Capítulo 18

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Fue una noche alocada para la pareja, cuando se cansaron ambas cayeron rendidas. Durmieron toda la noche abrazadas, esta vez Lisa fue la primera en despertar y trata de no moverse para no molestar a Jennie. No existe nada mejor para Lisa que abrir los ojos, voltear a la izquierda y ver que la persona que quiere está acostada boca abajo con el torso desnudo.
Este sentimiento de calma no puede dárselo nadie más que Jennie. Nunca en su vida había querido a alguien como lo está haciendo en este momento, de verdad le es imposible despegar sus ojos de la piel tersa de Jennie.
Está tan feliz de saber que la pelinegra duerme con paz a su lado.

—No me mires mientras duermo— Murmura Jennie sin abrir los ojos.

Lisa sonríe e ignora su petición, por supuesto que va a seguir admirando lo hermosa que se ve a cada momento del día.
Se acerca a la pelinegra y acaricia su nariz con la suya.

—Buenos días— Le susurra Lisa en el oído.

Jennie sonríe aún sin abrir los ojos, luego pone su pierna encima del cuerpo de Lisa y la abraza con fuerza.
La castaña acaricia sus mejillas con delicadeza, verla dormir la relaja demasiado. Jennie es la chica más hermosa que sus ojos hayan visto, es esa persona que sólo llega una vez a tu vida y la ilumina como ese sol de mediodía después de una gran temporada de lluvia; es esa canción que cada vez que pones te pone de buen humor sin importar cuantas veces la hayas escuchado. 

—¿Tienes hambre?— Le pregunta con una voz baja por si acaso se ha quedado dormida de nuevo.

Lisa estaba tranquila teniendo a Jennie abrazándola, hasta que notó como una lágrima caía por el rostro de la pelinegra. De repente se pone nerviosa de pensar que hizo algo mal, pero no logra encontrar ninguna razón que haya herido a Jennie.

—Extraño a mi mamá— Habla con la voz entrecortada.

El ambiente se torna tenso por la confesión, por una parte Jennie ha comenzado a llorar por recordar lo que era su vida junto a su madre; por otra parte Lisa no consigue comprender los sentimientos por los que está pasando. A ella no le agrada ni un poco la señora Kim, ni siquiera puede visualizarla como una buena madre, pero al parecer el cariño que Jennie le tiene es fuerte a pesar de todo.

—Todo cambió tan rápido de un año a otro...—Deja de hablar un segundo para aspirar sus mocos. —Ella era buena conmigo, salíamos de compras de vez en cuando y desayunabamos juntas todos los días. Ahora lo único que hace es regañarme y juzgarme.

Se aferra más al cuerpo de Lisa para encontrar un poco de alivio en la tristeza que está sintiendo.
Lisa no dice nada, no quiere interrumpirla y arruinar este momento en donde Jennie está confiando plenamente en ella.

—Es como si no conociera a mi propia madre y...

Guarda silencio al percatarse de que estaba por decir algo que arruinaría su relación con Lisa.

—¿Y qué?

—Nada, ella está estresada la mayor parte del tiempo, es decir, ¿Qué clase de madre deja a su hija irse sola a otro país?

Lo mismo se pregunta Lisa, asegura que no es una buena persona y ojalá pudiera convencer a Jennie de que su madre es culpable de un posible asesinato.
Una vez más se da cuenta de lo difícil que esto debe estar siendo para Jennie, su madre está actuando extraño por culpa de su crimen y ella ni siquiera está enterada o eso piensa Lisa.

—Todo va a estar bien.

Intenta tranquilizarla, pero sinceramente no tiene ni la menor certeza de lo que va a suceder en un futuro.

Las amenzas se han detenido, esa persona piensa que están alejadas y la única que tiene esa información es la madre de Jennie. Cada cosa que pasa la lleva a imaginar que todo es parte de un plan para alejarla de Jennie y que además no descubra la verdad sobre la desaparición de su padre.

Más allá de una venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora