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Blue

Escuché unos golpecitos en la puerta y corrí hacia ella para encontrarme con una mano apoyada en el marco a Daeron que con el rostro amorotonado me miraba con una amplia sonrisa.

-Con que una de los nuestros …-deslizó sus ojos sobre mi vestido verde.

-Siento lo de tu hermano- fue lo primero que dije provocando un gesto de confusión en su rostro.

-¿Lo de….-frunció el ceño- mi hermano?

-La muerte- expliqué- de Aemond.

-Acabo de ver a mi hermano entrar en la sala del consejo, ¿O era su fantasma vagando por la fortaleza?- se burló.

Me crucé de brazos e hice una mueca de dolor al sentir la herida.

-Necesito entonces hablar con él- dije sin apartarme de la puerta- sé qué le pasó a Visenya.

El rostro de Daeron se endureció de inmediato.

-¿Qué sabes?- giró la cabeza y miró al guardia que custodiaba mi puerta- busca al príncipe Aemond, que venga de inmediato aquí.

El guardia asintió con la cabeza y se alejó mientras Daeron me hacía a un lado y entraba en mis aposentos.

-No te he dado permiso-dije.

-¿Permiso para que?- preguntó sentándose en el sillón de piel oscura.

-Pueden pensar cosas inapropiadas de mi si te ven aqui-aclaré.

Se cruzó de brazos y me miró fijamente.

-¿Acaso buscas un matrimonio de conveniencia?¿Eso es lo que te prometió Aegon si te metías en las sábanas de Daemon?

-Yo no…-le señalé con el dedo- yo…

-¿Vas a decirme que no pasó nada con Daemon?¿No te forzó?- puso los ojos en blanco mientras la impotencia me invadía cada rincón del cuerpo- nadie te creerá, a nadie le importará tu palabra.

Me quedé callada, mirándole fijamente.

-Se te ha enfriado el té de luna- hizo un gesto con el mentón hacia la mesilla de noche donde aun estaba el té que no me bebí- si Aegon se entera de que dentro de ti crece la criatura de Daemon, esperará a que nazca y lo matará delante de ti.

-Hablas de él como si fuera un monstruo….

Daeron sonrió.

-Ha recuperado el trono, así que sí, pronto conocerás al monstruo con el que acabó Visenya- suspiró con resignación.

No pude decir nada más, porque entonces como un completo torbellino entró Aemond sin llamar siquiera a la puerta.

-¿Dónde está?- su ojo fijo en mí.

-Se la ha llevado Daemon-contesté sin dar rodeos.

Aemond desvió la vista hacia su hermano y este se puso de pie caminando hacia él.

-Daremos con él, prepara a hombres, que todos estén listos para cuando Daemon nos haga una visita con las condiciones del intercambio.

-¿Intercambio?- pregunté rompiendo el contacto visual entre los hermanos.

-Tenemos a Melissa, la prometida de Jacaerys Velaryon-aclaró Daeron.

Aemond se giró dispuesto a irse, pero entonces di un paso hacia delante.

-¿Por qué no tengo permitido salir?

Los dos hermanos se giraron para mirarme, pero solo Aemond dió un paso hacia mi colocando su mano sobre el pomo de su espada.

¿Qué pretendía?

-Porque en el intercambio por mi esposa, tú irás incluida.

Mis ojos se agrandaron y desvíe rápidamente la mirada hacia Daeron. No me fiaba de ninguno de ellos, pero Daeron era mejor opción para encontrar un apoyo que el príncipe tuerto.

-Lo siento, no puedo decirte nada más.

-No…¡Exijo hablar con Aegon!

Aemond retrocedió y salió de mis aposentos ignorándome por completo, pero Daeron se quedó quieto, con su mirada clavada en mi.

-¿De verdad pensabas que mi hermano cumpliría su palabra?-resopló poniendo los ojos en blanco-no hagas tratos con el diablo la próxima vez, tómatelo como un aprendizaje.

-No, Daeron- di unos pasos hacia adelante y le agarré de la camisa- no puedo volver a estar frente a ese hombre.

-Aegon sabía que no iba a poder con Daemon, por eso mismo tú estás aquí, eres la pieza clave, por eso te dejó a solas con Daemon, Aegon sabía que él no te forzaría a nada-sonrió de medio lado- supongo que no disfruta viendo a un cervatillo asustado frente a un dragón.

-No entiendo nada…-susurré aguantando el nudo insoportable de mi garganta- pensé que pensabais que me había…

Volvió a sonreír.

-Vendrán a buscarte cuando Aegon te necesite.

-¡Espera!- tiré de nuevo de su camisa para impedirle avanzar-¡Dime algo más!

Daeron se giró para mirarme una última vez.

-Todos tenemos una debilidad-sonrió desviando la vista hacia mis labios entreabiertos- y Daemon aún no sabe que eres la suya.

Solté su camisa y dejé que se fuera. ¿Yo iba a ser la debilidad de Daemon?

Agité la cabeza quitándome su imagen de la cabeza.

¿Por qué motivo ese hombre iba a aceptar un intercambio en el que yo fuera incluida?

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora