Obsesión

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Capítulo 13

Obsesión

Tan sólo dime que me amas

Y dejaré de aullarle a la Luna

Que entiendes mucho más que yo

A este mundo y sus criaturas.

Arráncame el corazón

Sácame de este lugar

Y llévame muy lejos

Rodéame de espejos

Quiero ver solo tu reflejo.

Obsesión, obsesión

Una burla del destino

Te puso en mi camino.

Por eso, obsesión, obsesión

Cuando no estás conmigo

Tú eres mi obsesión.

Obsesión —Miguel Mateos.

¿Conoces a alguien obsesivo? Bueno, la gente obsesiva tiene ideas o pensamientos negativos que repite una y otra vez, estos determinan en ocasiones su conducta, ocasionando malestares y una ansiedad significativa, llevando a la persona a realizar conductas que, por lo general, van en contra de su propia voluntad y no las haría en el caso de estar consciente de que tiene un problema. Bueno, las chicas no mentían cuando decían que Andrea era sumamente obsesiva con las cosas.

Andrea siempre ha tenido un problema muy, muy fuerte, es obsesiva, cuando algo le gusta se obsesiona de una manera inimaginable, bueno, pues ya llevaba varias semanas en el ballet, había demostrado que estaba a la altura de algunas alumnas más avanzadas, ella estaba obsesionada con dos cosas, usar los tan anhelados zapatos de punta de bailarina y hacer el split, pero cuando se acercó a su maestra de baile sólo escuchó algo, "estás pasada de peso" «¿En serio?» Cosa que no tomó tan bien como esperaba, todos los días terminaba su clase y se quedaba una hora más para estirar y estirar, poco a poco lo iba logrando, pero en cuanto a los zapatos de punta, estaban demasiado lejanos mientras tuviera esos cinco kilos encima, veía a chicas gorditas en el grupo superior, pero a ella no la subían, lo que la llevó a obsesionarse como siempre.

Ella era alta se veía más estilizada que ellas, no comprendía por qué no la subían de nivel, seguía con la dieta impuesta por la nutrióloga de México, pero ya no bajaba un gramo más, jugaba básquet, como les decía se quedaba una hora más en el ballet para estirar y seguir ejercitando, pero se había estancado ya no bajaba más. «¿Se estaba volviendo una persona frívola?». No, ella sólo quería cumplir su sueño de usar los zapatos de punta, pero recordaba lo que Alberto le había dicho sobre que no fuera a convertirse en esa persona.

Al otro día en la escuela, era la hora del receso y estaban en la cafetería.

—¡Ay! amo las tortas de la cooperativa —dijo Sol dándole una enorme mordida.

—Sí, son deliciosas —agregó Elisa mordiendo también la suya, miró a Andrea—, ¿tú no vas a comer?

—Estoy comiendo. —contestó Andrea.

—¿Eso es atún? —preguntó Karla.

—Sí —respondió Andrea.

—A mí me gusta mucho el atún, pero el tuyo solo tiene mayonesa —dijo Karla mirando a Andrea.

—Parece que alguien ya vomitó eso —contestó Elisa sarcástica.

—No puedo comer pan ni galletas —dijo Andrea captando la mirada de sus tres amigas—, necesito bajar cinco kilos más.

Curvy un amor de pesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora