21.

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Visenya

Aemond no vino a dormir a nuestros aposentos y yo aproveché su ausencia para escabullirme en silencio por los pasillos del castillo hasta llegar al exterior donde mi dragón ya me esperaba rugiendo a los cielos.

Bajé apresuradamente las escaleras y esperé a que se agachara para poder subir por él hasta estar bien fija en mi asiento.

Miré a mi alrededor y mis ojos se posaron en Vaghar. ¿Dónde estaría metido Aemond?

No esperé a que apareciera y me impidiera volar a Antigua.

Alcé el vuelo en plena noche y desaparecí entre las nubes con solo un objetivo en mente.

Ver a Aegon.

Blue

En cuanto terminé mi trabajo me senté en un banco de los jardines mientras mi mirada se perdía en las estrellas.

¿Qué estaría haciendo Fede?¿Habría venido ese noble a por mi?

Tragué saliva y me abracé las rodillas.

¿Por qué cuando murió madre tuvo que cambiar todo tanto?¿Por qué Fede se convirtió en otro hombre completamente diferente al de mi niñez?

Suspiré apartandome el pelo del rostro y desviando la vista casi inconscientemente al balcón donde sabía que Cloti me había dicho que Aegon había elegido como aposentos privados.

¿Qué habrá tenido que pasar o ver en el tiempo que estuvo muerto?

Suspiré y aparté de la mirada del balcón para ver como Daeron caminaba directo a mi.

-Hola, brujita.

-Oh, me acabo de acordar de que tengo algunas tareas que…-me puse de pie mientras él esbozaba  una sonrisa ya demasiado cerca de mi.

-No, no no- me agarró del brazo antes de que lograra escabullirme- antes tengo que pedirte algo.

-¿Pedirme algo?- fruncí el ceño y me zafé de su agarre.

-Necesito que me des un brebaje o algo lo suficientemente eficaz para que el testarudo de mi hermano mayor quiera acompañarme a Rocadragón.

Suspiré con resignación.

-No soy bruja…-puse los ojos en blanco- y creo que tu hermano es suficientemente mayorcito para saber a dónde quiere ir y a donde no.

Sonrió y la luz de la luna se reflejó en sus claros ojos. Ojos idénticos a los de sus hermanos.

-Deberías preocuparte más en sí está sufriendo o no- me aparté de él y me alejé hasta que uno de los sirvientes salió a nuestro encuentro.

-Blue, su majestad la ha hecho llamar.

Fruncí el ceño y me giré hacia Daeron.

-Con Aegon nunca me preocuparia eso-soltó una carcajada- sabe perfectamente cómo reemplazar la tristeza por placer.

-No pienso ir a ningún lado- esquivé al sirviente, pero este con fuerza me agarró mientras Daeron observaba todo casi con deleite.

-Lo siento mucho, pero su majestad me amenazó con la muerte si no te llevaba a sus aposentos aunque fuera a rastras.

Daeron soltó una carcajada y me agarró levantándome con facilidad.

-Tranquilo, vuelve a tus labores, yo mismo se la haré llegar.

-¡No, no, no!- grité con fuerza mientras subía conmigo las escaleras.

Y grité incluso más cuando pasó su asquerosa mano por mi trasero sin dejar de reír.

-Después de terminar con el rey, puedes pasarte por mis aposentos.

Y de golpe me dejó caer al suelo mientras llamaba a una puerta.

Me quejé del dolor y la puerta se abrió provocando que Daeron diera dos pasos atrás.

-Se estaba resistiendo un poco- dijo como explicación.

Aegon miró a su hermano en silencio y después desvió su mirada hacia mí.

-Ven- me ofreció la mano con semblante serio.

-No…-me negué poniéndome de pie por mi propia voluntad.

-Daeron, desaparece de mi vista de una vez- y eso fue lo último que dijo antes de tirar de mi mano y meterme en la habitación que no tardó en cerrar con llave.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora