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Blue

Cuando mi barca dejó de moverse mecida por las olas supe que había llegado al bosque que había a pocos kilómetros de mi cabaña. Un bosque realmente mágico si lo veías desde los ojos de una chica que jamás había salido de Desembarco del Rey. 

Altos árboles y flores de todos los colores me dieron la bienvenida cuando bajé de la barca con cuidado, pero rápidamente me agaché cuando el rugido de un enorme dragón en el cielo me sobresaltó y dejó mi corazón pendido en un hilo.

El dragón se alejó con velocidad provocando que las ramas y las hojas se movieran con brusquedad, pero yo  continué agachada por puro temor.

¿Que hacía un Targaryen sobrevolando los cielos cuando había una ceremonia tan importante en el pueblo?

Suspiré poniendome al fin de pie y caminé lentamente mientras volvía todos mis pensamientos a mi hermano. Al mismo que seguramente me estaría esperando con un cinturón en la mano y miles de insultos en su boca.

Aparté unas ramas y sonreí cuando mis ojos se posaron en una preciosa mariposa color celeste apoyada sobre los delicados pétalos de una margarita.

Lentamente caminé hacia ella y como era de esperar, ella retomó su vuelo hasta adentrarse entre las ramas.

Pude haberla seguido como hacía siempre que veía una mariposa, pude haber apartado las ramas con facilidad y haberla atrapado entre mis manos para acariciarla antes de dejarla libre, pero cuando iba hacia ella, mis ojos se posaron en una piedra rojiza que brillaba casi cubierta por la maleza.

Fruncí el ceño y caminé hasta agacharme a su lado.

La agarré entre mis manos y la piedra se iluminó provocando que yo la dejara caer al suelo. ¿Había brillado de verdad?

Abrí los ojos asombrada y volví a agarrarla entre mis manos. 

Se la llevaría a Yara, estaba segura de que ella sabría que tipo de piedra era.

Me puse de pie guardandomela en el pequeño bolsillo de mi vestido y volví a desviar la vista al lugar por donde había desaparecido la mariposa.

Retomé mis pasos hacia ella, apartando las ramas y rezando por que no se hubiera ido tan lejos que no pudiera alcanzarla, pero mi sorpresa fue mayor de lo que esperaba cuando la encontré apoyada sobre la rodilla de un hombre encapuchado que dormía sin percatarse de la presencia de la mariposa.

Caminé lentamente aún a sabiendas que aquel hombre pudiera ser peligroso. Y de puntillas llegué hasta él. Estiré las manos y cuando rocé a la mariposa, su voz me sobresaltó.

-¿No vas a pedir permiso antes de tocarme?

La mariposa voló alejándose por mi sobresalto y yo me quedé completamente petrificada cuando el hombre levantó el rostro y me miró directamente a los ojos.

-Siento haberle despertado, solo quería…

-¿Molestar?

Me quedé callada y tragué saliva.

No quería empeorar las cosas, así que opté por darme la vuelta, pero cuando se puso de pie y se deshizo de su capucha, mi mundo desapareció bajo mis pies.

-¿Qué hace una muchacha aquí y no celebrando el futuro compromiso del príncipe?

No podía hablar. Juro que lo intenté abriendo la boca varias veces bajo su atenta mirada, pero no me salió ni una miserable palabra.

Delante de mí estaba uno de ellos. 

Piel pálida, ojos claros, pelo blanquecino hasta los hombros y mirada impenetrable.

Un ser que evidentemente no podía ser humano.

-¿Acaso eres muda?- frunció el ceño.

-Podría preguntarle lo mismo- me humedecí los labios armándome de valor- yo al menos no soy de la realeza y mi ausencia no se notará tanto como la suya.

Aquel Targaryen me sonrió de medio lado al escuchar mi respuesta. 

-No has contestado a mi pregunta- se limitó a decir.

Miré hacia los lados y di un paso hacia atrás sin saber cómo salir de aquella situación.

¿Serían ciertos todos los rumores? ¿Los Targaryen se alimentan de humanos?¿Nos ofrecen de alimento a sus dragones?¿Son malvados por puro placer?

-Cada uno celebra el compromiso del príncipe como quiere.

Otra sonrisa tironeó de sus labios mientras desviaba la vista hacia la mariposa que aún aleteaba cerca de nosotros.

-Vete de este bosque ya- me ordenó.

Y no lo dudé, ni le llevé la contraria.

Me giré y corrí apartando ramas hasta llegar a mi barca. Subí de un salto y me agaché cubriendo mi cabeza con mis manos cuando un fuerte rugido resonó por el bosque provocando que los pájaros salieran volando con toda la velocidad que les permitían sus alas.

El suelo se sacudió y yo reaccioné con rapidez alejándome de aquel bosque y dejando que la barca me condujera de nuevo a mi hogar.

Fede no era ningún peligro si lo comparaba con la bestia que había llegado al bosque.

Me agaché todo el trayecto y cuando llegué y amarré la barca al tronco del árbol más cercano, corrí aún asustada hasta mi casa.

Pero nada más abrir la puerta, ahí estaba Fede. Con esa mirada que me doblegaba y esos labios convertidos en una fina línea por la rabia.

-¿Dónde estabas?- preguntó.

-No puedes enfadarte porque no quiera convertirme en un objeto bonito que llame la atención de esos monstruos.

Fede se puso de pie y caminó lentamente hacia mi. Como un león acechando a su presa.

-¿Para qué crees que te alimento y no te dejo morir si no es para que nos consigas un lugar mejor?

-Porque soy tu hermana y…

Mis palabras se quedaron suspendidas en el aire cuando me agarró del pelo y tiró de mí para pegar su frente a la mía.

-Una hermana sin metas en la vida- tiró de nuevo de mi pelo provocando un sollozo que no pude evitar- una hermana que va a acabar muerta de hambre porque por mucho que te empeñes, el amor solo es un estupido cuento de madre para hacerte dormir por las noches.

Con fuerza me zarandeó y se apartó de mí con semblante serio mientras se deshacía de su cinturón.

-No, Fede, no- sollocé.

-Tengo que hacerte entender lo importante que es que uses esa cabeza en nuestro beneficio- terminó de quitarse el cinturón y me miró con frialdad- espero que está vez te centres en lo importante.

Y cuando me golpeó y me quedé sin aire, pegué mi cuerpo a la puerta e intenté cubrirme con los brazos mientras dejaba que descargara su rabia en mi.

Y ahí fue la primera vez que sentí un calor profundo proveniente de mi bolsillo. Un calor que me quemó provocandome más dolor. Un calor que me recordó a la maldita piedra rojiza que había recogido del suelo.

Un calor repleto de un dolor que me estaba empezando a creer merecido.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora