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\\ Three. //

Pov Marshall

Tengo sueño hoy todo por qué me desvele haciendo una tarea que se me estaba olvidando, pero bueno, ahora estoy en la escuela.

Justo en este instante tocaron el timbre para el descanso, suspiré, tome mi mochila y mis cosas, se supone que hoy compartiriamos clase con un curso, no recuerdo exactamente cuál.

Me dirigí a la cafetería, Anne no había ido, algo malo para mí por qué casi me pierdo al venir a la escuela y ella es quien me guía a ver por dónde es el camino y hace que no me distraiga mucho.

Caminé hacia los baños para ir a lavarme la cara y así despertarme más de lo que estoy, llegue al baño y abri el grifo, me lave la cara, derrepente ya iba a salir del baño pero ví que una chica entro... Era...

—¡Sasha Waybrigth!, ¡Sal del maldito baño de mujeres!— Era Sasha, eso lo grito un chico, iba a salir pero el chico me vió y sonrió.

—¡Hey nerd!, ¡Ayúdanos a sacarla del baño de mujeres!— Sasha volteó hacia mi y yo tape mi cara, no me gusta llamar mucho la atención.

—¿Marshall?— Mire a Sasha y solo sacudí mi mano pero escuche la risa de el, oh no...

—¡Wow!, ¡Al parecer los raritas se conocen!, ¡Genial!— Empecé a rascar mi brazo y hablé.

—No soy una chica...— Sasha me miró y después el chico rió.

—Naciste siendo biológicamente mujer, así qué, ¡Tú eres una chica, no eres un chico, Marcy!— Empecé a mover mis manos, mi respiración era pesada, sentía la mirada de Sasha sobre mí.

Apreté mi suéter por donde se encuentra el corazón, derrepente ví que Sasha le soltó un golpe en la nariz, su nariz sangró, Sasha se puso delante de mí.

—Mira idiota... El es un chico, no es una chica, habrá nacido siendo biológicamente mujer pero su genero es masculino, idiota...— Empecé a morder mis uñas y me hice bolita, sentía algo bajando por mis mejillas.

—Volveré idiota... Ahora sí te salvaste de está...— Un pitido, escuchaba un pitido, mi vista se volvía nublada, cerré los ojos pero derrepente sentí unos brazos sobre mí.

Abrí mis ojos y ví a Sasha que me estaba abrazando, las lágrimas bajaban aún más, la abracé y gracias a qué la abracé hice que cayera al suelo y se sentará en el suelo, oculte mi cara en su hombro.

No quería alejarme de sus brazos, me había sentido débil, muy débil, después de unos minutos pude calmarme, mi respiración era normal, mis latidos también, ya no lloraba, mi mirada ya no estaba nublada y ya no escuchaba el pitido.

Escuché a Sasha suspirar —¿Te encuentras bien, Marshall?— Ella se alejo un poco del abrazo para ver mi cara, limpió los rastros de lágrimas, mis mejillas ardieron y se coloraron de un leve color carmesí.