La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚

19.

Blue

Llegamos a Antigua al anochecer, justo como había dicho Aegon.

Bajamos de la barca de mi familia y me quedé quieta observandole en completo silencio.

Si él se iba…¿Que iba a hacer yo en esa ciudad?

Aegon comenzó a caminar sin dignarse a darse la vuelta.

Ni un mísero gracias por haberle ayudado a escapar.

-Cuando lleguemos al castillo puedo recomendarte para que trabajes allí- la voz de Aegon cada vez era más apagada.

¿Era una invitación a seguirle?

No perdí tiempo, aceleré mis pasos y rápidamente me coloqué a su lado mientras mis ojos saltaban de casa en casa. Ese sitio era muy diferente a Desembarco del Rey, tanto que mis ojos no podían dejar de observar cada rincón.

Caminamos a paso acelerado y nos adentramos por bastantes calles concurridas a esas horas de la noche hasta que nos posicionamos delante de la entrada del castillo.

Los guardias con los ojos como platos abrieron las puertas de madera de inmediato en cuanto vieron a Aegon y yo le seguí al interior hasta que escuché el rugido de un dragón, que me dejó inmovil en el sitio.

-Mierda…-murmuró Aegon.

Y cuando las puertas se abrieron, fue la sonrisa de victoria en el rostro de Daeron lo primero en lo que me fijé.

¿Acaso nunca iba a deshacerme de ese Targaryen?

Detrás de él iba otro hombre que esbozó una sonrisa con sus ojos fijos en Aegon.

-Majestad- el hombre hincó la rodilla, pero Daeron continuó completamente erguido.

-Bienvenido de entre los muertos, hermano- Daeron dio un paso hacia adelante, y se agachó para ayudar al otro hombre a incorporarse- espero que esta visita sea en son de paz.

Y entonces sus ojos se desviaron de su hermano y se posaron en mi. Esta vez su sonrisa fue más evidente.

-¿Otra vez tú, brujita?

Aegon me miró de reojo y se aclaró la garganta.

-Vengo en son de paz , siempre y cuando ninguno de vosotros quiera clavarme una daga en el cuello.

Daeron sonrió y se acercó a su hermano abrazandole con fuerza.

-Bienvenido.

Los miré en completo silencio y me sentí más fuera de lugar que nunca. ¿Qué hacía yo allí? Rodeada de Targaryen por todas partes…

-Vamos dentro- Daeron con una mano en la espalda de Aegon le dirigió al interior del castillo, pero este se resistió un momento, el justo para girarse hacia el otro hombre y señalarme-  búscale un lugar en la cocina.

Y así sin más los dos desaparecieron dejándome con el hombre que me miraba con semblante serio.

-Acompañame.

Asentí y le seguí al interior donde me condujo en silencio hasta una enorme cocina con otros dos cocineros en su interior.

-John, encárgate de ella.

Y sin más se fue, mientras yo daba un paso hacia delante.

-Soy Blue- me presenté tendiendole la mano a John que esbozando una sonrisa amigable aceptó la mía- espero no causar muchos problemas.

-Madre mía, madre mía- una sirvienta entró con el rostro pálido- acabo de ver a su majestad Aegon en el mismísimo comedor.

-¿Aegon?- preguntó John soltandome la mano y caminando hacia ella-eso no puede ser posible, Cloti.

-Lo es- ella entusiasmada dio unos saltitos antes de dirigirse a los fogones- rápido, dadme lo mejor que tengáis para él.

-Ignora a Cloti- se rió John dirigiéndose a mi- cree que entrando bajo las sábanas del hombre más mujeriego de este reino conseguirá engatusarle.

-Oh- Cloti le lanzó un trapo que aterrizó en su cabeza- no lo creo, lo tengo más que seguro.

Les miré con atención y ella no tardó en agarrar una bandeja y desaparecer con entusiasmo por la puerta.

-Bueno, tú no debes preocuparte por nada- John me dedicó una sonrisa- por hoy ya no tenemos nada que hacer.

-Mañana debes acudir a las seis de la mañana- el otro cocinero mucho más joven que John me miró apoyado en una de las encimeras- tenemos que tener el desayuno preparado antes de que los señores se despierten.

Asentí y cuando me hizo un gesto con la mano di un paso dispuesta a seguirle, pero entonces Cloti volvió a aparecer en la cocina.

-De la muchacha nueva me encargo yo- dijo sin perder la sonrisa de su rostro- así que acompáñame.

Tiró de mí antes de que los otros dos pudieran protestar y caminamos por los pasillos del castillo hasta llegar a una habitación que ella no tardó en abrir y empujarme dentro.

-Primero deberás bañarte, ponerte la ropa nueva- señaló un montón de ropa apilada igual a la suya- y entonces te enseñaré tu habitación.

-De acuerdo…-susurré.

-¿Tienes hambre o sed?- preguntó con un tono de voz muy distinto al que había usado en la cocina- entonces deberás ganarte tu alimento.

-De acuerdo..-repetí.

Me miró una última vez y sin más salió dejándome sola.

Me desnudé con rapidez, miré la bañera y el agua fría de su interior y suspiré.

Cualquier cosa, todo era mejor que quedarme en casa junto a mi hermano.