Capítulo 33.

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Eddark. 

Cada paso que doy es peor el escenario que observo atento en busca de mi hija. Los escombros de las casas destruídas es lo único que se observa con los pocos rayos del sol que iluminan las calles de Slora, nada evita que me sienta culpable pues prometí protegerlos y he aquí el resultado de una gran mentira que costó cientos de vidas. 

He levantado tabla por tabla y ladrillo por ladrillo esperando encontrarla pero no lo he logrado. Espero que se haya salvado, que esté con vida mi pequeña valiente. Las manos me tiemblan y mis ojos amenazan con humedecerse cada que veo a mis ciudadanos estáticos bajo los escombros y en cada rincón del pueblo. 

Fuimos enterados del desastre cuando un hombre llegó a las puertas del palacio, completamente herido y parecía un milagro que siguiera con vida. De inmediato, alisté a mis hombres y llegamos lo más rápido que se pudo pero ya era tarde, había mucho daño causado y ahora buscamos sobrevivientes.

Cierro los ojos de una mujer en el lodo, levanto la mirada al escuchar un quejido y me acerco corriendo al cuerpo del hombre que reconozco de inmediato. Lo reviso cuidando de no lastimar las heridas a causa de navajas, lo abrazo sintiendo alivio de que esté vivo pues así hay posibilidad que mi hija lo esté también.

—Majestad—musita.

—Shh, no hables, valiente soldado—saco la cantimplora ayudándolo a beber del agua—. Eres muy valiente, Josiah.

Bebe desesperado. Su mano toca mi brazo. 

—La princesa—susurra—, ¿Está a salvo? La busqué pero la encontré, usted lo hizo, ¿Verdad, majestad?

Trago fuerte. No sé que responderle, estoy agradecido por todo lo que ha hecho por Alice y el por el cariño que le ha tomado y por eso no puedo asustarlo diciéndole la verdad.

—Ella está a salvo—sonrié con los ojos cerrados—.Josiah, abre los ojos que te llevaré casa.

Abre los ojos. Hace fuerza intentando levantarse y como puedo lo ayudo pues pesa mucho, lo sujeto ayudándolo a caminar hasta la carreta que trasporta a los sobrevivientes al palacio donde recibirán atención. 

Continuo sin parar. Moviendo grandes trozos de piedra, limpiando calles y ayudando a mi gente. Busco y busco sin parar a mi hija, no hay rastro de ella y el temor de perderla aparece; me niego a perder otra hija. Lo de Elena me destrozó y ahora perder a Alice sería la condena a la que seré esclavo por las cosas que he hecho.

¿Qué le diré a mi esposa? Rhaella está en casa con elcorazón en la mano rezando por nuestra hija y mi pequeña Amy no para de preguntar por su hermana con lágrimas en los ojos. No volveré a casa hasta encontrar a Alice, avisaré a mis aliados para unirnos en la búsqueda porque ella tiene que aparecer.

Entro al establo, hay manchas de sangre sobre el heno y la preocupación se agranda, espero que no sea de ella. Alguien se queda de pie detrás de mi y volteo encontrando a uno de mis guardias con la mano extendida hacia mi con un pedazo de papel en ella.

—Majestad, encontré esto cerca del salón dorado—explica—. Al parecer, lo dejó la princesa para usted.

Tomo la nota rapidamente, leo cada línea plasmada en el papel y con cada palabra el enojo se hace presente.

"Querido padre, probablemente en este momento estés buscándome y quiero evitar tu preocupación. He decidido tomar un descanso indefinido de la monarquía pues la carga sobre mis hombros es muy pesada. Iré con Owen a explorar el maravilloso mundo donde vivimos.

Por favor, dile a mamá y no me esperes, padre."

¿Es esto una broma? Es imposible que mi hija se haya ido con Owen Seymour sin informarme anteriormente. Me apresuro a mi caballo, doy previas ordenes antes de cabalgar apresuradamente a Seyrmoreen porque Elijah debe darme una explicación.

La Princesa Del Sur #1© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora