Una mujer como ninguna.

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Capítulo 24

Una mujer como ninguna.

In the mood — Glenn Miller

Mister, why'd you call up, what you doin' tonight?

Hope you're in the mood because I'm feeling just right

How's about a corner with a table for two?

Where the music's mellow and some gay rendezvous

There's no chance romancing with a blue attitude

You've got to do some dancing to get in the mood

Sister why'd you call him, that's a timely idea

Something's ringing dear, it will be good to my ear

Everybody must agree that dancing has charm

When you're in the circle with your love in your arms

Stepping out but you won't be a sweet interlude

Oh, fill the room without me, put me in the mood.

¿Por qué esta canción? Andrea no puede oírla ni ninguna de Glenn Miller y no pensar en su abuela, ella dice que recuerda cuando llegaba de la escuela, la música se escuchaba desde una cuadra antes, subía las escaleras y la comida ya estaba sobre la mesa, su abuela sentada en el hall, como así le decía ella, de la parte de atrás, en su mecedora, fresca y leyendo el Selecciones una revista que hablaba de todo un poco.

Al otro día de la mojada Andrea saldría a las nueve de la mañana a la ciudad de México junto a su abuela y Alex, su hermano, así como Andy salía de la secundaria, Alejandro salía de la primaria, por lo que digamos era su premio por salir de la escuela, los tres viajaron a la ciudad de México, Alex dormía en lo que Andrea miraba a su abuela en el autobús. Pensó, ¿en que podría entretenerse durante 24 horas hasta llegar a Mazatlán? Por lo que ella y su abuela comenzaron a platicar de todo un poco, sobre sus primos, la nena, etc.

—Será un viaje largo hasta Mazatlán —dijo María.

—Alex ya se durmió —comentó Andrea.

—Hoy era tu graduación. ¿No?

—Sí, pero odio el color del vestido y levanté a todo mundo en protesta —dijo Andrea.

—Tú como siempre, de desastrosa —mencionó María—, pero bueno, para que gastas en un vestido que ni te gusta.

—Pues sí, pero si me da tristeza ya no ver a mis amigos —dijo Andrea.

—Eso dependerá de ustedes, si vale la pena seguirán adelante —contestó María.

—Yo creo que si vale la pena, nunca había tenido amigas como ellas —dijo Andrea.

—Yo también tenía mi grupo de amigas con las que leíamos revistas —expresó María.

—¿En serio? ¿Ya había revistas? —preguntó inocente Andrea.

—Claro que había, no eran como ahora ni traía a las chicas desnudas como en la actualidad, pero sí ya había.

—Órale —dijo Andrea con una sonrisa.

—¿Y en qué quedaste con tu novio? —preguntó su abuela.

—No tengo novio abuelita, mis papás no me dejan tenerlo, sólo platicábamos en la escuela.

—Pues es que yo creo que para novios, no se pide permiso —dijo—, por ejemplo mi papá y mis hermanos nunca me dejaban tener novio y si les hubiera pedido permiso, jamás hubiera conocido a tu abuelo.

Curvy un amor de pesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora