Capítulo 25

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—Esa cena fue un caos, ¿No lo crees?

Se encuentran desayunando Jennie y su madre como de costumbre.

—¿Jennie?— Vuelve a hablarle. —¿Qué tienes? Parece que te chuparon la sangre, estás pálida.

Lo que no sabe la señora Kim es que su hija se encuentra destruida después de su ruptura, la pelinegra no esperaba que su relación terminara tan pronto.
Jennie se veía a si misma ayudando a Lisa a decorar su casa o simplemente pasando el rato juntas.

La semana pasada antes de que los invitados se fueran, Jennie tuvo que fingir que la estaba pasando de maravilla a un lado de Tae; por supuesto que ninguna de sus amigas le creyó, pero tuvo que hacerlo para mantenerlo a raya y que no revele esas fotos que alguien le envió.

Se siente pésima, ni siquiera tenía ganas de desayunar esta mañana.

—Estoy cansada.

—Sabes que puedes contarme lo que sea.

—¿A qué te refieres?

—Me estás escondiendo algo, estos días has actuado muy extraño y el chófer me contó que vio a alguien trepando a tu habitación— Su mamá intenta ganar su confianza. —Sé que no eres feliz con Tae, créeme que haré lo que esté a mi alcance para que te liberes de él.

—¿Yo soy quien actúa extraño? De un día a otro te volviste la persona más comprensiva, claramente no soy la única escondiendo secretos— Jennie contesta a la defensiva.

No se encuentra de humor para escuchar las opiniones de su mamá o responder sus preguntas.

—Sé que no he sido la mejor madre, pero estoy aquí.

—¿De qué me sirve que estés aquí, si ella ya no está?

La pregunta de Jennie deja confundida a su madre, pero a la pelinegra no le interesa, lo único que quiere es que Lisa vuelva. Extraña sus mensajes, sus conversaciones casi diarias y esas veces que se veían a escondidas porque las ganas de besarse eran más fuertes que cualquier cosa.
El regalo de navidad de Jennie para Lisa era  que le iba a decir a su madre la verdad, que ya no tendrían que esconderse dentro de casa; al fin serían más libres.

—¿De quién hablas?

—¡De mi novia! Me dejó por las estupideces que hace Tae— Jennie está tan estresada que ya no puede ocultar más cosas.

—¿Y por qué Lisa abandonó la cena? ¿Conoce a tu novia?

Jennie la mira incrédula, es increíble que aún no se haya dado cuenta de que son la misma persona.

Ya ha pasado una semana desde que cenaron y su madre aún no supera lo que sucedió esa noche.

—No, ella y yo...— Le duele hablar de Lisa. —Nada.

—Tal vez debería invitarla de nuevo, se veía ilusionada por verte tocar el piano— Se ríe recordando algo. —Hubo una ocasión en que llegué a pensar que ustedes salían, cuando mencioné tu nombre en una reunión, su cara se tornó roja.

Apenas termina de hablar, las lágrimas de Jennie empiezan a caer una tras otra, conoce muy bien la cara que Lisa pone cuando está nerviosa, le encanta provocarla y luego reírse de ella.

Se siente tan tonta por haberle dicho que era una aventura, Lisa es más que eso claramente; es la persona que la hace feliz, es en quien no deja de pensar y extraña aunque el día anterior se hayan visto.

—¿Qué más hacía?— Pregunta Jennie.

—Intentaba sonar seria, pero se trababa al hablar...

La señora Kim se pone a reflexionar sus propias palabras y la reacción de su hija al hablar de Lisa. Varias cosas empiezan a encajar, a cobrar sentido. Sigue sin conocer a su hija tanto como lo pensaba.

Más allá de una venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora