La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚

14.

Visenya

Pasé tanto tiempo en esa habitación que perdí la noción del tiempo cuando la puerta se abrió de golpe y Jace entró tosiendo con fuerza al inhalar el humo del fuego ya extinguido.

Dos guardias iban detrás de él, pero los tres frenaron cuando se fijaron en mi vestido manchado de sangre, en mis manos aún con cristales incrustados y en mi rostro repleto de lágrimas.

-Vamos abajo, Visenya…-Jace me tendió la mano manteniendo cierta distancia conmigo.

Levanté la mirada y la clavé en la suya.

-Espero que tú logres ser mejor rey de lo que es nuestra madre- me puse de pie sin aceptar su mano- y que no dejes jamás que los tuyos sean ultrajados de esta manera.

Pasé cerca de él y salí de la habitación dirigiéndome hacia las escaleras.

-Espera- Jace corrió detrás de mí- ¿Quién ese ese tipo de la cama?

Me giré de golpe y le fulminé con la mirada.

-¿No recuerdas esa cara, Jace?- elevé una ceja-voy a refrescarte la memoria- caminé hacía él provocando que los guardias dieran un paso hacia delante- me secuestraste por una maldita guerra y dos ladrones me llevaron hasta tu barco, ¿Te suena?

Jace me miró sin apartar la mirada ni por un segundo.

-Visenya…

-Daemon tenía una deuda que pagar- puse los ojos en blanco intentando ocultar mis ganas de llorar- y yo sigo siendo el enemigo.

Me giré dispuesta a irme, pero Jace me agarró del codo.

-Para mí no eres el enemigo.

Nuestros ojos volvieron a encontrarse.

-Voy a volver con mi esposo…-susurré sintiendo como ejercía más fuerza sobre mi.

-¿Puedo saber qué está pasando aquí?- Melissa subió las escaleras provocando que Jace me soltara al fin.

Pero no apartó los ojos de mi mientras yo bajaba apresuradamente las escaleras deseando abandonar ese castillo cuanto antes.

-Visenya, querida- la voz de Melissa sonaba más irritada que de costumbre- hay dos plebeyas preguntando por ti.

Frené de golpe y me giré hacia ella.

-Acabo de ordenar a los guardias que las echen del castillo-se encogió de hombros volviendo a dedicarme esa sonrisa de superioridad que tanto le gustaba poner en mi presencia- pensé que tú como princesa no te acercabas a la chusma, ¿O me equivocaba?

Eché a correr ignorandola y obvié el dolor de mis manos mientras esquivaba a guardias y a nobles hasta llegar a la entrada donde dos guardias tiraban de los brazos de dos plebeyas que se quejaban ante la fuerza que ejercían sobre ellas.

-¡Soltadlas!- espeté sabiendo que mi aspecto físico no iba a pasar desapercibido ante nadie.

Los guardias se giraron a la misma vez que las chicas.

Reconocí a la bruja que mi madre hizo llamar al castillo en busca de la piedra, pero mis ojos solo se posaron sobre Blue, la misteriosa chica que había prometido ayudarme.

Nuestras miradas se cruzaron y entonces lo supe. Aegon había vuelto al mundo de los vivos.

-¿Dónde está?- solo me atreví a preguntar eso mientras las lágrimas salían a borbotones por mis ojos.

Blue caminó hacia mí y se encogió de hombros.

-No lo sabemos.

-¡¿Cómo es posible que no sepáis dónde está?!

-Se marchó cuando supo que tú ibas a ir a por él-contestó ella con el rostro endurecido.

-Blue ha hecho lo que pedisteis- la bruja tiró del brazo de su amiga- él es un hombre adulto que puede…

-¡Le mataste tú!- la interrumpió Blue señalándome.

-Baja ese dedo- di un paso hacia ella- no olvides que soy de la realeza y tú…

-Le mataste…-repitió horrorizada-¿Para que querías traerle de vuelta?¿Te arrepentiste de matarle?

Con fuerza y sin pensarlo la abofeteé provocando que los guardias corrieran hacia nosotras.

-Sacladlas de aquí y no las volváis a dejar entrar.

Miré como las arrastraban fuera y me dejé caer al suelo completamente devastada.

¿Aegon no quería verme?

Lloré incapaz de levantarme, pero entonces alguien me levantó con fuerza y sentí un pecho cálido sobre mi mejilla.

Sabía quién era, conocía ese olor y aún así no me resistí cuando me condujo al interior del castillo.

Jace abrió la puerta a duras penas y me dejó sobre mi antigua cama.

Esa misma que tantas noches había compartido con Aemond.

-¿Quienes eran esas chicas?-preguntó deshaciéndose de sus botas y tumbandose a mi lado.

Mi única respuesta fue acurrucarme a su lado y sollozar con todas mis fuerzas.

-Tranquila…-susurró pasándome una mano por el pelo- tranquila…

-Quiero irme a casa, Jace…-lloré- quiero irme de aquí.

Sentí como su pecho se hinchaba y me acercaba más a él.

-¿Has pensado alguna vez como….

-No lo digas- me separé de él y le miré aún viendo borroso a causa de las lágrimas- no estropees esto.

-Es inevitable, Visenya- resopló poniéndose de pie- si nos hubiéramos casado como todos querian, ahora mismo…

-¿Todos?- le miré atónita-¿Acaso alguien se paró a pensar en qué quería yo?

-Un asesino no es una opción buena para…

-Aemond no es un asesino- me limpié las lágrimas con el  dorso de la mano donde no había aún cristales incrustados y me levanté de la cama- y es mi esposo así que te pediría un poco de respeto..

-¿Le respetas tú queriendo traer a la vida a su hermano?- puso los ojos en blanco- tengo la obligación de decirte que si madre se entera de que si encuentras la piedra de la resurrección antes que ella y decides erróneamente traer de vuelta al Targaryen equivocado, no se lo pensará dos veces antes de ir también a por ti.

-¿Qué te hace pensar que yo quiero traer de vuelta al Targaryen equivocado?

Jace esbozó una sonrisa con ironía.

-Tu debilidad siempre han sido los Targaryen equivocados.

Levanté la mano y señalé con el dedo la puerta.

-No voy a ponerme a discutir sobre qué Targaryen es mejor que otro, así que te agradecería que me dejaras ducharme y descansar después de haber sido casi violada- le fulminé con la mirada- como ya te dije, espero que seas mejor rey de lo que es nuestra madre.

-Espero que sepas que lo que ha pasado no puede saberlo Aemond.

Sonreí con tristeza.

-¿Temes su reacción?-pregunté.

-No quiero volver a otra guerra-contestó- le diré a madre que hable con Daemon, pero Aemond debe quedar fuera de esto.

Asentí.

 Y así sin más, recogió sus botas y salió de mis antiguos aposentos.