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Visenya

-Es mi vestido- dejé la puerta atrás y caminé directa hacia él- ese fue…

-Aemond- Aegon se aclaró la garganta interrumpiendome e ignorando mi dolor por completo- creo que tuvimos una conversación y que en ella dejamos claro que si tu esposa no se alejaba lo suficiente de mí y se dedicaba a sus labores yo podía acabar matándola por traidora.

Me quedé paralizada y vi como Aemond daba medía vuelta y caminaba directo hacia mi.

-¿Se puede saber que estás haciendo?- preguntó apenas en un susurro mientras me agarraba con más fuerza de la debida del brazo.

Mis ojos llorosos se posaron en mi esposo y me zafé de él con rabia marchandome de aquella sala con la imagen de la sonrisa de Aegon en el rostro.

-¡Mataste a mi madre!- espeté mientras me alejaba sabiendo que él me escuchaba a la perfección-¡Duerme con un ojo abierto, Aegon!

La rabia me carcomía, me enfurecia y me bullía la sangre en las venas como pocas veces.

¿Le había dado mi vestido para provocar esta reacción en mí y así poder tener una excusa para matarme?

Los guardias rápidamente corrieron hacia mí al escuchar la amenaza que acababa de salir por mi boca, pero Aemond fue más rápido al desenvainar su espada y empujarme justo detrás de él.

-Dile a tus hombres que se alejen de Visenya- desvío su ojo hacia Aegon con semblante serio- mi esposa es solo asunto mío y sabes de lo que soy capaz si alguien da un solo paso más hacia ella.

Alicent entró junto a Blue y las dos se quedaron quietas al ver lo que yo había ocasionado en apenas unos segundos.

Pero para mi sorpresa, Aegon desenvainó su espada y me miró fijamente. A mi. Después de tanto tiempo al fin posaba de verdad su mirada en mi.

-Alejate Aemond…-susurró.

-No, Aegon- dijo Alicent atreviéndose a dar un paso hacia delante.

La espada de Aemond dejó de apuntar a los guardias y se centró exclusivamente en su hermano.

-Esto es ridículo- dijo Daeron situándose en medio de los dos- ¿No veis que esto es mostrar un reino debilitado si ni siquiera podemos estar en paz entre nosotros?

-Vete de aquí ya-me ordenó Aemond y apartando la vista de mi se dirigió a los demás-¡Cómo alguien la toque este reinado acabará aquí mismo!

Eché a correr y ninguno de los guardias se atrevió a ponerme una mano encima mientras escuchaba las últimas palabras de Aegon antes de perderme en el segundo piso.

-Siempre defendiendo al enemigo…

Corrí hacia mis aposentos y cerré la puerta de golpe observando la cama aún sin hacer.

Y ese fue detonante suficiente para comenzar a llorar dejando que mi espalda resbalara por la  puerta hasta acabar en el suelo.

Blue

Observé la escena sin moverme del lugar, por miedo a llamar la atención y que aquellas espadas se dirigieran a mi.

-No vuelvas a amenazar a mi mujer- Aemond se guardó la espada y caminó hacia sus hermanos- toda paz que quieras mantener dejará de existir, Aegon, eso siempre mantenlo presente.

Aegon observó al príncipe tuerto, pero no guardó su espada, se limitó a apoyarla en el suelo mientras los guardias volvían a sus puestos.

-Visenya es de la familia- la defendió Alicent- ella ha demostrado que…

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora