concedido por algún dios bondadoso.
Y ocurrió, Catra abrió los ojos con dificultad, trato de ponerse en pie pero no pudo, su cuello dolía y la sensación de ardor en su espalada había desaparecido, el miedo se apodero de ella quien rápidamente toco su cuello encontrando la herida de una mordida. La estúpida mordida que la volvía propiedad de Adora.
-¡Que hiciste!- grita Catra rompiendo en llanto -¡¿Qué mierda has hecho?!
-Alto- pide Adora sentándose a lado de la cazadora –Necesito que me escuches primero, por favor.
-¡Vete al carajo!- exclama Catra tratando de ponerse de pie.
-¡Detente!- gruñe la mujer lobo abrazando con fuerza a la castaña –Solo tienes que calmarte y te explicare todo.
-Suéltame imbécil- Catra forcejea con Adora tratando de librarse del agarre.
La rubia niega aferrándose al cuerpo de la castaña, sintiendo sus lágrimas mojar su playera, sus manos tratar de alejarla, como si ella fuera el mal del mundo entero, como si no importaran todas las noches que estuvo en vela esperando a que despertara. Y tal vez era la verdad.
-No te quería perder- susurra Adora tomando el mentón de la castaña –No podía perderte cuando apenas te había encontrado.
Catra no responde en absoluto, no la mira y desearía que no la tocara pero aun así no se aleja, porque aunque desee negarlo la necesita en ese momento y la seguirá necesitando el resto de su vida. Porque ninguna existencia no tendría sentido sin Adora
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Wolf and Hunter || Catradora
FanfictionEs curioso cómo funcionan las cosas que no recordamos y las que no podemos olvidar. Adora no recordaba la última vez que salió de su manada a pesar de ser la alfa, la persona que debía mantener a salvo a todos los miembros de esta. Catra no olvidaba...